Gatos pardos

—Así mismo es compita, todos son igual cortados con el mismo patrón.

Uno no puede distinguir quién es quién.

—Y cómo lo va a hacer uno. Si estos le meten mano al erario nacional y los otros también.

Así no se puede.

—Cuando refunden nuevamente la República debiesen ponerle por nombre Alí Baba y los múltiples ladrones.

—Como le dice uno que no, sí así mismo es.

El otro día oí a alguien mentar a dos señores que dijeron lo siguiente «La política se apresura a apagar las luces para que todos los gatos resulten pardos»

—Así mismito es. Para que todo sea lo mismo

¿Y quiénes fueron los que dijeron tamaña verdad?

—El hombre mentó a dos paisanos suyos uno era Ortega y el otro creo que se llamaba Gasset.

No sé quienes serán éstos.

—A lo mejor estaban encompinchaos para decirle semejante verdad a los políticos de marras.

Es que estos políticos además de tracaleros y tramperos son demagogos de la peor calaña.

La demagogia de estos demagogos está dentro de su cuerpo y su mente como un mal espíritu.

El demagogo es irresponsabilidad con todas las ideas que maneja, por eso su demagogia termina siendo una degeneración mental.

—Son unos súcubos políticos.

Porque en estos demagogos sean de derecha e izquierda y viceversa solo existe la renuncia a pensar. Que es la causa de los daños y de los malos instintos que ellos poseen por naturaleza.

Estos individuos son banales en su pensar.

—Sí es qué piensan.

—Estos políticos son incapaces de realizar una buena acción porque no reflexionan sobre lo qué es justo y sobre lo qué es injusto.

—Ni saben ni quieren saber qué es eso. Ni le interesa.

—Realizan todo el mal posible porque han renunciado a pensar y obedecen ciegamente a sus bajos instintos.

No es que sean estúpidos o brutos, como mucha gente dice.

No.

Simplemente han desarrollado la incapacidad de pensar decentemente.

Son incapaces de ponerse en el lugar de los ciudadanos, de sus conocidos. Han convertido a la gente instrumento de su propio provecho.

Por eso es que cada día cometen mayores atrocidades contra la nación y contra la gente.

Lo más grave de esta situación es que hay muchos individuos como ellos, que se quieren parecer a estos políticos.

Y uno ve a los políticos en la calle, en la televisión y son terroríficamente normales. Son padres de familia, hijo de una buena señora, hermano de un buen vecino, lo más terrible es su normalidad.

Los políticos de izquierda y derecha pueden llevar a cabo todas sus fechorías porque hay una sociedad que les permite eludir la responsabilidad sobre las consecuencias de sus actos.

Y eso pasa cuando se apagan las luces para que todos los gatos sean pardos.

Para que todos nos parezcamos a esos viles políticos y pensemos que robar y ser corrupto es hacer política.

Esa es la chabacanería de la maldad política.

Que crece y se apropia de una nación cuando uno deja de pensar por uno mismo.

—Y si uno deja de pensar por uno mismo, otro piensa por uno.

Y se aprovechan de esa situación para someterlo y decirle lo que uno tiene que hacer.

—Porque los políticos han creado una sociedad que invita a no pensar.

Y menos a pensar sobre las consecuencias de nuestros actos.

Eso explica que unos individuos desfalque mil millones de dólares a la nación y eso resulte de lo más natural y normal.

—Y sin ninguna consecuencia para el ladrón.

Porque para la nación si la hay.

—Cuando no reflexionamos sobre las consecuencias de los actos corruptos de los políticos y decidimos mantenernos al margen, como si la cosa no fuera con nosotros, porque creemos que la omisión no es una acción con consecuencias morales, entonces se produce el desastre en que nos encontramos.

—Todo esto es culpa de los políticos. Después nos van a decir que la culpa es de todos.

O de los electores como si el elector votará para que lo humillen y lo maltraten.

—A eso lo llaman la democratización de la pérdida o de la bancarrota, mientras ellos disfrutan las mieles de sus ganancias ladroneras.

—Hay que prender la luz para que ningún gato sea pardo.

Y negarse a aceptar las miserias de estos delincuentes disfrazados de políticos.

Le recuerdo que el queso, las yemas, la carne ya pasaron de los 100 mil.

Y le dijo: Por ahora, apriete.



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Obed Delfín


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