La presencia de Hugo Chávez en el triunfo revolucionario

La personalidad y el liderazgo del Comandante Hugo Rafael Chávez Frías, en la política venezolana marca un hito en la historia. Su discurso largo, extenso y encendido, pero en el lenguaje más llano y sencillo, plasma lo como un caso único, tanto en el contacto con el pueblo como en lo comunicacional; pues tuvo la propiedad de jamás cansar a su auditorio, que a cada arenga deliraba, sin importarle el sol o la lluvia, el hambre o la sed. Sus seguidores lo hicieron sin el interés material individual, al punto que hubo un slogan, bien impactante, cuando el llamado a la relegitimación de poderes. La oposición como de costumbre hacía su campaña cabalgando sobre la mentira y los ficticios escenarios virtuales creados, con el casete, de que el pueblo estaba siendo víctima de hambre y desempleo y que por eso era necesario cambiar de gobierno.

El pueblo como sabio y aleccionado con la fuerza pedagógica del mensaje del comandante respondió tajante: “Con hambre y desempleo, con Chávez, me restéo”. Eso evidentemente desarmó a quienes solo recitaban un libreto producido en los laboratorios de guerra sucia de Miami, incapaces de encontrar respuesta en la sabiduría de los estratos populares, que desde los días 11, 12 y 13 de abril, se hicieron sabios y conscientes de lo que significa la revolución bolivariana para Suramérica y el mundo. El triunfo de la Revolución Bolivariana, fue aplastante e incuestionables y sería el inicio de una seguidilla de revolcones a la oposición.

En el campo comunicacional, aun cuando no hemos investigado en profundidad, podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que el Aló Presidente se trata de un caso único en la historia. Aló Presidente como todos sabemos era un programa, con un formato rígido, su desarrollo era prácticamente un monólogo, era un actor, un hombre sosteniendo un escenario, sin libreto, sin telepronter, sin variedades, sino simplemente un discurso, con el cual era capaz de mantener a un público cautivo por hasta ocho horas y no durmiéndose, ni distraído era todo lo contrario.

En muchas oportunidades mientras realizábamos trabajos en las comunidades, pudimos observar como los domingos, la gente colocaba su equipo de TV, en el porche, bajo una churuata o, bajo una mata de mango y mientras jugaban al dominó o a las cartas acompañadas de una cerveza o un refresco, estaban pendiente de lo que decía el Comandante y hacían una alto en el juego para discutir algún planteamiento polémico, y tanto seguidores como opositores, nadie los sacaba de allí hasta que aquel hombre despedía el programa siempre con sus consabidas arengas. ¡..Patria soberana y socialista..viviremos y venceremos..! Chávez, logró con su sagacidad,convertir todas y cada una de las cosas más insignificantes de la cotidianidad popular, en un filosa arma ideológica, su capacidad dialéctica, le permitió enseñar al pueblo a comprender a Carlos Marx, a Engels, a Lenín, al Ché Guevara y demás filósofos de la lucha de clase, nacionalizándolos venezolanos y bolivbarianos y los trajo a comerse la arepa y a tomarse el cafecito, en el bahareque del campesino o la barraca del pobre del barrio, a díalogar con las masas al lado de Simón Bolívar. Es el milagro de Hugo Chávez, El Arañero de Sabaneta.

Esa presencia de Hugo Rafael Chávez continúa en el ambiente y ahora con mayor frenesí. Es cierto que el 5 de marzo el país entero se estremeció, incluso muchos que no compartían sus ideas fueron presa de la tristeza colectiva. El llanto inundó los rostros de hombres y mujeres por igual, de niños, niñas y adolescentes. Fue una manifestación de duelo jamás conocida en el país y es posible que hasta en el mundo,porque por las imágenes de TV que vimos en diferentes latitudes la gente lloró a Chávez.

La oposición venezolana transida con las ansias de poder no respetó ese dolor colectivo e intentó sacarle provecho electoral, pero esa torpeza fue tal que lejos de obtener algún beneficio, el bumerán la cercenó.

El llanto, el dolor inmenso, como por arte de magia se mutó en coraje y hasta en alegría, cuando sus seguidores tras una reflexión colectiva asumieron aquella arenga de Alí Primera: ”Los que mueren por la vida no pueden llamarse muerto y a partir de este momento es prohibido llorarlos”.

Los colectivos salieron de su acongojamiento y el espíritu, guerrero, tenaz, alegre y libertario del Comandante Eterno, les invadió y como manadas de potros salvajes que recorren la pradera bebiendo los vientos de libertad, plenaron los espacios sociales, con sus cantos, sus gritos de victoria, su activismo y asumiendo a Nicolás Maduro, como lo pidió el comandante en aquella premonitoria despedida del 8 de diciembre de 2012, cuando exigió que lo apoyaran como el líder a quien le entregaba el testigo en ese momento, para que junto al pueblo continuara profundizando la revolución socialista.

Desde entonces el Comandante Hugo Rafael Chávez Frías, sigue vivo con su Aló Presidente, que no sale del imaginario popular, con sus canciones, con sus dúos con Cristóbal Jiménez, con sus bromas a Fidel Castro, los cuentos del arañero, con los chistes y bromas con que anima los televisados consejos de ministros y con las sátiras conque zarandea al infeliz títere del pentágono, que cada vez que abre la boca se convierte en el hazmerreír del pueblo, porque aunque se esfuerce no puede mimetizarse, en el Chávez, hombre de pueblo, El Tribilin inquieto, que un buen dia abandonó Sabaneta, con un morral cargado de sueños para sembrarlos en el corazón de los pueblos de la Patria Grande. Lo logró con creces, por eso donde quiera que se encuentre blandiendo la espada de Bolívar, con su mano zurda, estará satisfecho, muerto, pero de la risa al ver el terror que despierta en la derecha, en el imperio y sus lacayos, la presencia de Hugo Chávez, en el triunfo revolucionario.

Periodista*

CNP 2414 cd2620@gmail.com


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Cástor Díaz

Periodista CNP 2414

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