Venezuela, una nación que se ha dejado

Para mí, no están nada claros los objetivos que tendría el referéndum convocado recientemente por la Asamblea Nacional. Como ya han señalado destacados juristas, desde María Alejandra Díaz, hasta el finado Doctor Román Duque Corredor, "influencers" y periodistas entrevistadores, expertos internacionalistas y hasta los que conversan en la panadería, no tiene sentido consultar algo que ya está decidido y muy claro en la Constitución Nacional y, por tanto, es un mandato: defender la integridad territorial de la Nación. Además, ese referendum no tiene ningún efecto jurídico en el litigio, fuera de Venezuela, ni ante las potencias implicadas (Gran Bretaña, Estados Unidos), ni ante los demás involucrados y que han dicho algo al respecto, casi siempre a favor de los intereses de Guyana (los del CARICOM, incluso la "hermana" Cuba, la OEA, y pare usted de contar).

No sabemos ni siquiera qué pregunta se le plantearía a los ciudadanos. Lo más obvio (como sugiere Clodovaldo Hernández en un artículo reciente, al enmarcar la iniciativa en una burla de las quejas de la oposición porque el contrario, el gobierno, se defiende), es que se trata de una maniobra distractora acerca de la terrible situación social y económica del país, que busca, entre otras cosas, sabotear la primaria de la oposición, "aceitar" la maquinaria del PSUV, obligar a un voto unánime que "luciría" a favor del gobierno cuando no es así y dar la oportunidad para acusar a quienes no voten de "traidores a la Patria", con lo cual no es descabellado que se plantee una nueva ola represiva.

Por otro lado, si la pregunta se limita a la simple ratificación de lo que ya aprobó el pueblo cuando sancionó la actual Constitución, se corre el riesgo de que una fuerte abstención o hasta un voto negativo importante, sea utilizado por Guyana y sus aliados para desestimar los reclamos venezolanos. Quiero decir, yo votaría que sí por la presente Constitución, pero no solo en lo que se refiere a la defensa de la soberanía nacional y la defensa de la integridad territorial, sino también en todo lo demás; lo cual implica derogar la presente "Ley Constitucional" "Antibloqueo", máscara de un estado de excepción de hecho. Otros, por estar molestos (con razón, sea dicho de paso) no irían a votar. Incluso, algunos (arguyendo cualquier cosa) votarían que no ¿Eso qué mostraría al mundo? Un país dividido, fragmentado, hastiado de sus políticos. Lo cual se parece mucho a la realidad, por cierto. Evidenciar una vez más esto, le hace agua la boca a los que quieren apoderarse de esos territorios.

Cabe preguntarse: si siempre hemos defendido el "Utis Possidetis Juris", y nuestras fronteras debieran ser las que tenía la Capitanía General de Venezuela cuando culminó la separación de la Gran Colombia, ¿por qué nuestro país ha perdido tanto territorio por todos lados? Al oeste, con Colombia, al sur con Brasil y, por supuesto, al este con Guyana. Eso nos remite a la historia de Venezuela misma, a esos casi 200 años, en los que hemos sido despojados. Nos hemos dejado. Y en esto, la responsabilidad es de todos los gobiernos de la vida republicana. Desde Páez casi, hasta Maduro, pasando por los años de Chávez.

Venezuela ha sido una nación que se ha dejado. Siempre ha querido razonar con unos malandros de mucha fuerza a nivel internacional, y, a juzgar por los resultados, ha perdido. Se mantuvo honestamente tranquilo cuando hubo aquella rebelión del Rupununi, cuando un segmento importante de la población aborigen se declaró venezolana y pidió apoyo a Caracas. Eso fue durante el gobierno de Raúl Leoni. Pero igual pasaron cosas lamentables en todos los demás gobiernos.

Como cualquiera puede ver, Venezuela no tiene aliados en esta pelea. Ni los países del CARICOM, siempre beneficiados por el suministro de petróleo barato; ni Cuba, quien desde siempre apoyó la causa guyanesa, asimilada con "las luchas de los pueblos contra el colonialismo" (hasta Fidel Castro en una oportunidad acusó a Venezuela de país "agresivo y expansionista" por reclamar lo suyo). Cuba sigue recibiendo su petróleo. Sigue influyendo en las posiciones venezolanas, como lo hizo masivamente durante el mandato de Hugo Chávez ¡Gran aliado!

Da la impresión de que todos esos gobiernos se aprovecharon de una generosidad que ahora se evidencia que no se merecían. Hace doce años, en septiembre de 2011, Nicolás Maduro, siendo Canciller, se reunió en Guayana y nada se reclamó acerca de extender los límites de la costa atlántica. En 2012, Hugo Chávez usaba un mapa en el que los límites de Venezuela no comprendían el Esequibo, para explicar el valor geográfico de nuestra ubicación al norte de Suramérica (ver "Aló presidente": 29/6/12). En 2004, después de superada la crisis de 2002, Chávez visita Guyana y allí declara que el asunto del Esequibo sería eliminado del marco de las relaciones sociales y políticas entre los dos países, Guyana y Venezuela. En 2007, el embajador guyanés en Caracas afirmaba que la fraternidad entre dos países socialistas implica abandonar el contencioso fronterizo y vivir en paz. En su visita oficial a Guyana, en 2013, Maduro reitera que la controversia territorial es una herencia del viejo colonialismo. Nos dejamos porque quisimos. Porque los gobernantes querían ser líderes del Tercer Mundo, América Latina, el Abya Yalá o algo así…

