Parábolas del tercer milenio

Parábola del diálogo. Dialogaron el fariseo, que sólo sabe decir Dame, y la buena samaritana, que sólo sabe decir Toma, y después de diez minutos de diálogo el fariseo le había arrancado los ojos y pedía que le diera las gracias.


Parábola de la conversación. Dialogaron el pueblo, a quien no dejan hablar, y el fariseo, que no quiere oír, y cada cual salió convencido de que el otro había quedado vencido.


Parábola de la unidad. Actuando como padrino San William Blake, se celebró el matrimonio del Cielo y el Infierno abrazándose tan estrechamente ambos, que quedaron reducidos a un limbo.


Parábola de los inocentes. Y bajaron de los cerros los pastores para anunciar con sus cantos el advenimiento del Elegido.

­Eso se arregla con diez mil difuntos­ dialogó el publicano.

­La muerte de treinta mil inocentes bastará para estabilizar la dictadura ­ dialogó el rey Herodes.

Pero la multitud de los inocentes puso en salvo al Elegido y pasó aquella jornada terrible sin una venganza.

Desde entonces los publicanos y los Herodes afilan sus cuchillos.


Parábola de la esclava presumida. En aquellos tiempos los fariseos extremaban el rigor para con sus esclavos, haciéndolos trabajar sin prestaciones, mezquinándoles el pan, sicariando con sus sayones a los que hacían sindicatos, y de vez en cuando acosándolos sexualmente como el fariseo que mientras su esclava le barría la sala, le pellizcó una nalga.

­El señor me pellizcó una nalga, el señor me pellizcó una nalga­ salió diciendo toda oronda por la plaza la esclava presumida, en lugar de partirle la escoba en la cabeza.


Parábola de los puentes. Y sucedió en aquellos días que el Elegido y sus seguidores acamparon a la orilla del Jordán, y en la otra orilla vieron el festín de Baltasar, con una muchedumbre de fariseos entregados al vicio, a la depravación y a las abominaciones.

Y he aquí que predicó el Elegido: ­tendámosle puentes, para que puedan venir a compartir nuestro sacrificio, nuestra pobreza, nuestra austeridad.

Y he aquí que los discípulos desmantelaron sus humildes chozas para disponer de madera para los puentes, y dejaron de cosechar para trabajar en los puentes, y dejaron de descansar hasta que no estuvieron construidos los puentes, mientras en la otra orilla, los fariseos se entregaban a la vagancia, el derroche y el latrocinio.

Y predicó el Elegido: ­Todo lo hemos sacrificado, todo, mas al fin tendimos los puentes para que los codiciosos fariseos dejen sus prevaricaciones, su avaricia y su soberbia y vengan a compartir nuestra humildad.

Mas, hete aquí que por los puentes no pasó ningún fariseo a sacrificarse, y sí se pasaron los discípulos de mala entraña a ver si les tocaba alguna sobra en el festín de Baltasar.


Parábola de los milagros. Y ocurrió en aquellos tiempos que el Elegido y sus discípulos iban entre los pobres, y enseñaban a los que no sabían, y curaban a los enfermos, y hacían ver a los ciegos, y multiplicaban el pan y los peces.

Mas, los escribas y fariseos predicaban en todas las plazas y los templos que el Maestro hacía ignorantes a los sabios y enfermaba a los sanos y cegaba a los videntes y hacía desaparecer el pan y escasear los peces.

Y sucedió que el Elegido fue donde los escribas y fariseos, y con sendos milagros evitó que los expulsaran de sus mansiones en virtud de las hipotecas debidas y los alquileres exorbitantes, y les facilitó carrozas para que pasearan ostentosamente, y casas de estudio gratuitas para que sus mancebos se graduaran de doctores de la Ley, y les suministró negociados para que se refocilaran.

Mas, los fariseos y escribas y sus mancebos predicaron con lenguas de víboras en templos y plazas que el Elegido les impedía tener mil mansiones y les vetaba poseer mil carrozas y les impedía manifestar en contra de los favores que recibían y no obedecía a los procónsules del Imperio y no les suministraba negociados suficientes para que se llenara el pozo sin fondo de su codicia.

Y el Elegido siguió beneficiándolos con milagros para que vivieran, hasta que sucedió que los pobres vivieron de milagro.


Parábola del cortejo triunfal. Y pasó en aquellos días que el Elegido entró en Jerusalén, seguido por el cortejo de los inocentes que le habían salvado la vida en la encerrona tendida por los legionarios.

Mas, pasando el cortejo frente a los palacios de los filisteos, dijo el Elegido: ­Dejad que los filisteos vengan a mí.

Y allí se unió al cortejo la turbamulta de los filisteos con sus máscaras de hipócritas y sus lenguas de víbora y sus mortajas de sepulcros blanqueados y sus joyas arrancadas a los pueblos y sus perfumes con los que trataban de disimular la pestilencia.

Mas, pasando el cortejo frente a las mansiones de los fariseos, dijo el Elegido: ­Dejad que los fariseos vengan a mí.

Y allí engrosó el cortejo la pandilla de los fariseos con sus libros de falsas leyes y sus rollos de compilaciones de trampas y sus documentos de genealogías trucadas y sus sermones contra los pobres.

Mas, pasando el cortejo frente al templo donde los mercaderes estafaban, engañaban, y especulaban, dijo el Elegido: ­Dejad que los mercaderes vengan a mí.

Y se incorporó al cortejo la pandilla de los mercaderes con sus pesas trucadas y sus medidas faltantes y sus cofres repletos, y los usureros siempre regateando y los prestamistas siempre especulando y los agiotistas sacando provecho de los discípulos, y los traficantes y los tahúres y los fulleros con sus barajas y sus ruletas y sus dados trucados.

­¿Para dónde va ese cortejo? ­preguntó desde la vera del camino María.

­Al Calvario ­ contestó el sumo sacerdote Caifás, alzando el brazo para mostrar en la mano los cuatro clavos.


Parábola del Apocalipsis. Sobre los cielos aparecieron los jinetes del Apocalipsis y el Elegido preguntó a fariseos y escribas y mercaderes qué merecían: ­El Cielo y la Tierra para nosotros y para más nadie ­contestaron.

Y bajo ellos se abrieron las fauces del abismo de la crisis, donde se hundieron empujados por el peso de sus maldades, que habían acabado al mundo.

luisbritto@cantv.net


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Luis Britto García

Escritor, historiador, ensayista y dramaturgo. http://luisbrittogarcia.blogspot.com

 brittoluis@gmail.com

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