En Perú el señor Alberto
Fujimori, el mismo que a las órdenes de los Estados Unidos construyó
un túnel que llegó hasta donde se encontraba un grupo
de guerrilleros a las órdenes de Zerpa Cartollini los cuales
sE habían atrincherados en una vieja casa, y los acribilló de una
manera brutal. Se recuerda que después pasó sobre los cadáveres pisoteándolos,
odiándolos, jactándose de haber cumplido el mandato criminal de su
amo. El “chino” además se llevó por encima a otros seres humanos
que querían cambiar el sistema de gobierno peruano, eternamente adosado
a las oligarquías latinoamericanas Su Fuerza Armada se convirtió en
un bastión de la muerte y la crueldad. Sendero Luminoso fue víctima
de la persecución y la tortura. Para Alberto Fujimori acabar con Sendero
Luminoso era una necesidad impuesta por su espíritu imperial
nipón.
Servil de quien una vez lanzó
dos bombas atómicas sobre territorio japonés, su cuna natural, Alberto
Fujimori acaba de ser sentenciado a 25 años de cárcel. Los pueblos
democráticos de América Latina y del universo en general, celebran
que la impunidad no cabalgue sobre la justicia, doblegándola
por el poder de quienes al llegar a los lugares de mandos llevados por
el pueblo, se vuelven locos, vanidosos, ególatras y ¡criminales!
La justicia tarda en llegar,
pero llega. En Venezuela hace poco fueron condenados varios policías
que utilizaron sus armas contra el pueblo y su gobernante. Estos policías
se hicieron serviles de la oligarquía mantuana venezolana, dejando
a un lado la obligación que tenían que era la de darle seguridad y
respeto a la ciudadanía caraqueña. Un gobernante electo en las filas
del PSUV que cometió tropelías en el estado Yaracuy espera por la
ley que lo llama para que explique sus razones políticas al frente
de esta gobernación.
La justicia debe actuar igual
para todos. Manuel Rosales puede ser condenado y eso hará que el pueblo
sienta con más efecto el sistema que lo rige. El pueblo es el artífice
de todo esto y el Estado debe darle respuesta. Los viajes del Presidente
Chávez no son ni remotamente como dice ese señor que creó el partido
Primero Justicia con un dinero desfalcado a PDVSA llamado JULIO
BORGES. Los viajes del Presidente son para Venezuela y su pueblo y eso
lo dice la historia. Chávez es un gigante y el mundo lo sabe.
La justicia está llegando.
Son los nuevos soles de la revolución que están alumbrando el futuro.
Chávez ha hecho justicia con su pueblo por el cual lucha sin descanso.
El odio, la hipocresía, el fanatismo a lo foráneo, la malversación
de palabra ofensiva, la cueva de incapaces políticos que estuvieron
desestabilizando, creando paros y tumbando gobierno, siente lo que siente
un cobarde: ¡miedo! La justicia ha de llegar para quienes utilizando
los medios de comunicación incitaron a el golpe, al paro, a las guarimbas.
La revolución se fortalecerá si la justicia les llega a estos
GOLPISTA MEDIÁTICOS con sus tentáculos, obligándolos a pagar los
crímenes que cometieron contra seres humanos y contra la república
bolivariana...
LA JUSTICIA DEBE LLAMAR A JULIO BORGES, A LEOPODO LÓPEZ Y A LA MADRE DE ÉSTE, para que expliquen con claridad la acusación que se les hace de utilizar los fondos de una empresa que es de todo el pueblo para fines personales. Los señores Enrique Mendoza, Granier, Ravell, Ybéyise Pacheco, Luis Fernández, Cisneros, Carla Angola, Napoleón Bravo, Carlos Manuel García, deben explicarle al pueblo por qué actuaron contra el gobierno que éste había elegido en libres comicios. La gente que sigue a Chávez es mayoría, ¿de cuáles artículos de la Constitución estos golpistas se valieron para poner al país en la situación económica a la cual lo llevaron con el paro petrolero? Eso se llama TRAICIÓN A LA PATRIA. Eso es evidente, señores. Así como fueron condenados los policías así mismo la mayoría de venezolanos quiere, por justicia y no por otra cosa, que los arriba nombrados entre otros, paguen la osadía, la prepotencia, la maldad, la aberración de manchar una democracia que es reconocida por todo el pueblo como justa y apegada a las leyes. La justicia debe ir por ellos para que se cumpla el mandato constitucional.
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