Repercusiones adversas en la fragua de la lucha Independentista de Bolívar (1812-1813-1814-1815)

La fragua de los tiempos insurgentes de la gesta patriótica de Simón Bolívar (XVI)

Vale recordar, que después de la Campaña Admirable y la perdida de la Segunda Etapa Republicana, en Venezuela, las adversidades que acompañaron el periplo revolucionario de Simón Bolívar, comienzan en las playas de Carúpano en agosto de 1814, cuando llegan Bolívar y Mariño, sufriendo sinsabores, después de la derrota en la Batalla de La Puerta, el 15 de junio, y puesta en huida de una muchedumbre caraqueña, que escapaba para salvarse de las garras asesinas de la Legión Infernal del asturiano José Tomás Boves, y encabezada por Bolívar en persona, conocida como la Emigración de Oriente.

Luego del aquel terrible momento, Bolívar y sus más cercanos oficiales y amigos, se aprestan a salir del país, con la escuadra naval de los republicana, al mando del pirata José Bianchi, de origen italiano. Embarcan sus bagajes, a bordo del buque, incluidas las reliquias que conformaban el tesoro, que la Iglesia había confiado su custodia a los patriotas para su resguardo y evitar que cayera en manos de los realistas, y al estar el tesoro a bordo, el pirata Bianchi de manera traidora se lo apropia; leva anclas y escapa. Mariño y Bolívar al darse cuenta, deciden abordar "El Arrogante Guayanés" y "La Culebra", dos buques que pertenecían a la escuadra patriota, y en una audaz, acción logran alcanzarlo, ya en alta mar, donde entablan una desigual negociación, en franca desventaja para los patriotas, que al fin logran convencer a Bianchi, alcanzando recuperar parte del tesoro.

Pero aún les espera una nueva aflicción, al regresar a tierra firma, debido a que Piar y Ribas habían tomado el embarque de Bolívar y Mariño en la nave de Bianchi, para rescate del tesoro, como un acto de escape, para apropiarse de los tesoros públicos. Juzgaron aquella acción como una traición, destituyéndolos de sus cargos y poderes. Por eso al llegar de regreso a Carúpano, son arrestados por Ribas, quien era tío político de Bolívar. Luego es liberado gracias a la influencia de Bolívar, hacia el oficial patriota Manuel Villapol, quien era su custodio, de allí el mismo Bolívar procede a liberar a Mariño.

De Carúpano se embarcan, el día 8 de septiembre, Bolívar y Mariño, pistola en mano, para evitar ser apresados, luego de enterarse que Piar con 200 hombres venía por ellos, desde la isla de Margarita. Nuevamente se dirigen con destino a La Nueva Granada. A estos niveles de anarquía e intrigas internas entre patriotas, llegó el quebrantamiento combativo, en las filas republicanas, situación en la que Bolívar tuvo que sortear esfuerzos de voluntad para poder soliviantar tales situaciones, y así poder proseguir con su inmutable fuerza patriótica, y llevar adelante, tan codicioso proyecto que configuraba la liberación de un continente, atado a las cadenas de la opresión del imperio español.

En esta etapa de la Segunda Época Republicana de Venezuela, en la fragua de la acción patriótica de Simón Bolívar, es importante acotar que los primeros momentos de angustias, que Bolívar sufre, provienen desde la caída de la Primera Etapa Republicana en 1812. Siendo comandante de la Plaza de Puerto Cabello, cuando se pierde esta, por la vil perfidia del traidor Francisco Fernández Vinoni, un subteniente de las milicias de Aragua de origen italiano, se subleva junto a los presos del Castillo San Felipe. Ante aquel desafortunado momento, desde Puerto Cabello le escribe Bolívar a Miranda el 1° de julio y le dice:

"Un oficial indigno del nombre venezolano se ha apoderado, con los prisioneros, del Castillo de San Felipe, y está haciendo actualmente un fuego terrible sobre la ciudad. Si V. E. no ataca inmediatamente al enemigo por la retaguardia, esta plaza es perdida. Yo la mantendré entre tanto todo lo posible".

