Lenguaje monteskiudiano

“Cuando estábamos saliendo, hubo una decisión de encadenarse a las escaleras del CNE como medio de protesta... Porque si el Presidente de la República se encadena y usa el dinero de todos los venezolanos todos los días para hacer cadenas y difundir sus propuestas, nosotros también podíamos encadenarnos al CNE para ser escuchados”.

De acuerdo a lo expresado por Stalin González a la salida del CNE el pasado jueves 1 de noviembre, no existe nada más parecido entre encadenarse en las escaleras del CNE, con que el Presidente haga un anuncio a través de una cadena nacional de radio y televisión. Las palabras de González tendrán un gran brillo mediático, ¿pero en qué cabeza de motor cabe semejante disparate lexicológico? “Ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario”, diría CAP sin salir de su asombro.

Por lo visto y escuchado al estudiante oposicionista de la UCV, sin ningún género de dudas afirmamos que la aplicación del llamado pensamiento filosófico de Montes Kiu está haciendo estragos en el lenguaje de uso común dentro del sector opositor.

Pareciera que los personajillos del oposicionismo han aceptado como un hecho que “no hay que pedirle peras al horno”, tal como lo expresara el filósofo autodidacto del Zulia. Ante semejante tutelaje semántico, el hablar del sector opositor se encuentra escondido en las buhardillas de la entelequia y en los sótanos del pensar patético. O sea, los oposicionistas se han vuelto romos y mellados en su decir y pensar.

Siguiendo el lenguaje monteskiudiano de González, podemos decir que de la misma forma sería idéntico tirarse de la azotea de un edificio del Parque Central, a “tirarse” dos lisas grandes con yuca a la hora del almuerzo en una playa de Vargas.

Además este ferviente seguidor de Montes Kiu, ante el impedimento intelectual de corregir tanta imbecilidad, no encontraría ninguna diferencia entre tirarse al agua del Lago de Maracaibo, a tirarse al agua o casarse con Naomi Campbell. En nuestro caso, preferimos morir ahogados de amor en las honduras del cuerpo de la Campbell, antes que sucumbir en las profundidades de las aguas contaminadas del estuario zuliano.

Si nadie lo remedia, igualmente sería equivalente para Stalin González comerse vivo una lagartija, a decir: “Me comí vivo al jefe: le dije hasta de lo que se iba a morir”. Asimismo, para él existiría un gran parecido entre tragarse un diccionario, a tragarse las palabras.

De acuerdo a éste tenor monteskiudiano, y lo demostraron en la marcha realizada hasta el CNE, para los estudiantes del sector opositor es análogo pasarle un carro por encima a un policía metropolitano que está acostado, a pasar con el carro sobre un policía acostado o reductor de velocidad.

De continuar con este grado de equivocada correspondencia verbal, algún día Stalin González podría tratar de justificarse mediáticamente, en pleno parto de una de sus frases garrafales de influencia monteskiudanas, diciendo que es parecido dar un golpe a una mujer en estado de gravidez y afirmar que está preñado de buenas intenciones para dar un golpe de Estado.

Definitivamente no es ni será lo mismo, aunque los estudiantes oposicionistas —como los militares golpistas del 11 de abril de 2002—, sostengan monteskiudianamente todo lo contrario para relincho de satisfacción de George Bush.


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Vidal Chávez López


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