Estamos solos. Ni una sola de las naciones latinoamericanas "hermanas" es aliada en esta pelea. Tampoco los "nuevos aliados", como China, cuyas empresas son socias de Exxon en la explotación petrolera en aguas territoriales aún por delimitar con Venezuela. Este país respaldó las expresiones de soberanía china sobre Taiwán ¿Hubo correspondencia del gobierno de Xi? Nada. Rusia no ha dicho esta boca es mía en este asunto. Tal vez hasta aproveche para meterse en el negocio guyanés junto a su amigo chino.

¿Se trata de consultar si vamos a la Corte Internacional de Justicia? No creo. Ni Jorge Rodríguez suelta prenda todavía. Pero hay que hacer notar que la posición de Venezuela siempre ha sido mantenerse en las conversaciones directas (en las que participe el Reino Unido como factor claramente presente), en el marco del Acuerdo de Ginebra de 1966, respecto al cual hay una Ley aprobatoria, cuya derogación está expresamente prohibida, incluso a través de referendum, por el artículo 74 de la Constitución Nacional. Además, la CIJ no tiene como materia resolver el punto álgido colocado por los intereses petroleros en juego: las aguas territoriales, la proyección atlántica de ese territorio ¿Esto necesita consultarse?

¿Hay el peligro de una base norteamericana en Guyana? Cierto. Hasta hoy el gobierno de Guyana ha recibido propuestas por 8 de los 14 bloques de petróleo que estaban bajo licitaciones. Las adjudicaciones se harán a finales de este año. ¿Es que el antiguo canciller, hoy presidente de República, piensa que ese sería punto de la negociación con Guyana y Gran Bretaña? ¿Qué medidas tiene previsto el "geopolítico" Padrino frente a esta eventualidad? ¿La Guerra Popular Prolongada de Mao Ze Dong?

Pero también puede pensarse en una base china, a juzgar por los intereses (petroleros) del gigante asiático allí. Por cierto, esos acuerdos que dicen que logró Maduro en Beijing parece que al final se hicieron en función de los intereses de las empresas chinas, y no tanto de los intereses nacionales. Despertarán muy pronto de sus sueños quienes esperan que en Carabobo, por ejemplo, volverá la zona industrial de los sesenta y setenta. Lo que viene, en el mejor de los casos, es maquila, el aprovechamiento de la fuerza de trabajo barata a que ha quedado reducida la venezolana, y las empresas de alta tecnología requieren de una producción y distribución de energía que quedará, íntegra, en manos de los chinos y sus especialistas, innovadores y tecnólogos; mientras que nuestras universidades, que hoy mueren de mengua (mientras que de hambre lo hacen sus profesores). Este gobierno ha sido tan mal negociante que ningún acuerdo de "transferencia tecnológica" se ha cumplido desde 2006. Seguimos (y, al parecer, seguiremos, aunque con amo nuevo de ojos rasgados) siendo tan tecno-dependientes como siempre, y esos acuerdos con los chinos no muestran un cambio.

La respuesta no es militar. Este, que es un gobierno pretoriano por lo bonapartista, que ha perfilado su "Hombre Nuevo" como aquel General que es a la vez empresario (o, más bien, nuevo rico) y jefe político, tal vez irónicamente, no se atreve a sugerir eso. Tampoco nosotros (yo, por lo menos) queremos una guerra, que también perderíamos, dada la situación política internacional (no tenemos aliados) y nacional (escaso respaldo a este gobierno, que tendría que exigir todavía más sacrificios a la población). No olviden que la guerra es solo la continuación de la política. Y la política es economía concentrada.

Una propuesta ha sido la del ingeniero Milán Arcia, de entrar en la competencia por las inversiones de las petroleras. Así, Venezuela debiera abrir en licitación bloques gasíferos y petrolíferos en las mismas aguas cercanas al área de conflicto y otorgarlos a países con marcada asimetría geopolítica, sólidos y con poderío militar. Ofrecer licitaciones de esos bloques con marcadas ventajas financieras y presionar así el desenlace de una negociación definitiva. En otras palabras, beneficiar a China y Rusia vendiendo bloques gasíferos y petrolíferos a precios de gallina flaca. El detalle es que China ya está en el negocio con Guyana desde 2015. Tarde piaste, pajarito.

Posiblemente, la postura más razonable sea la que esbozó Antonio Ecarri: un gran acuerdo nacional entre todas las fuerzas políticas, comenzando por el PSUV como gran convocante, para defender el Esequibo, retrotraer el conflicto a las condiciones del Acuerdo de Ginebra y crear de inmediato una base militar y científica en la isla de Corocoro para impedir que Guyana se coja la fachada atlántica frente al Delta del Orinoco.

Y sobre todo, ya dejar de "dejarse".



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Jesús Puerta


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