¿Por qué carajo le habla?

Juan Carlos de Borbón, Rey de España, una de las cabezas visibles de los “amos del mundo”, no pudo soportar la verborrea de Chávez y le espetó un “¿por qué no te callas?” en una reunión en la que –de acuerdo con la diplomacia internacional –creada a partir del comportamiento que se debería tener ante la realeza a la cual el mismo pertenece– se supone el respeto mutuo de los asistentes, por la dignidad de los cargos ejercidos.

De nada sirvió la cuidadosa educación a la cual son sometidos estos personajes para evitar la manifestación pública de cualquier indicio de emoción. Nunca se sabrá la causa por la cual perdió su majestad delante de quienes no deja de considerar sus súbditos: si fue por la impotencia de tener que negociar con quienes ahora ve como sus libertos, por la explotación de lo que otrora fueran sus feudos; acaso, por sentir que ya no le guardan el respeto que mostraban por sus antepasados; tal vez el temor de que las inversiones españolas en Venezuela fueran nacionalizadas.

Este descontrol del Rey demuestra que Chávez despierta un amplio abanico de pasiones: desde el odio visceral, hasta la adoración desmedida; pero, en todo caso, es imposible que pase desapercibido. Obama no escapó de esta “atracción fatal” y conversó con él en la V Cumbre de las Américas. (Disculpen “mi falta de ignorancia”; pero, no se si lleva este nombre porque en este evento siempre se buscó que “los que se dicen americanos se encumbraran” sobre los demás países del continente, cuyos representantes asistían con la instrucción precisa de expresar el “amén” ante cada proposición del gigante norteño).

Chávez le regaló a Obama el ahora archifamoso libro de Galeano– del cual, no estaría demás que le enviara otro ejemplar a Juan Carlos, mediante el cual le daría una explicación del “por qué no se calla”, y le recordaría de dónde proviene su inmensa fortuna, la cual busca incrementar con una supuesta colaboración de España hacia sus antiguas colonias–. De manera informal le manifestó al Presidente Estadounidense que a la América Latina “no se le han cerrado aún sus venas” como consecuencia del “vampirismo económico”, cuyo “ejemplar más conspicuo” es el país que preside, y que la revolución no es más que la pretensión de liberarse de su desgarradora mordida.

Más tardó Obama en recibir el libro que los “amos del mundo” en reaccionar a través de la muy bien estructurada red de medios de comunicación que le obedecen irrestrictamente. El mayor poder de los “dueños del planeta” reside en que la mayoría es “invisible” y se expresa de forma tal que pareciera la aprobación, o improbación, del algún hecho o conducta, por parte de muchas personas que coinciden en su opinión; o a través de organizaciones sobre las cuales poseen un control absoluto y presentan como independientes. También, por supuesto, en el hecho de que un gran número de personas en el mundo siguen creyendo que todo lo impreso, radiado, televisado o “internetizado”, es verdad; sobre todo, si viene del exterior.

Uno de sus más connotados voceros, el diario The Washington Post criticó “al gobierno de Barack Obama por ‘ignorar deliberadamente’ las acciones del presidente Hugo Chávez de ‘consolidar una autocracia’ en Venezuela… En esas circunstancias, el diario considera razonable preguntarse cómo está reaccionando la administración Obama a esta nueva campaña contra lo que queda de la democracia en Venezuela, especialmente después del amistoso estrechón de manos con el señor Chávez en la Cumbre de las Américas… en Trinidad y Tobago…”

Continúa afirmando que “Lo que no tiene sentido es ignorar deliberadamente las acciones del señor Chávez para consolidar una autocracia. Al hacerlo, el gobierno alienta a gobiernos latinoamericanos que han evitado confrontarse con el hombre fuerte venezolano a continuar en silencio. Envía a gobiernos pro Chávez, como Bolivia y Nicaragua, el mensaje de que pueden perseguir a sus opositores con impunidad. Y hace más en vez de menos probable que Venezuela, con la ayuda de Irán y Rusia, se convierta en amenaza para Estados Unidos”.

The Washington Post, al reclamarle a Obama el “¿por qué carajo le habla a Chávez?”, confirma lo afirmado más arriba en cuanto a que el presidente venezolano no pasa desapercibido; le muestra respeto, al llamarlo “señor”, al contrario de la mayoría de los medios venezolanos; reconoce la fortaleza del liderazgo del Comandante en la América Latina; corrobora lo señalado por éste, de que está convirtiendo al país en una potencia, que si bien no amenaza a los Estados Unidos, por lo menos les causa preocupación.

En otras palabras, le reclama a su presidente, el por qué no se sujeta al libreto que le fue entregado al asumir el cargo, con las indicaciones de a quienes debe tratar como terroristas. Si se atreven a “regañarlo” en público; en privado le habrán advertido sobre las consecuencias que podrían acarrearle su comportamiento, y le habrán recordado como terminan aquellos que se atreven a desobedecer al “poder mundial”; aún cuando sean sus representantes.

Las últimas acciones de Obama parecen reflejar la completa comprensión de la advertencia, produciendo el desvanecimiento de la ilusión profética mediante la cual el águila y el cóndor volarían juntos. El cóndor deberá alzar su vuelo hasta aquellos espacios inaccesibles para el águila; entonces, está cederá ante la majestuosidad, envergadura y poder de aquél.



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Luis Rangel


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