Características de la danza de Las Turas de los Ayamanes, según varios autores

Re-visión etnohistórica de la danza de Las Turas de los Ayamanes (X)

Habitualmente se piensa que hay que disolver la cultura

que se considera atrasada, para transformarla en modernidad…

Yo creo que es al contrario, esas culturas pueden ser hoy

la brújula para hacer caminos. Creo que esto hay que pensarlo

con mucha seriedad.

Franz Hinkelammert.

Continuando con la re-visión etnohistórica de la Danza de Las Turas de los Ayamanes, destacando sus características y formas de interpretación de los signos elementales de la naturaleza, que contiene, podemos decir que se trata de una manifestación con significativos signos emblemáticos, que puntualizan el sentir de la espiritualidad humana relacionada con la cosmovisión, creencias y tradiciones aborígenes, dentro de la escala de la simbología expresiva e interpretativa del entorno que rige la Madre Naturaleza, desde el sentimiento humano, interpretado por las culturas de los pueblos ancestrales, que otras danzas originarias en Venezuela no han podido preservar, sobre todo en el acervo cultural activo, en lo que tiene que ver con la existencia espiritual de las comunidades primitivas y sus descendientes, debido a la fuerte presión transculturante de manera sistematizada, impuesta por los pecaminosos principios del sistema de dominación cultural, que oprime, explota e induce a la sociedad, al entorpecimiento colectivo, a través de los diversos elementos de que cuenta el sistema opresor, incluyendo la educación.

Hago aquí, un recuento de algunas características fundamentales de la Danza de Las Turas, reseñadas por diferentes investigadores e historiadores, de los cuales he realizado apuntes referenciales, empezando por tomar extractos de una serie de trabajos que he seccionado para el análisis de re-visión, dando inicio con la síntesis de seis artículos titulados "Las Turas de Los Ayamanes", que pertenecen al poeta y cronista emérito de la ciudad de Barquisimeto, Ramón Querales, que publicó por entregas, en el diario barquisimetano "El Impulso", en la columna "Caminito que un día", donde se apoya en la obra inédita del historiador urdanetense Miguel Pacheco, escrita en el año 1952, titulada: "Geografía e Historia del Distrito Urdaneta", quien seguramente, estuvo presente en varios eventos de turas en diferentes caseríos del hoy Municipio Urdaneta. En la primera entrega se lee:

Escribe Miguel Pacheco que desde tiempo inmemorial se baila tura en los caseríos de Urdaneta (según se informa en el Reglamento de Turas, elaborado en 1890, se tenía memoria de esta danza desde 1814), principalmente en Siquisique y San Miguel, en los meses de las cosechas, cuando se reunían los habitantes de ambos sexos de un lugar, convocados para un día determinado.

Se hacía una llamada "tura chiquita" por abril o marzo cuando el maíz estaba jojoto y se recogía para hacer "mazamorra con maíz cortado y hervido que se dejaba enfuertar convenientemente para brindarlo la noche de la fiesta, siendo la única bebida que se permitía.

Es importante aclarar, que cuando Pacheco en su obra inédita, escrita en el año 1952, citado por Querales, dice: "por abril o marzo cuando el maíz estaba jojoto", difiere esta parte, con otros investigadores que veremos más adelante, cuando señalan la celebración del ritual de las Turas en los meses de agosto y septiembre, y esto se debe a que Pacheco, se está refiriendo en ese momento, a una época más remota, en que los conuqueros, durante el año cultivaban y cosechaban hasta tres ciclos de siembra, lo que, en los momentos actuales, no es posible, debido al cambio climático que hoy experimenta la naturaleza, cuando a veces, en un año, sólo es posible aprovecharse de apenas un ciclo de cosecha y cuando mucho dos, si las lluvias son abundantes. Otra cosa que investigamos es que los pueblos aborígenes en los meses de marzo y abril celebraban la llegada del tiempo de las lluvias, lo que se inicia con EL equinoccio de primavera el 21 de marzo, que es posible que los Ayamanes celebraran este evento natural, con la Danza de las Turas.

