Crimen y Poder

Este es el título de mi nuevo libro que pronto será formalmente presentado.

El tema -aunque arranca en 1987 con los componentes de la trama criminal en mi contra (organizada por los asesinos de Orlando)- y pasa por las conversaciones que entonces sostuve con el general Antonio Imbert Barreras(entonces Secretario de las FFAA) y con Joaquín Balaguer, se proyecta con fuerza en el reino de la impunidad que todavía protege a esos señores y a muchos asesinos y ladrones de alcurnia, como también a la podredumbre electoral actual, pese a la pus que destacan sus candidaturas señeras.

En este libro se destaca como una parte importante de las viejas y nuevas fortunas dominicanas tienen en su sello de fábrica, además de la explotación precapitalista y capitalista legalizadas, las inscripciones de la barbarie moderna: el crimen de Estado, una creciente relación del tráfico de influencia y la corrupción entre empresas privadas, instituciones del estado y partidos del sistema…

Una peculiar acumulación originaria –y más que originaria– ha terminado por mezclar grandes capitales, forjados y multiplicados al vapor, con los partidos corrompidos, con el poder militar-policial, con la alta burocracia, con lavadores de dólares y traficantes de drogas… dentro de un ambiente de absoluta impunidad.

La mitología del consumo de lujo creada por el capitalismo desarrollado, imitada desde esta periferia subdesarrollada y dependiente a través del empleo de medios ilícitos y prácticas criminales, han conformado progresivamente un Estado delincuente, en el que interactúan grupos empresariales y altas jerarquías militares, policiales y de iglesias, que dominan la sociedad y reproducen la impunidad que le sirve de manto protector.

El consumo de drogas tiene sus receptores monumentales en EEUU y en las sociedades altamente desarrolladas del capitalismo. Pero a la vez la lumpen-burocracia, la lumpen- burguesía y el lumpen-militarismo, encuentran en los centros y las periferias del capitalismo, su caldo de cultivo óptimo tolerancia y protección para sus “negocios”.

Un cuerpo estatal corrompido, un sistema de dominación basado en esos niveles del delito, está imposibilitado de extirpar ese cáncer; está imposibilitado de hacerlo incluso en su fase incipiente, menos aún cuando sus metástasis tocan los centros vitales del poder y de todo el aparato de dominación.

Así, la elevadísima fertilidad que le ofrece nuestro territorio al principal mercado de drogas del mundo (Estados Unidos), está acompañada de una impunidad realmente escandalosa en materia de narcotráfico, de asesinatos y otros delitos.


Dos núcleos fundamentales de valiosas informaciones desplegadas en este libro están contenidas en un informe preparado para la embajada de Estados Unidos sobre el curso de narcotráfico hasta finalizar el periodo presidencial de Jorge Blanco y, en segundo lugar, todo un archivo de datos obtenidos a raíz de la trama criminal en mi contra planeada a partir de marzo de 1987, pero con fuertes raíces en los enclaves del crimen del gobierno de los doce años.

Ambas fuentes revelan una buena parte de la secuencia histórica, los entrelazamientos, conexiones, relaciones y evolución de esa alianza especial entre CRIMEN Y PODER forjada desde 1966 al presente como continuidad (reacomodada y readaptada) del trujillismo aliado a la dominación imperial; mientras las sucesivas indiferencias de las autoridades nacionales frente a cada uno de los episodios y denuncias sobre esas prácticas delincuenciales y sus conexiones con el Estado, ponen al desnudo el reinado de impunidad que le ha servido de manto de protección y estímulo a sus reiteraciones a todo lo largo de las últimas décadas.

No hay mayor estímulo a los delitos de estado que la impunidad reiterada de de ellos.

Cierto que el Estado delincuente, la clase dominante pervertida y la mafiocracia que lo administra, cambia de forma y de traje, muta, evoluciona y se camuflajea según circunstancias y posibilidades. Y esto porque no pueden reinar sin contrapartida popular, más aun cuando se logran determinadas libertades.

El robo legalizado (extracción de plusvalía en forma de ganancia capitalista) y el robo formalmente penalizado por los códigos se combinan hasta que la impunidad le abre tanta cancha a los delitos tolerados y protegidos que pudre gobiernos y elecciones.

Procuro en este caso, como siempre, ayudar a comprender las causas y las soluciones de fondo, lo que facilita imprimirle conciencia a la indignación popular que generan los poderes que se gansterizan, con las miras puestas en la necesidad de hacerlos estallar. .

Y ahora, como siempre, también doy como presupuestado el resurgimiento de los intentos de criminalizar a quienes enfrentamos sin vacilaciones ni dobleces a la mafiocracia, a la lumpem-burguesía y al lumpen-imperialismo, bajo el pretexto hipócrita de la lucha contra el terrorismo y la defensa de su adefesio de “democracia”.

Y esto toma tintes especiales en épocas de decadencia esencial (más allá de las apariencias, del espejo engañoso de unas “elecciones” secuestradas, de las burbujas mediáticas-publicitarias…) dentro de una competencia putrefacta y polarizada entre un reeleccionismo mafioso y degradante, y los que desde la “alternancia democrática” aspiran a adueñarse del Estado (y en especial de su patrimonio en bienes raíces y su capacidad contractual para multiplicar fortunas personales. Y porque esto se ha tornado en sumidero cloacal, sin espacio real para nada realmente alternativo, hablo de no votar ni participar en las condiciones actuales de las izquierdas

Entonces no tiene nada de extraño, que la auto-conciencia silenciada de esa decadencia y la percepción auto-ocultada del volcán social y político que se está gestando para después de estas “elecciones” podridas y al margen de esta institucionalidad pervertida, produzcan el proyecto de ley “antiterrorista” (copiado del Perú y de Colombia, y de factura gringa) e intente abrirle espacio al terrorismo mediático y la visita instigadora de generales genocidas colombianos que procuran criminalizar nuestras relaciones con las FARC. ¿ Hasta cuando vamos a permitir todas estas fechorías e hipocresías?

narcisoisaconde@gmail.com


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Narciso Isa Conde


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