Trump, el Pedro Pica piedra, de un Estado sin sutileza, dejó en feo a mucho de sus aliados de adentro

"Habla suavemente y lleva un gran garrote, así llegarás lejos", de esa manera ambivalente, se dice habló en 1900, Theodore Roosevelt Jr., ex presidente de Estados Unidos.

Como también se dice, sin escasez de fundamento, que la política de ese país, ha estado signada por el uso del garrote. Pues el crecimiento de su economía, la necesidad de materias primas, espacios donde invertir sus capitales y hasta hallar mano de obra barata, generó y fortaleció en exceso en ellos, la idea que el mundo les pertenece. Es más, en la escuela para niños ya se comienza a generar esa idea y hay indicios que hasta en Venezuela misma, por la conflictividad ella ese sentimiento está siendo abonado.

La política del garrote llevó a Roosevelt a inmiscuirse donde le dio la gana, como en Cuba, país al cual le sustrajo el área de Guantánamo, donde su país mantiene una base militar y prisión para cualquier ciudadano del mundo que declaren enemigo peligroso, sin juicio de ninguna naturaleza y dividió a Colombia para construir el Canal de Panamá.

Ya Bolívar nos había advertido, en la "Carta de Jamaica", el peligro que significaba para nosotros la potencialidad del país del norte para crecer y que lo haría a expensas nuestras, salvo que nos uniésemos y, en función de ello, implementásemos un modelo que compensara, contuviese, el empuje y hasta los "garrotazos" que vendrían del norte. Pero a Bolívar lo derrotaron, antes asesinaron al Mariscal Sucre y estos hechos no fueron aislados.

Cuando Gómez, vio perdido en el horizonte al barco que llevaba a su compadre Cipriano Castro en busca de cura a sus malestares, tal como él mismo le recomendó, "vaya compadre que yo le cuido el coroto", de inmediato solicitó "socorro" a USA" para protegiesen y ni "cortos ni perezosos", los gringos, le mandaron tres barcos repletos de armamentos y hombres, sabiendo bien se trataba de un golpe de Estado a un gobernante que les incomodaba. Es decir, llegaron con el garrote.

Pero veamos como Theodore Roosevelt Jr., intentó ser discreto, usando una expresión, no de su creatividad y cultura, sino copiada del África, cuando fijo de "Habla suavemente y lleva un gran garrote". Algo así, "si no se rinde por las buenas, lo haremos por las malas, con tantos garrotes como sea necesario". La traducción puede hallar sutilezas, si el traductor se empeña en ello, pero no cambia la intención.

En verdad, Roosevelt no dijo nada distinto a lo que había sido la anterior política de Estados Unidos desde que nació como país independiente en 1776, casi coincidiendo con la creación de la Capitanía General de Venezuela, con la intención de manejar desde Caracas y a través de los virreinatos de Santa Fe y Santo Domingo, las ya viejas provincias de Venezuela. La actuación de Estados Unidos nunca estuvo en favor de la independencia de nuestros territorios, en algunos casos mostró discretos apoyos cuando la conveniencia se los dictaba y en la mayoría de las veces se alineó con las potencias europeas, sobre todo con España; todo dependía de su conveniencia. Pues como Bolívar supo entender y, para esos tiempos la clase dominante del país del norte había visibilizado que en su futuro inmediato, en buena medida, iba a depender de nuestros recursos. Y eso lo dice y admite ahora Trump, pese haya diferencias virginales en la traducción de su discurso.

Eran los tiempos del "dejar hacer y dejar pasar", una definición tan sabía como la libertad de ahora y de siempre que reclama el capitalismo y según quienes eso defienden, no para crecer, agigantar los capitales sino producir bienestar colectivo, según dicen. Libertad que pasa por pagar los salarios según convenga al capital y no a los trabajadores, pues la libertad no llega a tanto. Si se sobrepasa esa libertad ellos la llaman libertinaje o exceso de circulante y hasta pudieran hablar de comunismo, una palabra "garrotera".

Desde tiempos anteriores, en Estados Unidos, se venía desarrollando la idea que Europa, particularmente Inglaterra, nada tenía que ver, ni derecho alguno sobre nuestros espacios y comienza a hablarse de "una América para los americanos". Ya, George Washington, ha dicho, en 1796, «Europa tenía un conjunto de intereses elementales sin relación con los nuestros o, si no, muy remotamente».

Por eso, Theodore Roosevelt Jr., dirá " La injusticia crónica o la importancia que resultan de un relajamiento general de las reglas de una sociedad civilizada pueden exigir que, en consecuencia, en América o fuera de ella, la intervención de una nación civilizada y, en el hemisferio occidental, la adhesión de los Estados Unidos a la Doctrina Monroe (basada en la frase «América para los americanos») puede obligar a los Estados Unidos, aunque en contra de sus deseos, en casos flagrantes de injusticia o de impotencia, a ejercer un poder de policía internacional". Ugalde, Luis. Gomecismo y la política panamericana de Estados Unidos. ISBN 9789802444168.

Es decir, la llamada "Doctrina Monroe", que se sintetiza en la frase "América para los americanos", es una simple declaración unilateral, en la cual Estados Unidos se abroga el derecho a considerar todo el espacio que Bolívar definió como "antes colonias españolas", y ahora llamamos América Latina, como de su propiedad y en consecuencia con derecho a intervenir en cuanto a ese Estado se le ocurriese, pues "la Doctrina Monroe (basada en la frase «América para los americanos») puede obligar a los Estados Unidos, aunque en contra de sus deseos, en casos flagrantes de injusticia o de impotencia, a ejercer un poder de policía internacional".