Es válida la reflexión, ya que los métodos agrícolas del conuco, que practicaban nuestros aborígenes, han sido vulnerados por las nuevas generaciones, cuando han convertido el conuco tradicional, -que se realizaba mediante la metodología de cultivos asociados- ahora, en monocultivo, donde se han obviado las prácticas naturales y culturales ancestrales, por la aplicación de insumos químicos, nocivos para la salud en general, y el mal manejo en la utilización del suelo como recurso natural; la tala y la quema indiscriminada, causando la sequía y el deterioro de los suelos, y el desmejoramiento de la agricultura de resistencia, que ha sido una metodología impuesta por el sistema capitalista, a través de las empresas agroindustriales, trasnacionales, que desde la década de los años sesenta del pasado siglo, ha impuesto la mal llamada "revolución verde", provocando crisis y pobreza en las áreas campesinas-conuqueras, que ha influido considerablemente en el decaimiento de la práctica del ritual de la Danza de las Turas, afectando tanto emocional y espiritualmente a las comunidades del "Territorio de Las Turas de los Ayamanes", por lo que en los actuales momentos, vemos esta tradición aborigen, reducida a unas pocas comunidades. En el caso del Estado Lara, donde se está realizando con regularidad todos los años, es en el Cerro de Moroturo, del Municipio Urdaneta y en el Estado Falcón se realiza en Mapararí y San Pedro del Municipio Federación, y en algunas comunidades del Municipio Unión y en el Municipio Turén del Estado Portuguesa.

Continuando con la versión de Pacheco, observamos la parte mítica y mística del ritual de las Turas, según en tiempos remotos, ya que en la actualidad no se presenta esta práctica tan específica, de la preparación del maíz para la elaboración del carato, cuando dice,


Este maíz se cosechaba de un conuco que "era respetado y sólo podía principiar a cortarse" los jojotos en víspera de la danza. En el centro de este conuco se colocaba, la noche del baile, "una tinaja llena de bebida y si en la madrugada la encontraban vacía era señal de que la cosecha iba a ser buena y en cambio, si estaba intacta, la cosecha sería mala", por cuyo motivo la fiesta no se celebraba.

Esta "tura chiquita" duraba sólo una noche y en ella se daban "las gracias al Dueño de las montañas por haber proporcionado cosecha y haber pronosticado cómo debía esperarse para lo sucesivo".

Había otra ceremonia mayor llamada "tura grande" la cual se celebraba "casi siempre en agosto" y en ella los habitantes del caserío participaban "con la mayor reverencia y armonía rayanas en fanatismo, dándose todos el trato de ‘manos’, apócope de hermanos". (Pacheco citado por Quiérales marzo 2013).

Alfredo Janh en su obra "Los Aborígenes en el Occidente de Venezuela", al referirse a las costumbres del pueblo Ayamán dice:

Entre las pocas costumbres que han conservado de sus antepasados, es la más importante la fiesta llamada Tura, la cual se celebra en julio o agosto, en la época en que el maíz está jojoto, es decir, en que los granos ya desarrollados están aún abundantemente cerrados.

Acosta Saignes, en su ensayo "Las Turas", que aparece en la obra "La Cerámica de la Luna y otros estudios folklóricos", citando a R. D: Silva Uzcátegui, dice:

"De la Tura": Llamase así una ceremonia religiosa en forma de baile, que efectúan en determinadas épocas del año los indígenas de una región del Distrito Urdaneta, descendientes de los Ayomanes, (sic) pobladores primitivos del lugar" (Pág. 77).

Este autor también hace mención en el ensayo citado, que Juan Lizcano presenció la danza de Las Turas en el año 1940, en Barquisimeto (…) Pudo realizar algunas observaciones que publicó en 1945. Y escribe:

Los descendientes de los indios Ayamanes y gayones en los pueblos larenses de San Miguel –San Miguel Arcángel de los Ayamanes-, y de Bobare –Nuestra Señora de la Guadalupe de Bobare-, como sus antepasados, todavía suelen celebrar el hermoso ritual de la cosecha. Cuando el maíz está jojoto, casi siempre en agosto o principios de septiembre, se baila el baile de las turas… (Pág.75).

El mencionado autor también cita, "que Oramas cuenta haber presenciado la danza en Moroturo, en 1917. En tal fecha, la bailaban de agosto a septiembre, durante la cosecha de los frutos", (Pág. 77), mientras el antropólogo cubano José Millet, al referirse a la danza de las turas afirma:

Las Turas es una tradición precolombina mágico-religiosa, que es practicada por los descendientes del pueblo Ayamán, según estos mismo reconocen. Con ella se solicita a la naturaleza buenas cosechas y se le agradece por las ya recogidas…

Las Turas se celebran en diferentes ocasiones. Puede ser cuando un agricultor hace una promesa y la paga con un son o danza de turas en su conuco, plantación o en su "patio; o en las fechas establecidas en cada pueblo o comunidad turera. (José Millet. "Atlas del Estado Falcón". Venezuela,).

