Entre la política y la antipolítica de la violencia: ¿Diálogo y/o Guarimbas?

Las horas han perdido su reloj. Huidobro
Salve, Democracia: Los que te van aniquilar, te saludan

El país está viviendo intentos para que prevalezca la política sobre la antipolítica de la violencia. Sin embargo, al oír los planteamientos y demandas de ciertos voceros políticos, empresariales, religiosos e intelectuales parece regir en ellos, la premisa que Clauswitz hizo famosa: la guerra es la continuación de la política por otros medios; al ejecutar la sedición civil, planificar el magnicidio o exhortar la intervención militar interna y externa. Y solventar la mal llamada “ crísis política” que atraviesa el país, y con ello secuestrar el poder.

Como bien lo advirtió Hanna Arendt, el poder no viene de la violencia sino que esta existe en proporción inversa al poder, reinvindicando la independencia del poder político respecto a relaciones de fuerzas físicas, psicológica y militar; y en buena hora, porque si la política fuera un medio para obtener y administrar el poder que viene de la violencia, los militares deberían ser los mejores gobernantes, algo que ellos mismos se han encargado de demostrar que no es cierto, cada vez que asaltaron el gobierno en América Latina.
En la historia latinoamericana muchas democracias involucionaron en dictadura, pero que una dictadura evolucionara hacia la democracia, ha sido más díficil, si no imposible.

Así, para los que hoy ofrecen como salida un gobierno de transición ¿cívico-militar? solo disfrazan por medio de un discurso pseudo democrático, el querer ejercer el poder político por la violencia, desconociendo históricamente que el gobierno cívico-militar del '45, llevo al golpe militar del '48, y este a la dictadura del '52. Serie histórica de golpes del siglo XX, que el pueblo venezolano se encargó de dar al tiesto histórico, al truncar en los albores del siglo XXI el primero y esperamos el último golpe militar: el 11 de Abril del 2002.

El poder no viene de las armas ni de las guarimbas . Es sólo mediante el uso del poder político, acumulado en el quehacer de la praxis: discutido en los cafés y voceado en las calles- o como bien lo reconoce la oposición en el “patear o subir cerro”-; como su inserción y distribución en las comunidades que podremos minimizar la violencia y derrotar el espectro de la salida militar, actualmente calificado de golpe “ suave -continuado”. Pues el poder corresponde con la capacidad humana no solo de actuar y hacer algo, sino de actuar junto con otros y actuar de acuerdo a ellos.

El poder no está dado de antemano, sino que se conquista parcial y momentáneamente mediante procesos de confrontación de ideas, de proyectos, de votos y de voluntades. Pues , cuando se lucha en un marco democrático y republicano nunca termina de estar definitivamente en posesión de nadie. Hacer política no sólo significa desear el poder sino por eso mismo, arriesgar a perderlo. Como bien dice Mires (2001) nadie gana poder sin que alguien lo pierda. Porque la política no solo la hacen los ganadores, sino también los perdedores.

Sin poder no hay política, sin política no hay poder. Si el poder es sacado del juego como parece ser el deseo y la intención de algunos- hasta ahora no logrado-, o por los que al calificarse como mayoría le niegan a un amplio sector de la población la realidad de ser también mayoría, termina la política y con ello el propio poder, para ser reemplazado, tarde o temprano, por la pura violencia o simplemente por ese terror que deja al descubierto en todas sus dimensiones la ilimitada crueldad del ser humano cuando no hay límites que la contengan.

cebalbas@yahoo.com
Psicólogo Social



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Carmen Elena Balbás

Psicólogo Social

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