La esclavización y lucha de los esclavizados

La fragua de los tiempos insurgentes de la gesta patriótica de Simón Bolívar (VII)

La metodología de la conquista fue el sojuzgamiento del aborigen por parte del colonizador español, al robarles las tierras y riquezas naturales, lo que contribuyó sin duda alguna al inicio del sistema económico que hoy conocemos como el capitalismo salvaje, por su características de explotación y dominación violenta y criminal, lo cual condujo a una inminente extinción de los habitantes originarios trayendo como consecuencia para los colonos, la perdida de gran parte de la mano de obra que proporcionaban de manera involuntaria los aborígenes, que morían irremediablemente debido a las condiciones de excesivo trabajo forzado y las torturas propinadas por los amos esclavistas criollos y españoles, por lo que el régimen colonial manejado desde las esferas reales de España decide, a través de macabras leyes, traer desde el continente africano, seres humanos para comercializarlos como "piezas", para esclavizarlos

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Según Arcaya, la importación de negros en las colonias españolas de América empezó en el siglo XVI, la Corona Española concedió licencia para traer esclavos al Continente Abya Yala, desde tierras africanas. Los primeros seres humanos de piel negra, procedentes de la trata negrera llegaron a Venezuela en 1517. Inicialmente fueron 4000 africanos secuestrados, comercializados por los mercaderes de las mafias "negreras" y los señores colonos, explotadores de seres humanos, usurpadores de las tierras de los aborígenes y extractores de las riquezas naturales de nuestro suelo. El número de explotados traídos desde la Madre África, aumentó cuando se desarrollaron las agricolas. Según Gallegos Ortíz, en el año 1553, se presenta una de las primeras rebeliones populares, que lidera el Negro Miguel desde las Minas de Buría:

"los negros cimarrones los empieza a reunir, compartiendo con ellos el rencor generado por la violencia de los invasores europeos, Va cultivando en ellos la idea de venganza y de libertad y los hace entender que el único camino que les queda es la rebelión. Miguel había sido esclavo en las minas de Buría desde donde deserta para plasmar por primera vez una idea de revolución para hacer patria. Y así avanzó con aquel ejército de cimarrones y aborígenes, nombrándose rey y reina a su mujer, y atacó a los blancos esclavistas y encomenderos durante tres años, desde Buría hasta Barquisimeto, hasta ser derrotado por las fuerzas realista, desde el Tocuyo va una expedición encabezada por Diego de Lozada propina la derrota de aquel primer grito de patria que se extendiendo por todo el continente llamando a la insurgencias necesaria". (Gallegos Ortiz 1985).

Efectivamente, el primer movimiento de rebelión antiesclavista, sin menoscabar la importancia de las primeras insurgencias aborígenes, la encontramos en la zona de Buría, cuando apenas se implanta el régimen de esclavitud de la población "negra", traída del Continente Africano. Para el siglo XVII encontramos la sublevación de los negros perleros de la isla de Margarita, en 1603. Después de levantarse contra sus explotadores, según relata Manuel Vicente Magallanes:

"Los negros abandonaron la isla y, pasando en frágiles embarcaciones el brazo de mar, se unieron a las gentes de su clase que habitaban Costa Firme, internándose con ellos en la zona boscosa de las montañas. Aquí establecieron un cumbe, nombraron reina a una mujer de su raza y fortificaron los alrededores, preparándose para la defensa.- (' Magallanes, Manuel Vicente. Luchas e insurrecciones en la Venezuela colonial. Caracas: Editorial Tiempo Nuevo, S.A. 1972. p. 73.)

Para 1650 existía en los Valles del Tuy, Charallave, Yare, Pariaguán, La Guaira y Paracotos, un importante núcleo de cimarrones en convivencia con comunidades formadas por esclavizados huidos y aborígenes, en permanentes enfrentamientos con los amos esclavista y las autoridades coloniales". En las décadas finales del siglo XVI, la rebeldía se expande. La revolución popular de negros y aborígenes se manifiesta en todo el territorio de la Provincia de Venezuela. La rebeldía popular es golpeada vilmente, pero no eliminada. La resonancia de aquellos primeros gritos de libertad se hace incontenible junto a la cimarronera encabezada por el llamado "mariscal" Castellanos, que también se alzan en las cercanías de Maracaibo, se atrincheran en las riberas del Lago y resisten durante cinco años de recios combates. Desde allí se inicia la fragua de los tiempos insurgentes, lo que nos indica que estos conflictos, se mantienen durante todo el siglo XVII y XVIII.

Se destaca la rebelión liderada por el zambo Andrés López del Rosario, (Andresote) en el Valle del Yaracuy entre los años de 1730-1733, lo que se considera la primera protesta que se levanta en contra de los controles comerciales dispuestos por la Real Compañía Guipuzcoana, establecida en la Provincia de Venezuela en 1728. En esta rebelión social se destaca el apoyo por el descontento de los productores de cacao del valle yaracuyano y de los contrabandistas holandeses en su enfrentamiento contra el régimen de monopolio que ejercía la Compañía Guipuzcoana, generando un gran movimiento social, con un importante apoyo popular, logrando derrotar las expediciones militares que el gobierno español organiza en contra de los rebeldes, como la expedición dirigida por Juan de Manzaneda, con 300 soldados que fue totalmente destruida, por los insurrectos, transformándose esta rebelión en una lucha contra la esclavización, que no era otra cosa que la lucha de clase, de aquel momento. Según Iliana Gómez Tovar, apunta que:

"En este contexto Juan Andrés López de Rosario, zambo descendiente de africanos, se convirtió en la persona que luchaba por los intereses de quienes estaban involucrados en el comercio ilícito, razón por la cual tuvo el apoyo de negros cimarrones, indios y comerciantes holandeses".

