Retorno de la nobleza

—Aló, quién es.

Diga

—Aló, soy yo compita.

No se ponga bravo, qué le pasa.

—A hombre cómo le va.

—Por aquí bien, cómo están por allá.

—Igual de bien

Cuénteme cómo la ha pasado.

—Ahí llevándola.

—Cuidado y se pone a inventar, que si a salir para la calle.

Porque se lo lleva quien lo trajo.

Tenga mucho cuidado, a ver si matricula para el resto del año.

No se ponga a hacer fiestecistas ni a estar yéndose para Los Roque a rumbear regetón y esas cosas.

Mire que la masa no está para bollo.

—¿Con qué se sienta una cucaracha?

Dígame usted.

—Pero hay unos que sí se la pasan en el rumbi rumbi.

—Debe ser con que el sueldo les alcanza para eso.

—Eso es verdad.

Un sueldito para pagar las prepagos, el yate, los grupos de regetón, el whisky y otras cositas más.

Eso sí, según las noticias, los pasapalos que dieron en la fiesta y que los hicieron con lo que trae la caja CLAP.

—A lo mejor repartieron unas brochetas de arroz o de lentejas.

—Creo que desde los tiempos del Marqués del Toro no se veía por estos lados gente con títulos nobiliarios.

—Eso que usted dice es falso.

Porque por ahí anda er Conde del Guacharo.

—Caracha, eso es cierto.

Pero ese muchacho ha trabajado parejo.

En cambio, este otro conde no se le ve cara de mucho trabajo.

—Dicen que es muy amoroso.

—Querendon.

Imagino que quiere muchos los verdes.

Y uno pensando que iban a refundar la republica, y lo que parece es que están refundando de nuevo es la monarquía.

¿A quién llamarán Rey en estos tiempos? Porque si hay un conde debe haber un rey.

Hubo uno que llamaron el zar de Guayana.

Se acuerda.

—Es verdad, así lo mentaban.

Era un todo poderoso por esos lados.

—Y los electores chavistas se quedan callaitos ante esas noticias.

—A lo mejor para que no les vayan a quitar la cajita o los bonos.

—Si fuese Guaidó que pone un elepé o un 45 a todo volumen, de una arman una alharaca.

Pero como es el hijo de un chavista. Contralor creo que es o fue, a saber.

Callados están. Hasta se ponen a mirar para los lados.

Mientras pasa el sofocón.

Además, seguro que lo están atendiendo en una buena clínica privada, nada de CDI.

Para ahí que lleven a los tierruos.

—Así tiene que ser.

A un hombre con título nobiliario no lo van a llevar al CDI de Carapita.

¡Líbrenos Dios de tal desatino!

Hay que tratarlo con los debidos respetos que su distinción se amerita.

—Con estos mostrencos no sabe uno si ponerse a reír.

A estos antiimperialistas como les gusta un yate, unas prepagos pagadas con dinero de su sueldo, por supuesto.

No vaya usted a ponerse a pensar mal. Que ese es dinero mal habido.

Ese dinero es del esfuerzo diario y sostenido.

—Eso demuestra que el salario mínimo alcanza para eso y para más.

Y el bono de 350 mil da para vivir como unos cinco meses en cuarentena.

—Así como usted dice, así es.

Lo voy a dejar, pero es que tengo que poner a remojar unas caraotas.

Cuídese y no esté saliendo.

Y le dijo: Por ahora, apriete.



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Obed Delfín


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