La transición económica via el Socialismo

En primer lugar definiremos o al menos trataremos de hacerlo, el concepto de socialismo denominado del siglo XXI, abordando la propuesta hecha por el ciudadano presidente a principios del año 2007. La misma se realizó en el seno de una sociedad medida bajo parámetros de corte capitalista, lo que a todas luces nos indica en principio que tal propuesta es de carácter progresivo en aplicación y alcances, al respecto la reforma constitucional introducida para aprobación del pueblo buscaba acelerar ese camino, esa vía, esa redención, al no ser aprobada inmediatamente el presidente bajo la mirada escrutadora del momento político que vive la república en un acto de juicio político, requirió la necesidad de dar un frenazo en el impulso deseado y esperar un momento prudencial “por ahora” para reimpulsar el curso del proceso.

Dicho esto, entremos al análisis propio de lo que pudiera ser el caso del socialismo propuesto en el seno de una sociedad injusta de carácter excluyente y de composición genética antihumanista, porque si algo ha demostrado el capitalismo a través de la historia es que nunca ha dado visos de ser un sistema humanizado o de tendencia humanista, siendo esta una primera gran diferencia con respecto a la búsqueda de una sociedad donde el ser humano esté en primer plano, concepto que forma parte importante de la consideración de una sociedad socialista a la altura del siglo XXI.

Desde el punto de vista social el socialismo aboga por el fin de la exclusión y el rescate de la dignidad humana, de una mayor participación en el principio de equidad en cuanto el alcance de una mejor calidad de vida no movida por el “éxito capitalista”, sino bajo parámetros de felicidad social e inclusión, la multiplicación de la participación y protagonismo que coadyuve a la materialización del proceso.

El socialismo del siglo XXI en nuestro concepto no tiene nada que ver con experiencias pasadas, la estigmatización de lo ocurrido no puede bajo ninguna circunstancia generar nubes negras sobre el inédito camino del socialismo del siglo XXI, lo que nos dice que, el nuestro tendrá que ser autóctono de carácter creativo y elaborado con suficiente audacia, atendiendo a las realidades impuestas y en dirección de la sociedad actual, considerando las relaciones sociales y económicas actuales, otro camino sería romper en la praxis lo contrario a los dictados de la teoría, de tal manera que, debemos contar con la confianza del pueblo y su acompañamiento ejemplar.

Lo señalado anteriormente forma parte de una estrategia conforme a la realidad que solo puede ser superada cuando contemos con un partido revolucionario que sea la vanguardia y esté constituido formalmente entre otros requerimientos de orden ideológico y vanguardistico. No se puede hacer revolución sin revolucionarios, pero tampoco se puede impulsar una vía al socialismo sin claridad revolucionaria ni medición estricta de las condiciones objetivas.

Ahora bien, abordemos el tipo de socialismo posible en las actuales circunstancias, lo que aviene en consideraciones muy particulares y de cierta manera en contraste con el socialismo que queremos, dicho de otra manera en los momentos actuales el socialismo que queremos no es posible por la vía democrática y electoral y mucho menos sin la maduración deseada en el pueblo venezolano.

Abordamos todo esto, para poder establecer los linderos en cuanto sea aplicable en el seno de la sociedad actual inmersa en una vorágine capitalista de inmensos recursos de información y difusión, más los recursos financieros, lo que nos obliga enormemente a afinar el lápiz en materia comunicacional, de movilización y organización políticas.

La economía política como tal, nos enseña de manera racional, académica e institucional que, existe una estrecha relación biunívoca y de retroalimentación constante entre el ejercicio de la Política, así con P grande y la Economía, en esta última nos detendremos para analizar de que tipo de política económica estamos hablando y los alcances de la misma.

Pues bien, cuando se ostenta o alcanza el poder político, es decir, se gestiona la acción para ofrecerles a los ciudadanos de un país la solución de múltiples problemas, se está en presencia de una concepción acerca del papel del Estado y digamos su brazo ejecutor que es el gobierno, es allí cuando entra en acción la ideología de quienes ostentan ese poder y esta a su vez, viene definida por la concepción que se tiene acerca de la sociedad y la forma de solucionar los problemas.

La manera de desarrollar una labor de gobierno en el seno de un sistema capitalista tal como lo conocemos viene dada por el deber ser que se quiere alcanzar, si es la transformación o la continuación de lo que existe, he allí, el precepto necesario que ha de aplicarse en función de la gestión. En el primer caso de la transformación, modificar las estructuras existentes, no es solo la panacea, se debe considerar la forma de ideología que le es propia, los valores o antivalores que se generan en su seno, es por ello, que la tarea de transformación se convierte en el antagonismo que la propia dialéctica produce.