Juan Lizcano en cuanto a la danza de las turas de los Ayamanes, sostiene importantes apreciaciones sobre el carácter propiciatorio, contenida en la publicación de Walter Dupouy, denominada "Función Cohesiva de la Danza de las Turas", en la que anota lo siguiente:

… me interesé en copiar datos sobre una danza, también propiciatoria, que en Venezuela practican los antiguos indios Ayamán o Ayomanes de Lara y Falcón, desaparecidos por asimilación en el siglo pasado, y cuya fiesta tradicional legaron, sin embargo, a sus descendientes mestizos, quienes la mantienen viva tras año, ininterrumpidamente. Hasta nuestro días. Me refiero a la "Danza de las Turas". (…) la Danza de las Turas tiene sus raíces en antiguas tribus ya extinguidas y de las que se posee relativamente pocos conocimientos: los Ayamán y sus vecinos de determinada región de lo que hoy forman los Estados Lara y Falcón".

La Danza de las Turas es una danza propiciatoria, antiguamente practicada por los indios Ayamán Gayón. Al acelerarse la asimilación de los Ayamán –acaso en la segunda mitad del siglo pasado (siglo XIX) sus descendientes mestizos continuaron practicando la Danza ancestral, afectada por la transculturación que la iría modificando en cierto modo, aunque manteniéndose vivas sus características fundamentales.

… Corresponde la época a la que se cosecha el maíz, es decir, los meses de julio, agosto y septiembre, cuando el maíz aún está tierno o "jojoto". Es. Pues, la cosecha de este fruto el factor determinante de la época del festejo. Se trata, por consiguiente, de una danza propia de los pueblos agrícolas (…) es de presumir que el cultivo de maíz motivaría sus características.

Cuando se habla del carácter propiciatorio, vinculado a la Danza de Las Turas de los Ayamanes, estamos identificando un ritual que va acompañado del recuerdo de los momentos guardados en la memoria histórica, cuyo origen se produce en la etapa primitiva de la humanidad, con la propiciación-imploración, por el éxito en la cacería, la pesca, la recolección y la agricultura, como fuentes alimentarias de los pueblos originarios, que con el tiempo se van agregando nuevos elementos, según sus necesidades comunitarias y espirituales y, la aparición de situaciones conflictivas entre pueblos, que se van vinculando a la cosmovisión, las creencias y la fe espiritual, hasta convertirse también, en una narración histórica necesaria, para la conservación y protección de la evocación del reflejo intuitivo de ese memorial histórico, lo que en el lenguaje turero, antiguamente, se denomina " parlamento", lo cual consistía en la narración histórica del pueblo aborigen, contada por el capataz o mayordomo que dirigía la ceremonia del ritual de turas, que ya, en los momentos actuales, esta parte del rito original está en des-uso, más bien ahora, lo que se observa es un acto de plegaria, donde se invocan las deidades espirituales propias de la cosmovisión aborigen, combinadas con elementos sincréticos del catolicismo, donde se exclama el agradecimiento, por las buenas cosechas logradas, por la buena salud para el pueblo y buenos tiempos para la benéfica producción de venideras cosechas. Esta parte de expresión espiritual-religiosa en el ceremonial de la Danza de Las Turas, la observamos al inicio y al final de cada son, cuya exclamación la realiza el Capataz, que al mismo tiempo es respondida por el resto de los danzantes. En cuanto a este mismo tema, Eduardo Concepción, promotor del Centro de Investigaciones Socioculturales del Instituto de Cultura del Estado Falcón sostiene que:

Las Turas es la ceremonia mediante la cual el pueblo Ayamán agradece a los santos, a los espíritus y a la Madre Naturaleza, por las buenas cosechas recogidas y por recoger. Esta ceremonia es llevada a cabo por "Los Tureros", especie de cofradía con una sencilla jerarquía que comanda "El Capataz" y a quien le sigue "La Reina" y a ésta los Tureros: músicos-danzantes; y que termina con las "danzantes" o bailadoras.

En el anterior párrafo podemos observar parte del sincretismo religioso de orientación católica, cuando se refiere al "agradecimiento a los santos". Chirinos y Rojas, en un artículo que aparece en la revista digital "Multiciencia", titulado "Ritual del baile de las Turas. Una construcción social con los tureros del territorio Ayamán en el Estado Falcón, Venezuela", sostienen que:

El baile de las turas es una de las manifestaciones culturales que aún practican los campesinos descendientes de este grupo indígena, los cuales laboran las tierras en muchas haciendas, poblaciones y caseríos de distintas poblaciones del Municipio Federación (Estado Falcón) y Urdaneta (Estado Lara).