Miranda le contesta:

"Mi querido Bolívar: Por su oficio de 1º del corriente me he impuesto del extraordinario suceso ocurrido en el castillo de San Felipe. Esto hace conocer a los hombres. Espero con ansia nuevo aviso de usted, y mañana le escribiré con más extensión".

Tal fue el impacto emocional, que de manera negativa afectó el estado anímico del Hombre de las Dificultades, que luego el 12 del mismo mes, desde Caracas le vuelve a escribir a Miranda, diciéndole:

"Después de haber agotado todos mis esfuerzos físicos y morales ¿Con qué valor me atreveré a tomar la pluma para escribir a Vd. Habiéndose perdido en mis manos la Plaza de Puerto Cabello? Mi corazón se halla destrozado con este golpe aún más que el de la provincia. (…) Mi general, mi espíritu se halla de tal modo abatido que no me siento con ánimo de mandar a un sólo soldado; mi presunción me hace creer que mi deseo de acertar y mi ardiente celo por la patria, suplirán en mí los talentos de que carezco para mandar. Así ruego a Vd., o que me destine a obedecer al más ínfimo oficial, o bien que me de algunos días para tranquilizarme, y recobrar la serenidad que he perdido al perder a Puerto Cabello; a esto se añade el estado físico de mi salud, que después de trece noches de insomnio y de cuidados gravísimos me hayo en una especie de enajenamiento mortal. (…)

Y el 14 de julio le vuelve a dirigir otra desesperada misiva donde le escribe:

"Mi General: lleno de una especie de vergüenza me tomo la confianza de dirigir a Vd. El adjunto parte, apenas de una sombra de lo que realmente ha sucedido.

Mi cabeza, mi corazón no están para nada. Así suplico a Vd. Me permita un intervalo de poquísimos días para ver si logro reponer mi espíritu en su temple ordinario.

Después de haber perdido la última y mejor plaza del estado, ¿Cómo no he de estar alocado, mi general?

De gracia no me obligue Vd., a verle la cara! Yo no soy culpable, pero soy desgraciado y basta".

Y como si esto fuera poco, el deterioro emocional y psíquico, en la semblanza de aquel abatido ser, se hace manifestar en las sombras del dolor y la desesperanza que toca en el alma humana, la acción de la guerra. Otra desventura que lo agobia, es la Capitulación de Miranda, en San Mateo el 25 de Julio de 1812; Tal decisión adoptada por El Precursor, lo abruma de manera amarga, sintiéndose arropado por el signo de la adversidad y la duda; una incertidumbre, que lo lleva a juzgar, la conducta de Miranda, como traidor a la causa republicana, lo que termina fatídicamente con el trágico episodio, al encabezar, el grupo de patriotas que se dirigen a la Guaira, prestos a la captura de aquel desdichado prócer, sin la intención, según el mismo Bolívar, de entregarlo al enemigo, sino juzgarlo por lo que ellos, suponían que Miranda había traicionado la causa patriótica, y que luego, por desgracia y la desleal acción de Manuel María de las Casas, un patriota, que siendo comandante de la Guaira, integra el grupo de patriota que apresan a Miranda, que luego es entregado a las autoridades españolas, al mando de Monteverde; lo que le costaría al Precursor de la Causa Republicana de América, ser sometido al más tormentoso presidio, en la Carraca de Cádiz, (España) durante cuatro años, hasta el día de su muerte, el 14 de julio de 1816.

Después Simón Bolívar, cuando se dispone emprender la Campaña Libertadora de 1813, hacia Venezuela, le escribe desde Cúcuta al Secretario de Estado del gobierno de la Unión, donde le dice: "… es preciso convenir que las capitulaciones vergonzosas de Miranda, no fueron la obra de Monteverde, si no de las circunstancias, y de la cobardía del general del Ejército de Venezuela". Pues se ha creído, por versiones de algunos historiadores que han referido a la entrega de Miranda al gobierno de Monteverde, como una traición de parte de Bolívar, por ser este el líder del grupo de patriotas que arrestan a Miranda, podemos entender que por más turbado que hubiese estado, emocionalmente Bolívar, por aquella acción del Generalísimo, errada o no, jamás lo hubiera entregado al enemigo, lo más cierto que podemos suponer, es, que hubiese sido juzgado y fusilado por los patriotas; sin embargo existe una carta que Monteverde le escribe al Gobierno español, que llama la atención al respecto, ya que fue fechada el día 26 de agosto, el mismo día en que el Jefe realista le expide el pasaporte a Bolívar, donde dice:

