Yo protesto, tú protestas... ellos queman

El pasado lunes 7, del mes de diciembre; molestos por los racionamientos del servicio eléctrico en el sector, algunos vecinos del Parque Las Américas (siete urbanizaciones ubicadas alrededor de la avenida Las Américas, en Mérida) protagonizaron una protesta nocturna; la mayoría, conciente de las limitaciones de generación eléctrica que atraviesa el país. Más que los cortes, reclamaban la falta de programación en ellos. La situación se hizo propicia para que se infiltraran algunos extremistas, aprovecharan las circunstancias, transformaran la indignación en fuego y quemaran la oficina comercial Mérida II, de CADAFE, ubicada en un centro comercial cercano.

Al parecer el mensaje no llego a su destino y, al día siguiente, luego de un lapso de casi cuatro horas de suspensión del servicio, con una escasa prestación menor de dos horas, se repitió nuevamente el racionamiento. La rabia contenida durante varios días afloró descontrolada y, quienes iniciaron la quema el día anterior, se lanzaron a concluir la devastación iniciada; protegidos por la confusión creada por una protesta que degeneró en violencia, pues no se realizaron las averiguaciones necesarias para determinar la causa de la suspensión.

Varias bombas molotov fueron lanzadas contra la mencionada oficina y se formó una aglomeración que impedía a los bomberos ubicarse en posición adecuada para combatir el voraz incendio que amenazaba con extenderse a todo el centro comercial, al tiempo que consumía de angustia a dueños de locales y comercios ubicados e instalados allí; quienes, dudo, podían aprobar el procedimiento seguido para protestar.

Policía y Guardia Nacional intentaron vanamente contener el vandalismo que dejó varios efectivos heridos; se oían disparos continuos provenientes de diferentes tipos de armas, por lo cual no se les pueden atribuir todos a los primeros. Una alfombra de cartuchos vacíos, atestiguaban el hecho.

Los bomberos se sintieron confundidos al observar que algunas personas trataron de evitar que sofocaran el incendio, y frustrados al no poder obtener el agua que necesitaban de una toma cercana. Algunos testigos del hecho comentaban la cara de satisfacción que se observaba en quienes veían en la oficina ardiendo su venganza consumada, por lo que ellos consideraban la prestación de un mal servicio. Tal vez creyeron que CADAFE estaba provocando los cortes por sólo molestar a los usuarios del sector, y que desde allí en adelante todo cambiaría.

Al día siguiente, la noticia del hecho se hizo nacional y las opiniones se dividieron: unos aplaudían la irracional actuación y otros la condenaban; los últimos afirmaban que ello no solventaría la situación, como efectivamente se comprobó en los días siguientes. La empresa de servicio tomó la menor de las precauciones: resguardar sus otras sedes y evitar que se saliera a la calle para proteger a su personal y equipos.

Entonces comenzaron a surgir las críticas del “por qué no se le atendía los reclamos”, pretendiendo ignorar lo sucedido y desconocer las causas iniciales que derivaron en los hechos lamentables. Tal vez la empresa parezca culpable de todos los inconvenientes de servicio que están ocurriendo; pero, quienes trabajamos en ella, somos ciudadanos comunes que vivimos las mismas dificultades de todos los demás.

Si a un minúsculo grupo se le facilitan las condiciones para destrozar las instalaciones relacionadas con la prestación del servicio eléctrico; entonces, ¿cuándo podrá iniciarse la solución definitiva de los problemas existentes, si cada día surge uno nuevo, al cual será necesario aportarle tiempo, personal y recursos económicos que pudieran ser destinados a solventar las causas fundamentales?

Si bien es cierto que existen leyes que contemplan la obligación de prestar un buen servicio público, también es verdad que la racionalidad nos obliga a actuar dentro del marco de la convivencia ciudadana, entendiendo que no hay soluciones mágicas en el problema de generación eléctrica; además, esas mismas leyes ofrecen el procedimiento apropiado para reclamar.

Quienes aspiran cargos públicos de elección popular, no deberían propiciar o aprovechar estas circunstancias para promoverse en el medio, porque “estarían escupiendo pa`rriba”; asimismo, ¿han pensado que están acabando con la fuente de empleo de algunos de quienes aspiran el respaldo? ¿Que agravan el problema en vez de resolverlo? ¿Qué si llegasen ha obtener sus metas políticas no podrán presumir de su capacidad gerencial, porque tendrían que empezar por reparar los destrozos que contribuyeron a crear? No; obviamente no. Sólo piensan en sí mismos, mientras pretenden hacer creer que lo hacen en los demás.

luiserangel@hotmail.com


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Luis E. Rangel


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