Para el capitalismo, además porque no ha demostrado desde su propia aparición como sistema impositivo rasgos de humanismo en su desarrollo, se le presentan en la actualidad más contradicciones que hace por ejemplo 30 o 40 años, de la era industrial pasó a la de la información siendo la informática la principal aliada, es decir el dominio de la información le permite subyugar a países a través del control de medios de comunicación universales. Acá interviene de manera ostensible el componente ideológico que podríamos decir es quizás la última herramienta para la dominación fuera de la acción militar propiamente dicha.

En los años 90 la norteamericana Joan Spiro soltó al mundo lo que estaba ocurriendo con la era industrial, decía que la relación producción industrial con respecto a las transacciones financieras ya vislumbraban una vuelta considerable, se refería entonces que dicha relación estaba en proporción 40 a 60, es decir la producción mundial de bienes le dio paso a la actividad de inversión financiera directa bajo riesgo mínimo, la actividad de las bolsas y el rendimiento de colocaciones multimillonarias era mejor negocio que emprender la formación fabril en la producción de bienes tangibles, esta situación en la actualidad se presenta en una proporción mayor de las transacciones de tipo financiero, he allí parte de la respuesta sobre la escasez mundial de rubros importantes, preponderadamente la fabricación de los bienes de capital acompañan esta vorágine, con la consecuencia afectación de variables como el empleo y la seguridad social.

La producción mundial de alimentos es una muestra patética de esta situación, acompañada por la cada vez mayor escasez de mano de obra importada de países pobres particularmente de Africa y Asia, ante esta eventual situación que para nada tiende a mejorar, por el contrario producto de las contradicciones inmanentes al capitalismo tiende a profundizarse o agudizarse, es que tenemos que emprender de manera conciente y audaz la mejor forma de derrotar al capitalismo, para ello, la paciencia es de suma importancia, llamemos a esta esplendorosa etapa como la transición que nos exige andar con pie de plomo y no equivocarnos con aceleraciones impertinentes fuera de lo que deseamos o aspiramos.

Todo ello, le es propio a la política económica en cuanto la ideología a aplicar, sobremanera en la etapa actual de la revolución bolivariana, si hablamos de la existencia de una especie de convivencia en la transición entre el sistema actual y el camino hacia el socialismo, no estamos inventando absolutamente nada, es lo que ocurre, producto de aquello que no termina de morir y lo otro que no termina de nacer, la realidad en política impone sus reglas y entenderla o asimilarla se corresponde con la sensatez de una política económica en ebullición, porque a decir verdad, en Venezuela se ha roto con la influencia de los factores oligárquicos en la implementación y aplicación de una política económica independiente alejada de los grandes centros de poder y en consonancia con las aspiraciones del pueblo venezolano y esto es una ganancia muy importante.

No podemos hablar de lo económico dejando de lado lo social, siendo este otro de los elementos considerados en una política económica dirigida a la inclusión y la creación de oportunidades bajo la equidad, acá si hay que madurar la desigualdad social en base a esa inclusión y con otro precepto que es el que gane más pague más impuestos, lo que quiere decir que, de acuerdo a las oportunidades y de manera progresiva se debe reducir la odiosa diferencia de clases, creando una poderosa clase media que le de a la sociedad venezolana el equilibrio necesario y útil.

Por otra parte, la Constitución actual nos da el camino de lo que se puede adelantar en materia económica y era la propuesta de reforma constitucional la que consideraba la posibilidad inmediata de acelerar y profundizar la política económica en razón de nuevos paradigmas, lamentablemente esto no ocurrió produciendo una desaceleración en un nuevo concepto de política económica al servicio de las grandes mayorías y en contradicción con el capitalismo, no todo está perdido porque habrá nuevas rutas hacia la conquista de estadios superiores en la aplicación económica.

Por último, podemos decir que la economía socialista comienza, no obstante, a manifestarse con la incorporación de empresarios con conciencia social que los hay y que garantizan la protección de la industria nacional ante la invasión globalizadora de las grandes empresas transnacionales, el papel de la burguesía no oligárquica a través de pactos de acción, garantiza la estabilidad requerida en los resultados de la política económica.

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Rafael Febles F.

Economista. Msc. Seguridad Social. U.C.V.. Militante revolucionario. Locutor. Articulista Correo del Orinoco. Poeta y escritor de la revolución bolivariana

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