"Los que fueron contagiados, pero de algún modo obraron opuestamente a la maligna intención de los facciosos, deben ser perdonados de su extravío y aún tenerse en consideración sus acciones, según la utilidad que haya resultado de ellas al servicio de S. M. En esta clase se hallan Manuel María de las Casas, Miguel Peña y Simón Bolívar. Casas y Peña eran los que estaban encargados del gobierno de La Guaira (…) Casas con el consejo de Peña y por medio de Bolívar había puesto en prisiones a Miranda (…) Yo no puedo olvidar los interesantes servicios de Casas, ni de Bolívar y Peña, y en virtud no se han tocado sus personas, dando solamente al segundo sus pasaportes para países extranjeros, pues su influencia y conexiones pueden ser peligrosas en estas circunstancias".

Monteverde en esta comunicación rebela que Casas, Peña y Bolívar a pesar de pertenecer al bando patriota no han sido tocados, ya que sus acciones son consideradas como servicio al Gobierno realista, permitiéndole a Casas y Peña, permanecer tranquilamente en el país, mientras que a Bolívar se le solemniza el pasaporte, según Monteverde, por razones de sus influencias y conexiones que podían resultar peligrosas, como en efecto sucedió meses después, cuando en 1814, entra triunfante a Caracas, desde Nueva Granada en la Campaña Admirable.

Luego de la caída de la Segunda Etapa de la Época Republicana, El Libertador va a su segundo exilio hacia la Isla de Curazao y después de una tormentosa estadía allí, debido a las precarias condiciones económicas y demás estrecheces, pasa a la Nueva Granada; Allí se dirige a Tunja con Urdaneta, El 22 de noviembre, se presenta ante el Congreso Federal, a quien le rinde informe de la situación en el territorio de Venezuela y ofrece sus servicios al Gobierno de las Provincias Unidas de la Nueva Granada, a la vez solicita ayuda militar, para volver a Venezuela a restituir la República.

Siendo aceptados sus servicios, es nombrado General de División. Luego el 28 de noviembre se le ofreció el mando de un ejército conformado por soldados neogranadinos y venezolanos, con la misión de tomar la ciudad de Santafé de Bogotá, que estaba en poder de los centristas que defendían el gobierno del Estado Libre de Cundinamarca, lo cual fue aceptado, con la ansiada esperanza, de recibir la ayuda en armas y soldados y demás elementos de guerra, para la liberación de su patria natal.

La misión que se le asignaba era someter a Cundinamarca obligándola a unirse al Gobierno de las Provincias Unidas, lo cual Bolívar logra, tras asediar a la ciudad de Santafé de Bogotá, los días 10 al 12 de diciembre 1814, con 1800 soldados a su mando. Era un momento crítico que Bolívar tuvo que enfrentar, donde la nueva granada experimentaba un período de tensión entre los bandos republicanos neogranadinos, divididos y enfrentados en una guerra civil, entre federales y centristas; en este caso Bolívar con un ejército conformado por soldados venezolanos y neogranadinos, le toca luchar a favor del Gobierno Federal, que tiene que enfrentar a los centrista que defendían la Ciudad de Santafé de Bogotá. Ejecutado el asedio a la ciudad durante tres días, logra Bolívar la capitulación de los centristas, quedando la Nueva Granada unificada por el Gobierno Federalista.

La Nueva Granada en 1815, se encontraba dividida territorialmente bajo la influencia en tres tendencias políticas en pugna; por un lado estaba el territorio de las Provincias Unidas de Nueva Granada: Antioquia, Pamplona, Cartagena, Neiva y Tunja, gobernadas por el gobierno federalista; el Estado Libre de Cundinamarca, radicada su capital en la ciudad de Santafé de Bogotá, en poder de los centristas, mientras que en Santa Marta y Riohacha estaban posicionados los realistas.