Natividad Barroso García, quien realizó una importante investigación sobre Las Turas en la zona de Parupano del Municipio Urdaneta del Estado Lara, que aparece en su obra "Cuatro Ensayos desde Los Crespúsculos", donde se refiere a este ritual ayamán, expresa que:

(…) En una extensión geográfica, que incluye parte del Estado Falcón, han permanecido grupos descendientes directos de los aborígenes ayomanes, (sic) aún cuando mezclados desde la colonización con otros grupos indígenas y, posteriormente, con los criollos, pero que conservan sus registros o relación de familia. Han podido conservarse unidos en una organización ritual mayormente secretas pero que, como es característico de la totalidad de su espiritualidad, abarca las actividades agrícolas, la caza, la salud, los modos de comportamiento, los eventos de la comunidad y, en esencia los ligados a la muerte o trascendencia. (Pág. 136).

Más adelante esta misma autora acota que "no es un simple baile. Es un rito mágico, una danza de convocatoria espiritual, con sus secuencias", (pág. 147) y explica luego cómo se ejecuta el baile de las turas,

Los hombres solos, a veces alternando con mujeres, formando un círculo, apoyando las manos sobre los hombros de sus vecinos. El centro de este círculo lo ocupan los dos tañedores de turas y el indio que hace de ciervo o venado, quien soplando por el agujero occipital dentro de un cráneo con carameras que sostiene con ambas manos delante de sí, imitando los mugidos del ciervo (Cervus rufus) salta sobre los bailadores amenazante con la cornamenta tratando aparentemente de forzar el paso. Entre tanto los bailadores cantan y cierran sus filas para impedir la huida de furioso animal, balaceándose al compás de las notas arrancadas de las turas. (Pág. 149).

También aclara la autora que en las investigaciones históricas aparecen los Ayamanes como los más frecuentes "practicadores" del rito de las Turas y que aún, cuando en el transcurso del tiempo los indios de esa zona (ajaguas, Ayamanes, caquetíos, cuivas, gayones y jirajaras) se mezclaron entre sí, "los practicantes actuales del rito se consideran a sí mismo como ayamanes o descendientes de ellos, es prudente considerarlo y llamarlo "rito ayamán".

En la danza de las Turas se produce un encuentro comunitario, social, espiritual y familiar, sublime con la naturaleza, donde se conjugan los elementos naturales, en una máxima energía, que expresa el agradecimiento a los espíritus de la agricultura; sus deidades naturales, como agradecimiento por la abundancia de comida cosechada en los conucos y a la buena cacería, como lo explica José Millet:

"se venera es, a la cosecha lograda durante el año, en síntesis podemos decir que es un reconocimiento espiritual a la Naturaleza donde se relacionan todos los elementos vitales en la más diversa manifestación, a la vez que representaba una ceremonia de encuentro fraterno entre las diferentes parcialidades de los pueblos aborígenes, donde compartían un gran banquete con carne proveniente de la cacería, actividad previa a la ceremonia, que realizaban los hombres ayamanes, seleccionados para tal diligencia, bebidas a base de maíz fermentado (carato y jata) que realizaban las mujeres". (Pág. 152).

El Periodista Froilán Alvarez en reportaje publicado en el Diario Hoy de Barquisimeto el 30/07/2002 donde publica lo siguiente:

El "Baile de Las turas", más que una simple manifestación cultural, es un conjunto de creencias heredadas de cientos de años, y una conjunción mágica de energías universales concentradas en el lugar sagrado, místico, que es el "patio mayor", alrededor del cual se desarrolla la vida de la Reina, y se otorgan las ofrendas que se hacen a la Madre Naturaleza.

Estas características, hasta aquí expresadas, nos orientan hacia el sentido de la cosmovisión aborigen, donde se formula el criterio espiritual y religioso propiciatorio, hacia el agradecimiento y a la vez ruego por el mantenimiento de la salud y convivencia familiar, y garantizar a través de sus espíritus protectores la continuidad de las buenas cosechas y cacerías, para la alimentación del pueblo, en procura del vivir bien. En esta parte es válida la acotación, que en cuanto a la cacería, en la actualidad es escaza, por la constante extinción de las especies de nuestra fauna, por la intromisión de la cacería indiscriminada que en los últimos tiempos hemos podido observar en nuestros bosques, que también han sido talados de manera indiscriminada, destruyendo el hábitat natural de la fauna, lo cual ha venido afectando el desarrollo de Las Turas, ya que entre las ofrendas, que se presentan en los rituales, no aparecen las piezas de cacería que en otros momentos eran presentadas ante el árbol mayor. Pues, así observamos la importancia espiritual, social, política y cultural, del ritual ayamán de las Turas.





 



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Reinaldo Chirinos

Licenciado en Educación Mención Desarrollo Cultural. Facilitador del INCES.

 reinaldoc06@gmail.com

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