Biografía de la lengua de Mendoza

Después de degustar de entrada un mousse de plátano en salsa de ají dulce. Como plato fuerte, lomito en salsa bearmaise con papitas París y puntas de brócoli. Luego de saborear mandarina rellena con helado de mantecado y sirop de chocolate, nos parece contraproducente tratar de ingerir la lengua cruda de Enrique Mendoza que el chef de producción del canal oficial nos ofrece en un video sobre los sucesos del 11 de abril de 2002.

En seguida de ver la grabación, tenemos la sensación de que al gobernador de Miranda la lengua se le fue de bruces. Con su acostumbrada gorra volteada y una curita pegada en la mejilla izquierda, Mendoza vociferó como el jefe de una pandilla de fascinerosos, en lugar de invocar ese día la reunificación nacional: “Aquí no nos estamos chupando los dedos, ni somos ningunos pendejos. El canal 8 va en las próximas horas fuera del aire, se las echaron de arrechos para sacar del aire a las televisoras comerciales. A esa basura, que se llama el canal 8, la vamos a sacar fuera del aire”. ¡Púyalo Enrique!, debió aclamar Carmonita después de aquella fascinante lección de política democrática.

A pesar de no santificar sus digestiones, confesamos que no maliciábamos que la lengua de Mendoza siempre ha carecido de puritanismo. Sin embargo, la inefable Marta Colomina, cuya sin hueso no es ningún concierto de la orquesta sinfónica, en un artículo publicado en El Universal el domingo 2 de agosto de 1998, nos aclara que el susodicho está acostumbrado a incendiar el idioma.

Colomina nos presenta algunos antecedentes de la mala lengua de Mendoza: “No sospechábamos que Enrique Mendoza, quien tiene fama de ser conspicuo miembro del Opus Dei, nos iba a lanzar discurso tan escatológico el día de la inscripción formal de su candidatura en el CNE. El dirigente socialcristiano soltó un estentóreo '¿por qué c... quienes me critican no hicieron algo cuando gobernaron? (...) Hubo mezquindad del Gobierno, simplemente para j... a Mendoza'. El aspirante a la reelección en Miranda estuvo acompañado en ese acto de su todavía bien amada Irene Sáez, quien se nos ha vendido como recatada dama salesiana. Pues bien, las reseñas periodísticas no pueden ser más explícitas: 'La ex alcaldesa no ocultó su emoción: ¡Viva Mendoza!', exclamó la bella. Y arrebolada por las contundentes palabrotas del creador de su candidatura presidencial, Sáez gritó a la muchedumbre: 'llegó la hora de que las mujeres se aprieten aquello'. Todos sonrieron y pocos entendieron, reseñan los atónitos reporteros, por lo que el escatólogo Mendoza se apresuró a traducirlo: '¡Que se aprieten las pantaletas!' (El Universal y El Nacional 24-7-98)”.


Gracias a Marta Colomina, logramos justificar las palabras que Mendoza pronunció el 11A, cual jefe peligroso de una montonera que practica el pillaje. Sin que haya rendido un ajuste de cuentas por sus modales antidemocráticos demostrados durante ese día, Mendoza le ha mostrado a los venezolanos su obsesión de ser candidato presidencial. ¿Qué no hará y dirá Mendoza de llegar a sentarse en la poltrona de Miraflores?


Tal vez estemos equivocados pero, conociendo la indigencia de su lengua, presumimos que Enrique Mendoza también es de esos que se meten un dedo en el ombligo y se lo huelen.




Diario La Verdad,

Maracaibo

29-09-2002


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Vidal Chávez


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