El 15 de diciembre, Bolívar fue nombrado Capitán General de los Ejércitos de la República, ahora con el encargo de expulsar a los realistas atrincherados en Santa Marta,​ y de allí combatir a Rio Hacha, Maracaibo y Coro, donde permanecía el gobierno de los realistas, el resto del territorio Venezolano; esta era la esperanzadora intensión de volver a encabezar la lucha por la independencia de Venezuela; pero aún el gobierno establecido en Bogotá, no lograba unificar los esfuerzos de los patriotas, debido a que Cartagena se hallaba en poder del Coronel Manuel Del Castillo y Rada, que se opone al avance de las tropas de Bolívar, ya que las relaciones entre los dos jefes estaban deterioradas desde 1813, luego de la Batalla de Cúcuta, y contando el Coronel Del Castillo con el apoyo del nuevo Gobernador de Cartagena, Juan de Dios Amador, que sugiere no obedecer ninguna orden de Bolívar y el mismo Castillo publica una circular para los pueblos del Magdalena, en la que llamaba a usar la fuerza contra las tropas de Simón Bolívar, en caso de este intentara avanzar por el territorio de Magdalena.

El Hombre de las Dificultades, una vez más estaba atrapado en las vorágines de las intrigas y ambiciones personalistas, envueltas en la turbulencia de una guerra civil, por parte de algunos jefes neogranadinos portadores de la anarquía. Ya Bolívar no contaba con las armas y el transporte para atacar y liberar a Santa Marta, que constituía el último avance de aquella misión, para luego llegar a territorio venezolano; sin las armas y transporte no podía atacar Santa Marta, por lo que debió quedarse en Mompox, donde sufre la desventura de las deserciones y la epidemia de viruela, hacían estragos en el seno de la tropa, con un alto el número de soldados enfermos, y como pudo, decide arriesgarse y llegar a Magdalena y de allí a Barrancas, desde donde envía comunicación explicando al Gobernador Juan de Dios Amador, tratando de hacerle entender que sus intenciones era pacíficas, sin embargo la respuesta de este Gobernador y sus jefes, fue de repercusión negativa más bien lo que hizo fue incitar a los soldados de Bolívar a que desertaran, llegando al punto de la más pérfida y desleal actitud de aquel gobernante, al concebir un artificio de engaño, ofreciéndoles pasaportes a las personas dispuestas a dar ayuda a Bolívar, pero cuando los voluntarios acudieron a solicitarlos, fueron encarcelados y embarcados en un buque siendo desterrados al extranjero entre ellos, José Luciano D'Elhuyar, coronel patriota neogranadino. Este Coronel al poco tiempo, cuando Morillo somete a Cartagena, regresa desde la isla de Jamaica, en auxilio de los patriotas neogranadinos, pero en el trayecto marítimo pierde la vida cuando el buque donde viajaba, con los auxilios naufraga, en diciembre de 1815.

Respecto a esta difícil situación histórica, la escritora Adelaida Sourdis Nájera, en su ensayo titulado "El precio de la independencia en la Primera República: La población de Cartagena de Indias (1814-1816)" publicado en el Anuario de Historia Regional y de las Fronteras, vol. 12, Universidad Industrial de Santander Bucaramanga, Colombia 2017, dice:

"En 1814 el Gobierno de la Unión entregó al General Simón Bolívar el mando de un ejército de tres mil hombres mal armados y le dio instrucciones de recoger víveres, armas y municiones en Cartagena -a cuyo gobierno instruyó al respecto-, para ir a someter a Santa Marta, foco realista del Reino, en donde se instalaron las autoridades españolas y se refugiaron muchas personas afectas a la monarquía. Rencillas políticas internas y ambiciones personales enfrentaron al gobierno cartagenero con Bolívar, a quien no sólo no se le facilitaron las armas, sino que vio diezmado su ejército por la inacción y las deserciones. Intentó tomarse la ciudad por la fuerza y la sitió durante varios meses sin resultado, pues los cartageneros, liderados por el Brigadier General Manuel del Castillo, viejo antagonista de Bolívar, se resistieron y le pusieron toda clase de obstáculos al desarrollo de su misión".