Según Eduardo Arcila Farías dos movimientos se destacan en el siglo XVIII. Una conspiración de esclavizados y libres, en las haciendas ubicadas en Guarenas, Guatire, Capaya, Caucagua, Santa Lucía, en abril de 1749 y Otra que está formada por africanos esclavizados y aborígenes tributarios que forman bajo las banderas de la rebelión agraria y campesina que coincide con la rebelión de Juan Francisco de León, contra la Compañía Guipuzcoana, entre 1771-74 conjuntamente con medianos y pequeños propietarios canarios, negros libres y "blancos de orilla" y, las acciones de acoso permanente a hacendados y autoridades españolas de grupos de esclavizados fugitivos acaudillados por el Negro Guillermo, esclavo de Marcos Ribas, en Panaquire y Valles del Tuy. Esta rebelión se desarrolla en los Valles de Aragua, Tuy y Barlovento, extendiéndose hacia los Llanos y el Oriente, y tiene su fundamento en exigir la libertad de los esclavizados.

Las insurrecciones en la Sierra de Coro en 1795,Liderada por José Leonardo Chirino, la de 1797 liderada por José María España y Manuel Gual y la de Maracaibo, en 1799, liderada por Francisco Javier Pirela, toman las armas reclamando la aplicación de la ley de los franceses, en su justa lucha, pero son derrotados y masacrados por las fuerzas políticas y sociales en las que se une el poder militar y eclesiástico, los amos criollos y peninsulares, los Cabildos e instituciones del poder político representativas del Gobierno Realista.

En cuanto al fundamento ideológico de todos estos movimientos revolucionarios, Federico Brito Figueroa plantea que "La realidad histórica condicionó al desarrollo de movimientos incipientes en los que la liberación humana se confundía con un vago recuerdo del pasado, un regreso a formas políticas e instituciones propias de las comunidades primitivas, indígenas o africanas".

La apreciación que podemos observar en el estudio y análisis de las estrategias, organizadas por los explotados prófugos, desde los quilombos, cumbes, palenques y rochelas, como tipos de comunidad de cimarrones, donde también estaban los aborígenes escapados de las encomiendas y misiones, blancos de orilla y el apoyo de las comunidades adyacentes, en la planificación de las estrategias, sobre las acciones insurgentes, podemos apreciar en cada una de esas acciones, la representación de una rebelión social, que se estaba incubando la lucha de clases, pero que a la vez contienen rasgo muy particulares que apuntan hacia la búsqueda de la toma del poder, para organizar un nuevo orden político, como es el caso la rebelión del Negro Miguel, que se proponía constituir un reinado y otras como la rebelión de José Leonardo Chirino o la de Gual y España, aunque esta, estaba acaudillada por blancos criollos, también estaban comprometidos aborígenes, pardos y descendientes africanos.

En estas rebeliones Se perfila un programa de gobierno, basado en la justicia social, la liberación de los esclavos y la conformación de un gobierno republicano, sobre todo en la de Chirino y Gual y España. Y finalmente vemos cómo Simón Bolívar canaliza y cataliza todo ese cúmulo de experiencias insurgentes y las encausa hacia un fin ideológico, mediante la combinación táctica, para hacer la guerra de emancipación, que en efecto obtuvo un logro triunfal, con la unión de los estratos sociales, hasta donde fue posible, tomando como fuerza motriz de la guerra, a la gran masa popular descontenta y oprimida, contribuyendo de alguna manera con la liquidación de la figuración de castas, aún con las consecuencias resultantes de la guerra independentista, que repercutieron en posteriores momentos en la época republicana.

Ahora bien, al ubicarnos en el terreno de las ideas de los esclavizados en su lucha por la libertad, podemos partir de este planteamiento de Federico Brito Figueroa:

"En la segunda mitad del siglo XVIII la lucha de los esclavos ya no se inspira en elementos ideológicos conservadores (pensamiento mágico primitivo, principios religiosos) sino que se nutre en la ideología revolucionaria del momento: los principios proclamados por la revolución democrático-burguesa en Europa y por los jacobinos negros en Haití y Santo Domingo". "Después de 1789 agentes franceses se ocuparon de mostrar a los negros todas las posibilidades. Después de 1804 la tarea correspondió a los haitianos". (Brito Figueroa, 1985).

Si nuestros ancestros recibieron fuertes derrotas en sus valientes batallas no significa que la guerra se perdió, fueron luchas que se dieron entre derrotas e importantes triunfos, en los combates por la libertad, La guerra no se ha perdido aún, todavía esa guerra sigue latente entre los revolucionarios y revolucionarias, de los descendientes de los aborígenes, africanos y blancos de orilla, los marginados y marginadas de hoy, que seguimos cultivando la semilla de la esperanza libertaria que nos sembraron nuestro primeros padres luchadores por la libertad y la independencia, y con la espada que legamos de nuestro Libertador Simón Bolívar, esa espada libertadora que emancipó pueblos oprimidos, hoy vuelve a brillar con su nítido filo de libertad e independencia política, social, económica, y cultural que aún no hemos podido lograr a pesar de la intensas luchas que el pueblo ha dado, en sacrificio por el sueño de la Libertad.



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Reinaldo Chirinos

Licenciado en Educación Mención Desarrollo Cultural. Facilitador del INCES.

 reinaldoc06@gmail.com

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