Galileo y la universidad

“Qué hubiese sido de nosotros si Galileo se pone en huelga”

R.R.

Cuando Galileo Galilei publica en 1610 su célebre obra Sidereus Nuncius, el 'mensajero sideral' , levantó tal controversia en academias, claustros y pasillos del Vaticano, que se dice que solo sus amigos personales, el Papa Urbano VIII y el gran duque de Toscana Fernando II de Médicis, influyeron para que no fuera ejecutado por la Santa Inquisición. Su pecado se resumía al hecho de estar difundiendo las teorías de Copérnico que enseñaban que la tierra no era el centro del universo. Hoy a 403 años de ese hecho histórico, vemos cómo esa polémica entre lo estático y lo que se mueve sigue vigente. Un simple ejercicio de extrapolación nos permite ver que esa polémica se reduce realmente a un síndrome de oscuridad y parálisis que hoy se ha introducido dentro de los pasillos y aulas de nuestras universidades.

Sucede que así como en la Edad Media, unos cuantos doctos se aferraban a la doctrina geocéntrica de Tolomeo, la que afirmaba que la tierra era el centro del universo, unos cuantos profesores dirigentes de FAPUV se miran su ombligo y creen que el mundo gira alrededor de ellos; jamás se le ocurre mirar más allá de los muros en los que se han encerrado y pensar que una nación está constituida por numerosos sectores y estratos sociales que requieren atención especial de cualquier gobierno. El pescador, el indígena, el anciano, el maestro, el campesino, soldados, niños, trabajadores siderúrgicos y petroleros, amas de casa, deportistas, artistas, médicos, las viviendas, los consultorios, los desastres y calamidades, medios de comunicación, ciencia y tecnología, ecología, aviones, satélites, ferris, ferrocarriles, teleféricos, teléfonos, ciencia y tecnología, etc., etc., etc.

Frente a los que afirman que el Gobierno ha abandonado a las universidades, es importante recordar que gracias al Presidente Eterno Hugo Chávez, su gobierno y ahora el del Presidente Maduro han hecho honor al compromiso de cancelar las prestaciones sociales del sector universitario, una deuda considerada impagable por los gobernantes de la IV República. Más de 11.000 millones de bolívares han sido entregados. Se dice rápido, pero póngase a pensar por un momento lo que esta cifra significa, repito: ONCE MIL MILLONES DE BOLÍVARES. En septiembre de 2012, la adjunta a la Dirección de la Oficina de Planificación del Sector Universitario (Opsu), Tibisay HungHung, informó que el Ejecutivo central ha destinado 11.405.388.043,34 bolívares para honrar esta deuda contraída por concepto de prestaciones sociales más los intereses generados por éstas. Como han visto, se trata de una cifra pantagruélica nada fácil de leer, digerir o generar. Otra y contundente muestra de la preocupación del Estado por las universidades puede usted verla en el hecho de que Venezuela es hoy el 5to. País del mundo con mayor matrícula universitaria, sus estudiantes cuentan con servicios médicos, transporte, comedores, computadoras, todo gratis; háganme el favor y me dicen en que otro país del mundo se está construyendo esta Utopía.

Es cierto e innegable que el sueldo de los profesores debe elevarse a niveles de dignidad y justicia, asunto éste al que ya se han abocados sindicatos - que arropan sin discriminación a todos los sectores que laboran y le dan vida a la Universidad - y el propio Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria, pero, de esa reclamación justa a pretender paralizar al país y derribar a un gobierno legítimamente constituido, existe una distancia mayor a la que nos separa del Júpiter que descubrió Galileo.

Esa conducta mezquina y egoísta de querer ser el centro de un sistema geo estático, muy propia de la degeneración de una ética socio político y cultural que vivimos y que ya no se sostiene, me recuerda un hecho acontecido en nuestra ciudad hace unos años. Resultó que se produjo algo inesperado e inaudito; se desató un tornado en un sector de la ciudad que arrancó árboles, animalitos y objetos de volúmenes considerables. Pues bien, pasado el susto, vimos en youtube a una señora que en aquel dramático momento temía estar viviendo el fin del universo. Entre incontrolables sollozos ella imploraba desde su apartamento a toda su cosmovisión más o menos en estos términos: “Señor misericordioso…Virgen del Carmen… Ave María Purísima… ¡sálvanos!…salva a mi familia!…¡salva a mis hijos que tengo conmigo!…no permitas que nos suceda nada malo” y yo le agrego, porque solo faltaba: “y los demás que se jodan”. Más o menos en estos términos se expresan los dirigentes de FAPUV.

Galileo Galilei, no solo fue un científico extraordinario sino también un hombre universitario que sabía de ética y la practicaba. He aquí lo que pensaba de la responsabilidad del trabajo en la educación: «es imposible obtener ningún pago de una república, por espléndida y generosa que pueda ser, que no comporte alguna obligación; ya que, para conseguir algo de lo público, hay que satisfacer al público».



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Rubén Rivas

Merideño, Profesor de Música, con estudios en la Escuela de Música de la ULA. Egresado de la U. de Chile. Magister de la U. de Cincinnati. Autor de los proyectos de Carrera de Licenciatura en Música de la Universidad del Zulia y Universidad del Táchira.

 alcidesrivas@gmail.com      @alcidesrivas0

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