Los números que fueron eliminados de la educación media por ser imaginarios

Si una palabra puede caracterizar la reciente propuesta de transformación curricular de la educación media es: utilitarismo. Un argumento que se encuentra a todo lo largo y ancho del documento "Transformación curricular de la Educación Media" para justificar la inclusión de los contenidos seleccionados es su supuesta utilidad práctica inmediata, en la vida cotidiana. Sostengo que esa es una de las grande debilidades de la propuesta curricular. Por cierto, espero que la orden del Ministro Jaua de suspender la aplicación de este nuevo currículo y de someterlo a revisión realmente se cumpla y no suceda lo mismo que con propuestas curriculares anteriores. Ese recurso a lo utilitario ha llevado a la eliminación de contenidos, que considero importantes, por supuestamente no tener aplicaciones en la vida cotidiana o a la trivialización y distorsión de otros para acomodarlos a pseudo-aplicaciones en la vida diaria. Un ejemplo de este último caso es la lección dedicada a los sistemas de ecuaciones lineales en el Tercer Año de Educación Media. En este artículo me ocuparé de un contenido que fue eliminado del Área de Formación Matemática porque se considera que no tienen aplicación en la vida diaria, porque son imaginarios.

El concepto de número es un concepto central para la formación del pensamiento matemático. Sin este concepto no es posible razonar matemáticamente. La adopción del utilitarismo, versión extrema del pragmatismo, como fundamento para el diseño curricular tiene implicaciones para el desarrollo de este concepto en la escuela. Al asumir solo la enseñanza de aquellos temas (conceptos y procedimientos) que tengan una aplicación inmediata en la vida cotidiana se reduce dramáticamente el número de temas científicos a considerar para ser incluidos en el currículo. Reducimos el currículo solo a la enseñanza de conceptos cotidianos y de aquellos conceptos científicos que puedan ser trivializados, simplificados para acomodarlos al esquema utilitario. Un ejemplo de esta trivialización es el recurso a las esquinas de Caracas para introducir el estudio de los sistemas de coordenadas que se hace en uno de los libros de la Colección Bicentenario. De esta manera el estudio de los números queda reducido cuando mucho hasta los números reales. Aunque en un documento previo (MPPE, 2015) se habla de números "irreales" (p. 255), todos los otros que no son reales me imagino. Una revisión cuidadosa de la propuesta curricular nos muestra que en ella se reduce prácticamente el estudio de los números a los naturales y los racionales. Tal es la trivialización del estudio de los números que en el único ejemplo de Unidad de Aprendizaje que se presenta en la propuesta curricular, versión de junio de 2016, sobre la recolección y tratamiento estadístico de datos entre los temas de conceptualización, sistematización y generalización están los números naturales y los enteros (ver MPPE, 2016, p. 125). Números que sabemos desde los primeros grados de primaria que no sirven para medir. Esta deficiencia debe ser corregida. Debe garantizarse el estudio adecuado de los números reales, de lo contrario estaremos formando estudiantes con serias deficiencias en su formación, incapaces de comprender un buen trozo de la realidad. Pero no es suficiente, también hay que enseñar los números complejos, aunque a la vista de los utilitaristas de moda no tengan aplicación en la vida cotidiana. Tal fue la influencia de esta ideología que a pesar que estos números si aparecen en el libro de la Colección Bicentenario para el cuarto año de la educación media, fueron excluidos de la propuesta de transformación curricular.

La historia de la creación de los números complejos es por lo menos apasionante. Por siglos nos resistimos a aceptarlos, ya sucedió antes con los irracionales y con los números enteros negativos. En buena medida esta resistencia a su aceptación se debía a que parecían no compadecerse con el sentido común. Por ejemplo, ¿cómo aceptar que un segmento podía no medir igual a una razón? No solo no eran aceptados en círculos amplios, sino que dentro de los mismos círculos exotéricos, como los llamaría L. Fleck, no les fue concedida residencia sin resistencia. Entendemos que aún hoy en día entre muchos no se comprenda muy bien a los números reales, los irracionales y los complejos. Eso no significa que su comprensión no sea necesaria para una población educada y dispuesta a hacer de su país una "pequeña gran potencia". Los números complejos no solo tiene numerosas aplicaciones, por ejemplo en el campo de la electricidad, sin que constituyen un excelente eje temático para la integración de contenidos. Los números complejos nos ofrecen la oportunidad de estudiar de manera integrada temas de geometría, como las transformaciones en el plano, las matrices, los polinomios, etc. y muchos temas de otras ciencias. Me parece un grave error, un doble error, excluir los números complejos de la educación media por considerar que no son aplicables a situaciones de la vida cotidiana.

A su paso por Estados Unidos, rumbo a México, León Trotsky le dejó la tarea a los marxistas estadounidenses de ajustar cuentas con el pragmatismo, especialmente con la obra de John Dewey. Esta tarea quedó postergada unos cuantos años, hasta que en 1975, George Novack publicó su libro titulado "Marxism versus Pragmatism: A appraisal of John Dewey's Philosophy". Al parecer la mayoría de las y los educadores en el campo revolucionario no se han enterado de la existencia de ese libro. En parte por las divisiones clásicas de la izquierda, la limitada influencia del trostkismo y el no haber tenido acceso a una traducción al español de esta obra. Por eso no nos asombra que en amplios sectores de educadores revolucionarios todavía se haga propaganda a las propuestas de la llamada "escuela nueva", fundamentada en el pragmatismo, y se promueva a Luis Beltrán Prieto Figueroa como un educador ejemplo a seguir. Tal es el caso de la propuesta de transformación curricular para la educación media publicada en 2016. Esto no es más que un síntoma de la desorientación teórica de algunos de nuestros educadores que han tenido altas responsabilidades políticas en materia de educación y que han influido en el diseño de las políticas educativas. Esa desorientación acompañada del desprecio por el estudio serio y disciplinado de todas las ciencias y las artes ha resultado fatal para nuestras propuestas y prácticas educativas. Esta mezcla letal explica la exclusión de los números complejos de los programas de estudio de la Educación Media por considerarlos imaginarios y sin utilidad práctica inmediata.



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Julio Mosquera


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