La política del siglo XXI
ha de ser para hombres asépticos, probos, inteligentes, sin pasado
delator de malas conductas. Ahí tenemos a Obama, el candidato de los
demócratas en Estados Unidos. Siempre hemos sostenido que los gringos
son igualitos el uno del otro. Es una conciencia imperial que mantienen
desde que salieron de Gran Bretaña para hacerse del mundo. Pero Obama
tiene otra óptica de la democracia, que aunque se dice que en ese país
no manda el presidente sino los emporios, por lo menos ha tenido la
valentía de gritar que una de sus prioridades es no seguir manteniendo
las tropas de uncle Sam en Irak ni en otras partes del mundo, y que
sabrá resguardar la vida de sus soldados. Eso es política; otra cosa
son los hechos. Esperaremos.
Empero, el perfil de Obama
incita al análisis: los días venideros, si es que los racistas de
esa nación no se reencuentran con sus prejuicios, le dará al mundo
la otra figura de la interrogante y quizás el descendiente de la raza
africana le demuestre a quienes lo adversan que la vieja política,
practicada por esos fósiles de la cinemateca, es posible de suplantar
cuando se encara la realidad mundial y se obvia el íntimo placer del
egocentrismo, la trivialidad, el narcisismo, el guerrerismo de la política
imperial.
Es decir, suplantar lo viejo
por lo nuevo es el escenario que requiere el mundo actual, para dejar
atrás los fracasos y los sinsabores que solamente han producido grandes
calamidades. En Venezuela andamos en el mismo camino. El país se encuentra
en sus primeros diez años de Revolución. La trancisión ha sido dura.
Se ha venido creando conciencia. La nación bolivariana crece como la
sombra al caer la tarde. LOS VIEJOS POLÍTICOS DEL FRACASO, los que
han atentado contra el pueblo y su método social, andan pregonando
irresponsabilidades. Dicen que hay una autocracia, una dictadura, un
gobierno personalista, pero hacen uso de El Universal, El Nacional,
Globovisión y CIA para atentar con golpes de Estado y guarimbas versus
el gobierno de la mayoría. Cosas veredes, Sancho, amigo.
En noviembre 23 de 2008 el
país se enfrentará a estos sempiternos enemigos del progreso. Estos
proyanquis, financiados por la oligarquía internacional y el imperio
de George Bush, harán todo lo que esté a su alcance para lograr algún
ajiley, sobre todo en las grandes ciudades. Lo desearán con sádico
placer. Querrán la victoria que los catapulte a derribar los niveles
alcanzados por la revolución bolivariana y sin duda el más firme de
sus propósitos: eliminar a Hugo Chávez Frías. (PERO NO VOLVERÁN).
Viejos y maléficos proyectos. Intentan desde las cúpulas despertar
a sus desfasados candidatos; corruptos, ajados, sin nada que ofrecer
que no sea el “cuánto hay pa’ eso”, “el ponme donde haiga”
y la entrega de la patria. Ésa es su antiquísima forma de hacer política
inmoral, protagonizada por el odio, el barraganismo y el servilismo
al amo del norte, sin dejar a un lado el “disparo primero y averiguo
después”.
Ante esa anomalía de ver el
mundo desde una óptica medieval, incurriendo en los deseos personales,
cipayos y canallescos de la OPOSICIÓN, la revolución le presenta al
pueblo una lista de candidatos, que el dedo bandido de la corrupción
y la inmoralidad no puede señalar en su censura hipócrita. Son candidatas(os)
probos, seres que tal vez como humanos al fin, no podrán ELUDIR la
imperfección que todos llevamos encima, una célula inevitable. No
obstante, sus nombres no tienen escenarios negativos en el contexto
de la revolución social. ¿Quién puede dudar de Jesse Chacón, Diosdado
Cabello, Mario Silva, Aristóbulo Istúriz, Jorge Rodríguez, Rafael
Isea, Jean Carlos Di Martino, William Lara, Henry Falcón, de todos
esos hombres y mujeres que van a la contienda en busca de una alcaldía,
una gobernación que los lleve a demostrar la nobleza trabajadora por
la cual siempre han luchado. El pueblo sabe que esos trogloditas que
ayer lo ignoraron, lo arruinaron y lo alejaron de las riquezas patrias,
no pueden hoy presentarse con una vestimenta de arcángel a proveerlo
de lo que un día le negaron, porque NO ES UN IDIOTA como ellos se lo
imaginan.
Son diez años contra una escenografía
dantesca que empero ha podido superar con creces la revolución bolivariana.
El espacio de los mediáticos se ha ido desinflando con los mismos síntomas
de un gran globo al que se le ha hecho una pequeña incisión. La oposición
en Caracas nada tiene que ofrecer, que no sea un cansado y reumático
Antonio Ledezma, quien al igual que Ramos Allup se alimentó con la
nobleza del pueblo venezolano en aquellos inolvidables días de la inmoralidad,
la corrupción, las eternas orgías y francachelas, que hicieron de
Venezuela en su tiempo una réplica de SODOMA Y GOMORRA, infectada de
droga, sexo, adulterios y vicios extremos.
La Venezuela actual está graduada summa cum laude en esta inmensa universidad que es la lucha social bolivariana. No caerá ante los ojos de unos decrépitos políticos, vasallos de la inercia, alumnos de la decadencia, que como Antonio Ledezma viven de la mentira, el descaro y el oportunismo. En época pasada, dejada atrás por la nueva correlación política mundial, Antonio Ledezma, Ramos Allup, Julio Borges, Timoteo Zambrano, Manuel Rosales, Oscar Pérez, Capriles Radonsky, Carlos Manuel García, Marta Colomina, Anopeleón Bravo, Miguel E. Otero, Mata, Ravell, Cisneros, Leopoldo López, sólo para nombrar algunos, estuvieran ENCARCELADOS, porque ningún Estado que se diga practicante de la democracia, puede soportar entre sus filas a ESTOS GOLPISTAS: ellos lo hicieron el 11 de Abril de 2002. Si una gota de moral hubiese entre sus genes, se alejarían para siempre del índice acusador del pueblo.
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