A 55 años de una traición que no volverá

Un día 21 de enero de 1958, hacía el mediodía las calles de Caracas se vieron estremecidas por la avalancha popular, cuyo murmullo venía llenando los espacios, desde el 1º de enero que se había producida la rebelión de oficiales de la aviación, cuyas aeronaves sobrevolaron los cielos caraqueños, anunciando el descontento que había penetrado los cuarteles tras el nuevo fraude electoral del dictador General Marcos Pérez Jiménez, quien pese a la represión y a la presencia de la Seguridad Nacional en los centros de votación para intimidar a los electores, perdió  el plebiscito, el pueblo elector optó por la tarjeta roja, del Nó, frente a la azul redonda, que representaba el Sí al gobierno. La tiranía secuestró la voluntad popular y se abrogó el triounfo, gota que rebosó el vaso, que ya venía derramándose desde el alzamiento del Capitán Omaña en la base de Boca de Río

Aquel día 21 de enero del 1958, no circuló la prensa, porque los periodistas y trabajadores de talleres, obedeciendo al llamado a huelga de la Junta Patriótica que presidía el Periodista, mártir de la Cuarta República, Fabricio Ojeda, habían paralizado sus actividades, era ya un signo del golpe de gracia para el régimen que había sometido al país, con mano de hierro, donde todas las garantías habían sido abolidas. Esa revuelta se extendería, todo el día 22 y la madrugada del 23, el gordito del Táchira, abordó la ?Vaca Sagrada? y huyó a República Dominicana. Estudiantes, obreros, amas de casa y militares de avanzada abrieron los calazos de las cárceles y centenares de presos políticos en todo el país salieron a las calles, mientras los exiliados retornaban a la patria y al fin se respiraba libertad, en el territorio que había sido una gigantesca, con el apoyo incondicional del gobierno de Estados Unidos y las transnacionales, especialmente la Creole Petroleum Corporatión, que dominaba hasta el espectro comunicacional.

El pueblo unido a militares patriotas tomó el poder y todos los venezolanos, incluyendo quiénes éramos niños y adolescentes percibimos que el país cambiaba. Pero que poco duró ese cambio. Bastó con el regreso de los carcamales de la politiquería venezolana, que se encontraban en el exterior disfrutando un cómodo exilio, algunos de ellos ya al servicio de la CIA y el Pentágono, para que lo que había sido una victoria del pueblo se truncara y derivara en una dictadura civil, más atroz que la militar que recién finalizaba.

Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Jóvito Villalba, agentes del Pentágono, se habían reunido en Nueva York a finales de 1957, con representantes del Departamento de Estado y suscribieron la minuta que el imperio, que ya había decidido la suerte de su títere Marcos Pérez Jiménez, les pautaba para arrebatar al pueblo el poder que inexorablemente tomaría a la caída del gobierno de fuerza. Ese compromiso establecía como premisa profundizar la lucha contra el ?Comunismo Mundial?, que desde la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas(URSS), bajo el gobierno de Joseph Stalin, era visto por la clase obrera y los oprimidos del mundo como un ejemplo a seguir. De allí que la satanización de ese  movimiento en plena guerra fría, por parte del imperialismo occidental, fuese la punta de lanza para someter y dominar a los pueblos de la América en nombre de la libertad.

La propuesta de ampliación de la Junta Patriótica, con los operadores de Romulo y Caldera, que junto a las piezas clave de la Burguesía que habían ingresado desde el principio, aseguraban el escamoteo del triunfo a la revolución y en octubre de 1958, Rómulo Betancourt, Rafael Caldera Caldera y Jóvito Villalba, bajo el ojo vigilante del Pentágono y la CIA suscribieron el llamado ?Pacto de Punto Fijo?, en la casa de Caldera, quinta que llevaba ese nombre. Mediante ese complot mafioso, estos tres traidores execraban al Partido Comunista de Venezuela, que posteriormente junto al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), sería ilegalizado y sus dirigentes más de mil en todo el país serían encarcelados, perseguidos, asesinados y desaparecidos. Así comenzó la historia de una traición que no volverá.

Periodista

CNP 2414 cd2620@gmail.com.



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Cástor Díaz

Periodista CNP 2414

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