Pues dicha frase o sentencia que envuelve no sólo una amenaza, sino también una abrogación de unos derechos inexistentes, es por demás insolente, soberbia y violenta, se expresa bajo la frase de Theodore Roosevelt Jr, según la cual ""Habla suavemente".

Eso sí, recordemos, que quien así habló, recomendó no dejar por detrás el garrote. Lo que en fin de cuentas, la Doctrina Monroe, pese intente ocultarse bajo el disfraz o falso discurso de Roosevelt, lleva el garrote por delante y nunca, desde entonces, ha dejado de hacerlo.

Es por demás conocido que, las grandes potencias se han repartido el mundo; sólo que "quién más saliva tiene, traga más harina". Hasta no hace muchos años, Estados Unidos ha sido el gran policía mundial, desde los tiempos de la Doctrina Monroe, dado que ella dice, como antes hemos leído que "La injusticia crónica o la importancia que resultan de un relajamiento general de las reglas de una sociedad civilizada pueden exigir que, en consecuencia, en América o fuera de ella, la intervención de una nación civilizada".

¿Y quién más sino EEUU es esa nación civilizada o mejor dicho, incivilizada, con un gran poder militar para actuar a sus anchas? Y hasta su poder en el Consejo de Seguridad de la ONU, le permite vetar cualquier intento de impedir su actuación donde les venga en gana y hasta el criminal comportamiento del Estado de Israel ante los palestinos, que le lleva a decidir unilateralmente que ese territorio les pertenece y desarrollar una persistente tarea de erradicación de los de los verdaderos dueños.

Por todo ese historial, las declaraciones de Trump, a nadie tienen que asombrar, es parte de lo mismo, no es necesario esmerarse en hallar sutilezas en su lenguaje, pues no las hay. Sólo que el señor Trump, pese, uno cuidadoso tome como referencia la traducción de Oscar Heck y no otras, dice exactamente lo mismo que la Doctrina Monroe, sin esas supuestas delicadezas de Roosevelt. Pues, Trump es "empresario moderno", que sabe de su poder, el de Estados Unidos; pero también sabe que el mundo anda dando cabezazos y buscado reacomodos y en consecuencia, es necesario que cada quien agarre aunque sea fallo. Trump vivió la experiencia que, ante cada medida o sanción que aplicaba a China, desde este país le respondían con otra más contundente.

¿Por qué extrañarse y exigir una traducción muy cuidadosa si sabemos que Trump, más en estos tiempos cuando a EEUU, en muchos espacios otras potencias le ladran en la cueva, añore y bregue por hacer que la Doctrina Monroe siga funcionando? ¿Puede que no haya usado estrictamente las palabras que le atribuyen, pero no es nada difícil deducir que de su enredo o lenguaje melcochoso dijo lo mismo? Además, interés tiene que Biden y el gobierno venezolano no avancen en el mejoramiento o ligero edulcoramiento de las relaciones, en lo que andan, pues eso sería una derrota más para él y sus aliados. Pues a estos no les quiere ver en contra suya y menos considerándole el culpable de todo. Tanto que Luis Vicente León pide a los venezolanos unirse contra las declaraciones del Trump.

Trump está consciente de lo que en el mundo sucede y sabe que, pese los cambios que se anuncian y quizás por ellos mismos, hay que agarrar con prontitud y que no sea fallo. Viene un reacomodo, un repartimiento, en función de eso que llaman la multipolaridad, donde ya no sólo será EEUU quien determine el ritmo y movimiento sino que habrá que hacer consultas antes impensables y por eso, antes que ese cuadro se materialice, hay que tomar el mayor espacio posible. Y Trump sabe que todavía hay oportunidad para imponer la fuerza en muchos espacios para cuando haya que parar, cada quien tenga lo más que pudo agarrar.

La conducta de Trump, no es nada extraña, como no la fue de sus antecesores ni de quien le sustituyó, es la misma. Apenas hay pequeños cambios de estilo, como lo hizo el propio Trump.

Su antecesor, el presidente Obama, el primer negro, dicho así porque la expresión afrodescendiente me suena a racismo, para mí es al revés, se cansó de invadir naciones y hacer la guerra; hasta los hechos del 11 de septiembre, son vistos de manera muy dudosa. Pese que de él, de Obama, se esperaba una actuación distinta, una etapa de paz, tanto que le fue otorgado por adelantado, sin esperar nada a cambio, el premio Nobel de la Paz, para vergüenza de quienes tomaron esa decisión. Nunca hubo más guerras y siendo EEUU uno de los factores y promotores sin real motivo, que en los tiempos de Obama.

En cambio Bush, pese su lenguaje vulgar, amenazador, ordinario no promovió ninguna guerra, pese gobernó en un período muy tenso, sobre todo con China. Quizás el rival que escogió era como muy poderoso y con acceso nada imposible a la costa oeste de Estados Unidos.

Pero su manera de hablar, aunque uno se atenga con discreción a la traducción de Oscar Heck, no deja de ser humillante, ofensivo e incitador.

Pero lo más triste y hasta "agresivo", de todo lo que dice, pese uno se atenga a una traducción u otra, es como Trump nos subestima de manera descarada, sin las delicadezas de la diplomacia, esa del discurso de Roosevelt de 1900 y, a los venezolanos, quienes le apoyaron en sus proyectos para imponer un gobierno por la fuerza, nunca por los votos, deja muy mal parados; pues les vende, pese la traducción a la que uno acuda, como haber estado al servicio de un proyecto contrario al interés nacional, uno simples advenedizos y mercenarios. No importa que traducción uno asuma, pero en esencia, Trump no se anduvo por las ramas, quiso y quiere lo que dijo en su discurso, bien se traduzca de una manera u otra.



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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