Jod...con vacuna o sin ella, diálogos fuera con solicitudes y exigencias, doradas en Tokio para el recuerdo

Esa es Venezuela, por los momentos no hay otra, que la tapuzada de buenos recuerdos, y quien quita que algún día no muy lejano se pongan de acuerdo, por lo menos tú dices y yo digo y, se entendieran sin golpes bajos, ni potencia entrometiéndose con lo nuestro, no importa que el hambre y la miseria nos azote, pero sin una pizca de maldad con los dólares y, con la canalla bailando a los tres vientos y los canallas bien lejos sin poder meter las manos sin que se las asen que, así como Yulimar Rojas saltó bien alto y llegó lejos con marca récord, sería posible -sin pensar a lo Judas Tadeo- que Guaidó brinque la talanquera y nos deje vivir en paz con todas las monedas que tiene, no sin antes decirle a los gringos, con ustedes ni a misa, bichos, y entonces otro gallo cantaría y no tan distante por allá por México con plumaje de otras banderas.

Pensar en grande, aunque sea para reírnos de nosotros mismos, porque si Dios existe, para acá no ve que, tan mal no nos portamos, siempre pensando en criollo y otros como cristianos, no le hacemos mal a nadie que ni con los colombianos no metemos, como decía Chávez, con nuestros hermanos colombianos, y vaya hermanos que se la pasan poniéndonos las piedras con el gobierno de los Estados Unidos, aunque jamas han podido ponernos de rodillas, que Chávez sí lo clamaba cuando, decía, rodillas en tierra, pero nunca igual y lo peor y la rabia que da es que su gobierno es uno de los más malos del mundo -me refiero al colombiano- y son tan desconsiderados con quien los trata bien, que no se cansan de meterles droga al pueblo americano, que en atención les devuelve en dólares que, Pablo Escobar se ganó el cielo y Hollywood con eso como el gran ser humano que fue, que para reírse no es, aunque pudiera ser para otros seres mejor pensantes y equilibrados en la balanza de los pareceres, que en el mismo mundo seguimos, donde, una de cal y otra de arena, y hasta de genio astuto lo han pintado.

Lo que sí es seguro es que a Tokio se le recordará mucho más allá de lo permitido y es que le ha dado oxígeno de reconocimiento a Venezuela más que a Maduro que no encuentra el gran slam de la historia para meterse en ella, por prestarle su gobierno todas las colaboraciones y atenciones a los deportistas que para tan fin necesitan, pero algo es algo, peor es nada que con la medalla de Yulimar Rojas se le han sumado dos atletas que aunque están en el grupo de los Juegos Paralímpicos es mejor que quedarnos sin nada sin trepar al podio, como lo hicieron, Lisbelis Vera Y Linda Pérez, sin opacar a los y las que, se bañaron de plata deportiva que ya tienen su puesto bien logrado en el marcador nacional, y que en lo adelante sigan los éxitos para Venezuela y viva Venezuela mi Patria querida..., como dice la canción de un Solo Pueblo.

Y el que no se ha vacunado es porque no ha querido después, de tanto tormento y lamentaciones y pujos y críticas, cuando quieras pasas, claro que te tienes que anotar, nada a lo macho sirve que con paciencia y cordura y salivita te pincharán que ahora, por los momentos, están atendiendo sin cita previa a los mayores de 60 años por varios días hasta el cinco de septiembre y en forma descendente a los de demás años para abajo y todo a su debido tiempo y, si no quiere no se vacune que, eso es su problema, pero no fastidie más de la cuenta que la china, la rusa, la gringa, o cualquier otra lo esperará, pero no la que usted prefiera, porque no es de preferencia sino la que le hayan asignado y ponga el brazo.

¿Entonces, estamos bien jodidos? Jodidos o no, seguimos en Venezuela y, los que están fuera, ellos saben que no pueden exigir, sino esperar como esperamos nosotros que, a lo mejor se apiadan de ellos y, como el diálogo en México se aproxima -no será dorada, ni plateada, ni bronceada- quizás de paz, que vacune a los políticos a ver si se calman y comienzan a pensar en Venezuela, aunque sea un poquitiquitico, pero en grade y, entonces deje la angustia que en el camino se emparejan las cargas, y sino viene el deslastre diferente al desastre que, más peor no nos puede ir, imposible, por no decir, muy difícil. ¿Acaso soñamos? Aunque soñar no cuesta nada, no.



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Esteban Rojas


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