El Eufemista Vladimir Villegas

Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, eufemismo es una “Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante”. Abundantes ejemplos se encuentran en un muy reciente artículo de Vladimir Villegas en Aporrea quien, con el debido respeto, confirma aquel dicho italiano: “No son los idiotas quienes andando con los inteligentes se vuelven más inteligentes sino los inteligentes quienes andando con los idiotas se vuelven más idiotas”.

Sostiene Villegas que la expulsión de Vivanco, director de Human Rights Watch, es un error que abre “un nuevo frente de batalla comunicacional poco o nada conveniente en estos tiempos”; y Villegas tiene todo el derecho a pensarlo, aunque creo que se equivoca justamente porque no entiende cuáles son “estos tiempos” de los que habla.

Pero el propósito de estas líneas no es hablar de lo conveniente o no en el caso Vivanco, que eso debe hacerse dónde y con quien la crítica pueda surtir efecto. Se ve muy feo, para decir lo menos, que alguien discuta públicamente, escuchado por amigos y enemigos, las decisiones tomadas su un comandante en el campo de batalla. El propósito de estas líneas es otro: llamar la atención para beneficio de los y las compatriotas de Misión Sucre sobre ejemplos de eufemismos.

Muy fino, señor Embajador

Para comenzar, me consta que Vladimir Villegas sabe y recontrasabe que Human Rights Watch es una patraña financiada por y al servicio del gobierno de los Estados Unidos. Por algo fue embajador de Venezuela en Brasil y México. Pero, deformación profesional o añoranza de la diplomacia, lanza su primer eufemismo: “En otras ocasiones he manifestado públicamente mis reservas frente al trabajo de Human Rights Watch, una organización de derechos humanos con no muy claros anclajes en las esferas de poder de los Estados Unidos…”

¡Oh, Darling! Que bonito le quedó eso de “mis reservas” (que en el caso de HRW deben ser como las de Fort Knox) y que cuchi la fórmula de “no muy claros anclajes en las esferas de poder de los Estados Unidos…” que, en buen cristiano se dice: pagado por la CIA. Para que no queden dudas de su enérgica radicalidad, Vladimir Villegas remata: “en entrevistas radiales que le hemos realizado a Vivanco en el programa que comparto con Carla Angola en Unión Radio nunca le he ocultado esas reservas”. ¡Mire como tiemblo camarada, ante su violencia! Ni Jehová colérico tronando contra el díscolo pueblo judío tuvo tanta fuerza. Tanta que Vivanco quedó con ganas de volver a ser entrevistado y lo fue más de una vez. Sobre todo, qué palo de mujer esa Carla Angola para no salir corriendo temblorosa de la cabina de Unión Radio, impresionada por el ímpetu y la pasión sin concesiones de nuestro embajador Villegas.

“Aprende Eduardo, me regaño yo mismo, aprende de Vladimir: si tú lo hubieras entrevistado, Vivanco te demandaba por injurias y por exponerlo al desprecio público, y el gobierno te hubiera aplicado la Ley Resorte…” No importa, digo en mi defensa, uno nunca es demasiado patán con los patanes y ese hijo de perra, lamebotas y defensor de Pinochet justamente en el tema de los derechos humanos merece… ¡no lo digas!” Está bien, acepto, vamos a dejarlo en que Vivanco merecía ser detenido por error e interrogado durante dos semanas por la DINA, siniestra policía secreta de la dictadura chilena; merece ser tratado como mapuche por el gobierno de la Bachelet o, se lo deseo de todo corazón, merece reencarnar como Lucía Hiriart Rodríguez, esposa de Augusto Pinochet.

Muy bonito, Excelencia

Villegas no es como nosotros, no dice “Está claro que lo de ese gran carajo de Vivanco es puro apoyo para los escuálidos, injerencia e intromisión en la política interna de Venezuela”, sino que advierte delicadamente que “evidencia la intención de contribuir a reforzar política y electoralmente a quienes adversan al gobierno”. Villegas no dice: “En cada elección viene con el mismo macán” sino “tampoco es la primera oportunidad en la cual coincide con eventos electorales”… Ay, Fru-Fru, ¡Que coincidencia, como coincide la coincidencia…!

No, Monsieur Villegas

Otro eufemismo de Vladimir Villegas: “HRW debe hacer mucho para demostrar que su actuación no tiene vasos comunicantes con los intereses de la política exterior norteamericana”. Por favor, Vladimir, ponte la mano en el pecho, mírate a los ojos en el espejo y responde: ¿Tú crees sinceramente que, haga lo que haga, HRW, podría demostrar lo contrario de lo que tú, yo y todos sabemos?

El informe deforme

El Informe de Human Rights Watch es precisamente eso, un informe amasijo de mentiras, mala fe y peor saña, una pelota de infamia que el escarabajo Vivanco, a quien los dioses confundan y las diosas pierdan, viene rodando desde Washington, junto con su telón y mantel con logo de HRW. Llega, se instala, monta su tarantín y lee el falso testimonio. Pero, eufemísticamente, Villegas lo cuenta así: “No niego que algunos de los aspectos planteados en el Informe tienen elementos de veracidad, así como también contiene medias verdades y unas cuantas mentiras. Es cuestión de debatir y discutir ese o cualquier otro documento…” etc. ¿Debatir y discutir qué y, sobre todo, con quién? Ni que estuviéramos en la Cuarta República donde para ellos eran los debates y para nosotros los batazos. ¿Discutir el documento que miente sobre nuestra madre o sobre nuestras intenciones, el documento que llama asesino al bueno, y bueno al asesino, el documento que enloda al gobierno del cual eres o fuiste parte? ¿O acaso no ha notado, señor embajador Villegas, que esta revolución y este pueblo son como una bala que ha salido del cañón: no negociables, no discutibles.

Sentenció Evo Morales: “los muertos no son negociables”. Decimos nosotros: menos lo son nuestros vivos, hombres, mujeres, niños y ancianos, a quienes Vivanco difama.

La verdad es revolucionaria

¿O Villegas nos está anunciando un futuro en el cual, para acabar con la polarización, el gobierno producirá documentos donde los “elementos de veracidad” se revolcarán con “medias verdades” y “unas cuantas mentiras”?

La difamación de Vivanco ni siquiera merece ser llamada ‘documento’. Lo que ahí se dice no puede ser tema de debate con sus autores. Porque, como el mismo Vladimir Villegas afirma noblemente: “En materia de derechos humanos no puede haber doble discurso ni actuaciones que pongan en entredicho a quienes laboran en ese campo tan complejo”. Discutir semejante basura con tales mercenarios sería ponerse “en entredicho”. Vivanco no está en entredicho sino dicho y confeso.

Final sin eufemismo

Comenzamos diciendo que, según el DRAE, eufemismo es “Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante”. Vimos ejemplos de uso y abuso del eufemismo. Por eso nos llama la atención que Vladimir Villegas, después de tantas, tan suaves y decorosas expresiones para hablar de quienes no merecen ninguna consideración, termine su artículo con esta frase recta y franca, dura y malsonante refiriéndose a la expulsión de Vivanco: “más que una decisión soberana, me parece una soberana metida de pata”. ¿Para Vivanco el debate y para Chávez el batazo?

Una relativa ambigüedad en parte de la retórica de Vladimir Villegas nos induce a plantear ciertas reservas sobre la coherencia de su posición y la firmeza de su compromiso.

rotheeduardo@hotmail.com


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Eduardo Rothe


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