La división abismal entre regulación emancipación y apropiación violencia

Las líneas globales divisorias han sido cambiantes, en los últimos sesenta años, sufrieron dos sacudidas tectónicas. La primera que tuvo lugar con las luchas anticoloniales y los procesos de independencia y otra línea que se irguió contra la exclusión radical, las poblaciones que habían sido sometidas al paradigma de la apropiación violencia, que se organizaron y clamaron por el derecho de ser incluidas en el paradigma de la regulación emancipación.

Esta vez, las líneas globales se están moviendo de nuevo, pero lo están haciendo de tal modo, que la lógica de la apropiación violencia que se han ido ganando fuerza en detrimento de la lógica de regulación emancipación. Hasta tal punto que el dominio de la regulación emancipación está no sólo contrayéndose, sino contaminándose internamente por la lógica de la apropiación violencia.

La complejidad de este movimiento es difícil de desvelar, porque la percepción no puede ayudar estando en un lado de la línea, desde adentro hacia fuera. Para captar la dimensión completa de lo que está aconteciendo no requiere un enorme esfuerzo de descentramiento. La regulación emancipación, está siendo cada vez, más desfigurada por la presión creciente y la presencia en su medio de apropiación violencia. Sin embargo, ni la presión ni la desfiguración pueden ser completamente comprendidas, precisamente porque el otro lado de la línea fue desde el principio incomprensible como un territorio subhumano. De modo muy diferente, el terrorista y el trabajador migrante indocumentado, ilustran la presión de la lógica de apropiación violencia y la inhabilidad del pensamiento abismal, para comprender que dicha presión es algo externo a la regulación emancipación.

Es cada vez es más evidente, que la legislación de las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, son un signo de fuerte presión de la diplomacia estadounidense, con una suspensión formal de los derechos y garantías, de una nueva forma de Estado, el Estado de excepción, contrariamente a las viejas formas de Estado de sitio o Estado de emergencia, que restringe los derechos democráticos bajo la premisa de salvaguardarlos o incluso expandirlos.

Es así que los Derechos Humanos, son violados con el objeto de ser defendidos, la democracia es destruida para salvaguardar la democracia, la vida es eliminada para preservar la vida. Líneas abismales están siendo trazadas en un sentido literal y metafórico. En el sentido literal, estas son las líneas que definen las fronteras más cercas y que dividen las ciudades entre zonas civilizadas y zonas salvajes.

Las zonas civilizadas, son las zonas del contrato social que se ven a sí mismas más y más amenazadas por las zonas salvajes. Con el objetivo de defenderse, se convierten en castillos neofeudales, enclaves fortificados que son característicos de las nuevas formas de segregación urbana. La división entre las zonas salvajes y civilizadas, se está convirtiendo en un criterio general de sociabilidad, un nuevo tiempo-espacio hegemónico que atraviesa todas las relaciones sociales, económicas, políticas y culturales.

No sorprende que esté siendo usado, entre otros dominios sociales, en el campo de las relaciones capital trabajo y que su versión más realizada, sean los códigos de conducta cuya adopción está siendo recomendada a las multinacionales metropolitanas que establecen contratos de externalización con "sus" fábricas de explotación a lo largo del mundo. La plasticidad del derecho suave, contiene intrigantes semejanzas con el derecho colonial, cuya aplicación depende de los caprichos del colonizador más que de otra cosa.



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Adrián Ávila

Profesor universitario

 adrian7379@gmail.com

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