Según Daniel Florencio O'Leary en las Memorias relata:

"La situación de los pueblos de la Provincia no fue mejor. En un primer momento el gobierno de Cartagena y el Brigadier Castillo se encargaron de atemorizarlos, pintando a Bolívar como un monstruo despiadado, con el resultado, según informó éste al Secretario de Guerra de la Unión, que "las poblaciones han sido abandonadas, y sus habitantes refugiados en los montes, matan y roban a cuantos transitan"

Ante tan afligida situación, el Libertador hizo una junta de guerra, en la que le propone a sus lugartenientes de aceptar su renuncia y partida. Dirigió un acta al comisionado del Gobierno de la Unión Juan Marimón, con su renuncia el 7 de mayo, lo que permitió a la mayoría de jefes y oficiales marcharse. Al día siguiente, en el caño de Basurto se embarcó en el bergantín inglés La Descubierta, partiendo para Kingston Jamaica el día 9, ​Para explicar las razones de su renuncia y destierro, Bolívar escribió una carta desde Kingston, dirigida al Gobierno de Nueva Granada, el 10 de julio de 1815, en la que escribe:

"¡Soldados! El gobierno general de la Nueva Granada me puso a vuestra cabeza para despedazar las cadenas de nuestros hermanos esclavos en las provincias de Santa Marta, Maracaibo, Coro y Caracas. Venezolanos, vosotros debíais volver a vuestro país: granadinos, vosotros debíais restituiros al vuestro, coronados de laureles. Pero, aquella dicha, y este honor se trocaron en infortunio. Ningún tirano ha sido destruido por vuestras armas: ellas se han manchado con la sangre de hermanos en dos contiendas, iguales en el pesar que nos han causado. En Cundinamarca combatimos por unirnos: aquí por auxiliarnos. En ambas partes la gloria nos ha concedido sus favores: en ambas hemos sido generosos. Allí perdonamos a los vencidos y los igualamos a nosotros: acá nos ligamos con nuestros contrarios para marchar juntos a libertarles sus hogares. La fortuna de la campaña está aún incierta: vosotros vais a terminarla en los campos enemigos, disputándolos el triunfo contra los tiranos.

¡Dichosos vosotros que vais a emplear vuestros días por la libertad de la patria! ¡Infeliz de mí, que no puedo acompañaros, y voy a morir lejos de Venezuela, en climas remotos, porque quedéis en paz con vuestros compatriotas! Granadinos, venezolanos, que habéis sido mis compañeros en tantas vicisitudes y combates, de vosotros me aparto para ir a vivir en la inacción, y a morir por la patria. Juzgad de mi dolor, y decidid si hago un sacrificio de mi corazón, de mi fortuna y de mi gloria, renunciado al honor de guiaros a la victoria. -La salvación del ejército me ha impuesto esta ley: no he vacilado. - Vuestra existencia y la mía eran aquí incompatibles. Preferí la vuestra. Vuestra salud es la mía, la de mis hermanos, la de mis amigos, la de todos, en fin, porque de vosotros depende la República".

Mientras la guerra civil hacía estragos entre patriotas neogranadinos, en las costas de Venezuela hace el desembarco, el Mariscal de Campo Pablo Morillo, con alrededor de 15.000, soldados españoles, estrenados para la reconquista del poder español en las colonias Americanas, y muy pronto estaría en territorio de la Nueva Granada. y Simón Bolívar, se dirige con el pesar de su desventura a cuesta, pero aún con la esperanza y optimismo patriótico en alto, a la Isla de Jamaica, donde tampoco la suerte le es muy indulgente.



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Reinaldo Chirinos

Licenciado en Educación Mención Desarrollo Cultural. Facilitador del INCES.

 reinaldoc06@gmail.com

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