Un cuento de cuentos

Con mi Manuel no te metas

Había una vez, en un país muy cercano al otro que estaba arriba y que bastante vaina echaba, un forastero nacido en el occidente de abajo que era virrey del de arriba en cuyo subsuelo había oro negro, este señor gobernaba en nombre de los de bien arriba y quería ser el rey de ese país tan cercano. Para sus cometidos constituyó una orden de individuos y los encargó de prepararle los discursos de desorden, en letras muy grandes para no equivocarse porque aparentemente sufría de glaucoma y no se quería operar por miedo a perder la memoria, por aquello de la anestesia y la vida vegetativa, sin embargo, cuenta la leyenda que si se intervino quirúrgicamente en su rostro para mejorar no la vista sino la estética facial.

Este personaje de hablar disparejo y altisonante, estudió el idioma que dice hablar en una academia de esas que dan contabilidad y ajustes por la inyección de dinero no muy santo, en dicho curso la idea de los facilitadores o mejor dicho de la institución, era la de proveer a los cursantes de las herramientas necesarias para no hablar coherentemente más de diez minutos, lo importante acá, era el alto grado de síntesis que involucraba el aprendizaje, todo en función del aprovechamiento del tiempo necesario para dedicarse a hablar mal del gobierno al que odiaba con furia y no la española, aunque de deportes ni metras solía jugar cuando niño.

La personalidad de este personaje es arrebatadora si así como lo ven, en su desempeño ante los plebeyos del reino, arrebata a lo Jalisco sin tamales ni chiles picantes de esos que sirven para el estomago, por cierto que hay que tenerlo muy bueno para no vomitar ante sus discursos, no por lo que están imaginando, sino por saturar de tanta sabiduría en esos diez minutos a la gente que no está acostumbrada a que venga alguien a decirles que es lo que tienen que hacer para mejorar la patria, porque con tales consejas se acabó el pan de piquito y los diccionarios de sinónimos y antónimos tendrán que recogerlos y hacer nuevas ediciones a ver si la gente que de verdad a veces es bastante tarada entiende de una buena vez semejantes discursos.

Estamos en presencia del ave Fénix resucitado que atina a decir que estamos más mal que cuando estuvimos mejor y por si fuera poco si de matemáticas se tratara el asunto electoral que el reino ese tiene previsto, se presenta con una cuestión de números y los números los pone quien quiere y no el que sabe de eso, para muestra un botón, fijense ustedes que para los adecos una década tiene 40 años y para este señor un siglo tiene casi cien años, ante semejante postura Pitágoras resucitará para modificar las ecuaciones porque no siempre diez por diez da cien, pero eso no importa porque con las matemáticas no se gobierna ni hay que saber contar, tan solo es necesario tener la voluntad para aprobar los presupuestos de la nación que hagan los demás, porque la aspiración incesante es que el mismo se haga por allá arriba en el otro país.

Si uno se mete con un aspirante a cualquier cosa, por meterse, debe medir bien sus palabras, porque estas pueden ser castigo de la lengua y no es lo mismo decir lo que los demás quieren que diga, que en realidad diga lo que no se que digo, ustedes me entienden verdad, es la pura sintaxis y la luz pragmática del lenguaje hecho vida que nos aborda en cualquier esquina cuando decimos, no me lo digas ya yo lo se, para evitar que se deforme la idea original por ejemplo de las promesas electorales, porque si el presupuesto me lo van a hacer por allá arriba tendrán que cambiarle el nombre por el de mi catira, de todas maneras como este es un cuento de cuentos, tendrás quien te cuente otra versión del como andan las cosas en algo que se llama oposición que cada vez más, se parece un medicamento que solo se usa como opositorio, porque la rabia que cargan se convierte en problemas a la hora de digerir las cosas buenas que hace el otro candidato que habla de amor y como sabemos el odio y el amor nunca se han encontrado y si lo hacen es a lo Florentino y el Diablo guardando las distancias, por si acaso la contaminación sónica de oír tanto disparate junto, como este que acaban de terminar. Gracias a Dios que existen personas de este tipo que enseñan con cada palabra porque si no fuéramos unos tontos útiles analfabetos y la vida se nos iría entre patacón y patacón.


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Rafael Febles

Economista. Msc. Seguridad Social. U.C.V.. Militante revolucionario. Locutor. Articulista Correo del Orinoco. Poeta y escritor de la revolución bolivariana

 rafaelfebles@yahoo.com      @rafael_febles

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