¿Por qué el 80% no puede escoger a sus propios candidatos?

El impacto negativo que logró la contrarrevolución madurista en el espíritu de organización y lucha del pueblo chavista no es de subestimarse, es devastador. El chavismo fue hasta la muerte de Chávez una ola histórica de emociones sobre la cual se sostenía el proceso de cambios, sin embargo, el chavismo no dejó de ser (y hasta ahora sigue siendo) sólo un sentimiento y anhelo profundo de cambios de un pueblo, pero nunca fue un partido. Lo que el chavismo tampoco supo y al parecer como que lo ignoraba el mismísimo Chávez, era que en su propio seno se anidaba el partido de la contrarrevolución.

Y para completar la devastación en el estado de ánimo del pueblo, hay que sumar la traición de la que fue victima el otro sector de la población, el pueblo opositor por parte de sus dirigentes progringos generando asimismo en este sector de la población fuertes sentimientos de frustración y minando su credibilidad en la política como salida a su situación de empobrecimiento

En resumen, el pueblo venezolano fue divido simplemente en dos toletes para servir de base social para que dos clases políticas que han acumulado riqueza delincuencialmente se mantengan en el poder mientras las grandes mayorías populares se hunden en el empobrecimiento, la desigualdad y privadas de los derechos más elementales. Y estas últimas, seguirán en esa situación hasta tanto no se erijan en esa poderosa fuerza política que almacenan para cambiarlo todo en bien de todos.

Hasta ahora ese 80% se mantiene reducido a una inmensa masa de descontentos que tiene en el diario sobrevivir su propio "Muro de los Lamentos" para desahogarse, pues no tiene, o dicho más correctamente, no se ha hecho con la metodología adecuada para autoorganizarse como la fuerza política mas poderosa que pudiera actuar en el escenario nacional y cambiar radicalmente el rumbo de la historia en beneficio de toda la sociedad.

Mientras tanto, electoralmente las cosas están más o menos así. En el PSUV el candidato es maduro y no se discute, y quien se atreva a cuestionarlo es acusado de sabrá Dios (dado) de qué, porque eso de la democracia participativa y protagónica fue sofocada en ese partido ya que la misma "se presta para hacerle el juego al enemigo". Del lado de la oposición progringa, que es como decir la otra cara del gobierno, la situación es verdaderamente trágica, eso ya está cantado, se montará una mampara, habrá más de cuatro candidatos plegados a los designios del madurismo.

Ahora bien, lo cierto es, que entre maduro y los candidatos de la oposición, a duras penas, reunirán a su favor un 20% de los votos, de un total de 21 millones. Es decir, maduro tiene el 8% que es más o menos 1.680.000 votos, de ahí no sube lo que puede es bajar. Y el otro 12% que completa el 20%, equivale a unos 2.520.000 de votos, para repartírselos entre los cuatro o cinco candidatos de la oposición progringa. Es decir, maduro seguiría en el poder con el pírrico 8%. ¿Cómo se puede gobernar así, no se sabe?

¿Qué significan políticamente estos números? Que ni el madurismo y mucho menos la oposición progringa no cuentan hoy con el consenso democrático del pueblo venezolano para seguir al frente del gobierno, porque son una clase política oligárquica, que ha actuado contrario a los intereses colectivos del pueblo y el país. Pero aun así, el madurismo seguirá gobernando porque el 80% de descontento no ha conseguido transformar el lamento en organización política.

La otra lectura de la realidad política venezolana, es que el madurismo desplazó a los partidos de la oposición progringa como los otroras partidos favoritos del sistema proimperialismo norteamericano y del sindicato de los explotadores; fedecámaras. Ese lugar lo ocupa ahora el madurismo, la fracción contrarrevolucionaria más exitosa que logró derrotar temporalmente a la revolución bolivariana y con ella los sueños de los empobrecidos.

Si hoy, imaginando un escenario idealmente democrático, el pueblo libremente escogiera sus opciones electorales, todos los candidatos del madurismo y de la oposición progringa serían rechazados, el pueblo seleccionaría a sus propios voceros, por ejemplo, a una María Alejandra Díaz. Pero la realidad concreta es que para que eso llegue a ocurrir el 80% debe constituirse en una fuerza política, es decir, el pueblo debe forjar su propio partido, con un programa que reúna sus reivindicaciones históricas tal como se definen en el Proyecto Nacional Simón Bolívar, debe educar su propio pensamiento socialista liberador y democrático, debe establecer toda una concepción estratégica del poder, de lo contrario estará condenado a lamentarse por siempre en su propio muro de los lamentos, sin la capacidad de determinar el futuro que desea.

Por supuesto que plantearse la autodeterminación jamás ha sido fácil, pero peor es no intentar hacerlo, no importa que cometamos errores, ni que tengamos defectos, la virtud radica en desplegar toda la voluntad de deseos de liberación de la cual seamos capaces, aquí la construcción del camino se convierte en un proceso de enseñanzas, y si tenemos que regresar a repetirlo tanta veces sea necesario hay que hacerlo hasta que nos salga bien. Nadie ha dicho que la lucha por vivir mejor es una cosa fácil de lograr, pero aun con todo lo difícil y riesgoso debe hacerse, al menos que decidamos vivir en la indignidad de ser unos esclavos voluntarios.

El momento objetivo es favorable, salgamos a organizar en un solo frente de unidad popular a los empobrecidos y traicionados del chavismo y a los empobrecidos y traicionados de la oposición y que desde ese frente de 80% de fuerza política, convoquemos unas primarias del pueblo y no tengamos ninguna duda de ver transformado el panorama.



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Arnaldo Aguilar Dorta


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