William Ojeda es un camaleoncito
que durante muchos años se la estuvo ando de revolucionario. Hoy pertenece
a esa pléyade de fascistas que mira con el rabo del ojo. Según vivió
en el barrio José Félix Ribas de Petare. Es decir debe conocer
como es la vida en un barrio, ¿cómo fue su actitud mientras estuvo
conviviendo con hombres y mujeres que tienen una óptica muy distinta
a como piensa un habitante del Country Club o de Lagunitas? William
Ojeda es uno de esos sujetos que se niegan a ver las cosas con objetividad.
Habla de inseguridad, pero ¿se ha dado cuenta de que el estado Miranda
gobernado por el oposicionista como él, Capriles Radonsky es
donde más crímenes se suceden semanalmente? El barrio José Félix
Ribas de Petare donde él vivió pertenece al mismo estado donde está
el Country, Lagunita, Manzanares, Las Mercedes.
Los barrios populares del estado
Miranda son lugares que les llenan las páginas rojas a los periódicos
caraqueños los días lunes, pero, ¿en esas urbanizaciones de lujo,
¿cuántas muertes se suceden los fines de semana? William Ojeda que
según habitó en José Félix Ribas le mete a la demagogia de frente,
de perfil y de costado. La inseguridad que lucubra oralmente
no la sufren las castas, la burguesía, el fascismo, los mantuanos:
la sufre es el pueblo y a los cipayos no les importa lo que le pasa
al pueblo. Su pana Capriles Radonsky no les importa el pueblo ni a ninguno
de la oposición, porque ellos no saben lo que es la candela en un barrio.
¡Demagogia barata!
Que Enrique Mendoza esté
gritando de que no hay libertad de expresión, viene siendo igualito
a lo que dicen esos curas que hablan de “no desear la mujer de tu
prójimo”, porque ellos no solamente desean la mujer sino a los hijos
de ésta. Enrique Mendoza no tiene moral para expresar que no hay libertad
de expresión. Él invadió el Canal 8 en 2002 y se jactó con esa boca
que han de despreciar los gusanos que, “esa vaina va pa´ fuera”.
Si Enrique Mendoza tuviera una micra de moral, de respeto por las instituciones
del Estado y del pueblo mismo, no estaría en esa AN envenenando
la atmósfera con su fétido aliento. Pero la mediocridad es una víscera
de los infames, de los infelices, de los que no ven más allá de la
punta de sus arrugadas narices.
Que Miguel Ángel Rodríguez
represente la cultura en la AN es un bochorno a la inteligencia. Es
una prueba más de que al soberano se le mira con asco. Un irrespeto,
un crimen de lesa humanidad. Miguel Ángel Rodríguez es un golpista,
una mancha para la profesión de comunicador social. Es un hombre alimentado
de odio, que calumnia, que ofende a quien no le gusta y que irrespeta
los valores morales de los de abajo, defendiendo un canal de televisión
donde la pornografía rodaba como agua por un cauce. Es un bacilo que
se expande denigrante, un monstruo que regurgita desde lo más profundo
de su alma, discriminando al pueblo que se dio un gobierno democráticamente
en libres comicios.
Que Julio Borges trate de iluminar al pueblo con su frente de abogado golpista, es igualmente una desgracia a la democracia. Se imagina que el popule es sordo, ciego y mudo. Se hace el desentendido al creer que el éste no lo percibió ajustado a los fustanes de Carmona Estanga, acomodándose dentro de la efímera dictadura, aportándole tres ministros, porque es un abogado “caribe” que no siente remordimiento de haberle quitado unos millones de dólares a PDVSA, con los cuales se hubiesen construidos muchas escuelas, para formar esa agrupación de ideología esclavista llamada Primero Justicia. Esa oposición es denigrante. Nada en ella es nuevo, nada en ella es posible para una vida mejor. Es una oposición vieja, traumatizada, rencorosa, que anhela regresar en busca de venganza, de dinero y de ORGÍAS… ¡Qué la juventud la envíe al ostracismo!