La Política y la Flecha del Tiempo

En tanto somos parte de la naturaleza física o del mundo físico, los seres humanos somos configuraciones que nacen, crecen y mueren, es decir, energía que se transforma. Todos los seres humanos de todas las culturas envejecemos en la misma dirección en tanto somos criaturas del tiempo, pero podemos vivir o experimentar ese envejecimiento de diversos modos, condicionados o en el horizonte de posibilidades de existencia configurado por la cultura a la que pertenecemos, el tipo de sociedad o estructuras sociales y, en particular, por la forma de vida política y la dirección que a partir de ella se imprime en parte al movimiento de la cultura y la sociedad.

Todos compartimos o seguimos la misma flecha del tiempo en todos los seres humanos que envejecemos en la misma dirección. En esto no hay opciones o nadie puede escapar a la transformación de nuestros cuerpos por el tiempo. Nuestra vida física tiene una sola flecha. La vida social toma diferentes direcciones y formas en ese movimiento. La política es la dimensión configurada por algunas colectividades para deliberar sobre la dirección en la que se lanzan o dirigen sus movimientos y organizan sus capacidades de dirección.

Las sociedades modernas rompen esta flecha del tiempo circular y la lanzan hacia un adelante progresivo o evolutivo, sin eliminar totalmente el que algunas colectividades agrarias sigan rotando circularmente. A esto algunos le llaman heterogeneidad estructural, otra combinación de modos de producción o formación social; en Bolivia se le llama formación social abigarrada o abigarramiento, por el carácter sobrepuesto y desarticulado de esta diversidad de tiempos históricos. Es la emergencia de la gran industria lo que rompe la circularidad de la flecha del tiempo social.

Los seres humanos y las sociedades estamos altamente condicionados por las estructuras físicas del mundo, por la naturaleza que somos y transformamos, dentro de ciertos límites, para producir y reproducir los bienes y condiciones de vida; pero sobre eso ejercemos un margen de libertad, variación, en la producción de sentido, forma, cualidad y movimiento de lo social. Lo social es una contingencia altamente determinada. Lo político constituye o produce la diversidad de formas de lo social y, sobre todo, la pluralidad de direcciones en que se mueve lo social.

El hecho de que las sociedades sean hechos del tiempo, es decir, que envejezcan en la dirección de la misma flecha del tiempo que el resto de lo real, implica que hay causación. En cuestiones sociales la causación implica cierta acumulación histórica, como también movimiento y cambio. Las sociedades y países se gobiernan respondiendo a la causación que contiene en parte acumulación histórica y en parte determinaciones contemporáneas.

La acumulación histórica contiene problemas como también capacidades. Las instituciones políticas son parte de las capacidades desarrolladas para vivir en el tiempo, para responder al movimiento de las sociedades y la incertidumbre que esto produce. Las instituciones contienen elementos que pueden ser un obstáculo para enfrentar bien la tarea de dirección, en algún momento pueden volverse un obstáculo en su conjunto. Esto lleva a veces a las revoluciones o a las grandes crisis y catástrofes sociales.

Hay otra fuente de alejamiento o distancia del movimiento social y político en relación a los fines y la dirección política de la forma de unidad política de un país o sociedad. La pluralidad de sujetos existentes hace que no todas las cosas se muevan en la misma dirección. Los acuerdos políticos, las mayorías en la definición de la dirección política global, en la medida que no incluyen a todos no elimina el hecho de que haya fuerzas que se muevan incluso en sentido contrario. Por lo general las teorías políticas modernas conciben al estado como el monopolio de la fuerza y, en consecuencia, como el que dirige. En todos lados hay fuerzas que no se mueven en la misma dirección que el estado.

De manera sintética, todos envejecemos en la misma dirección, pero políticamente podemos hacer que esto sea una experiencia más o menos colectiva y solidaria un proceso en el que hemos participado más o menos también en la decisión de cómo enfrentar nuestra condición temporal.

En cierto sentido fuerte, el tiempo nos hace políticos. Políticamente respondemos a esa condición produciendo sentido y dirección en un contexto de incertidumbre sobre la mayor parte de los aspectos de la vida en la que, sin embargo, hay algo que parece no reversible: la flecha del tiempo.



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Adrián Ávila

Profesor universitario

 adrian7379@gmail.com

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