¡Cómo olvidar ese día! ¡Cómo olvidar esos días! Y gracias a Dios que no los podemos olvidar, porque no los debemos olvidar.

Cuando se habla de los hechos de abril de 2002, siempre se hace énfasis en lo sucedido el día 11, por el impacto que en todos generaron los muertos, los heridos y el ver al Presidente Chávez siendo apresado en Fuerte Tiuna, y por otro lado, se recuerda el día 13, cuando el pueblo y los sectores democráticos de las Fuerzas Armadas retomaron el hilo constitucional. Sin embargo, suele relegarse a un segundo plano la importancia del día 12, día en el que, tanto de un lado como del otro, vimos como se caían las máscaras que disfrazaban a muchos de los que aparecían en televisión vendiendo discursos huecos.

TIPOS DE MÁSCARAS

Básicamente había dos tipos de máscaras: las de aquellos que se vendían como revolucionarios y las de los que se disfrazaron (y siguen haciéndolo) de democráticos.

Ese día, el 12 de abril, fue realmente doloroso ver a algunas personas que habían acompañado al Presidente Chávez, hasta ese momento, deslindarse y tratar de salvar su pellejo, ante la inminencia del cambio político. Es la cultura acomodaticia, la que impúdicamente violenta los principios.

En el otro lado se encuentran los que se rasgan las vestiduras. Los cínicos que dieron un golpe de Estado en nombre de la democracia y de las libertades, pero que en apenas treinta y seis hora en el poder convirtieron al país en una dictadura fascista y asesina. No hubo ley, Constitución, estado de derecho y ni siquiera mínimos derechos humanos. Lo que sí sobró fue el ensañamiento, la desvergüenza, la soberbia y la maldad a borbotones.

Asco. Lo que da es asco recordar aquel 12 de abril, porque a cada uno de los que se quitaron el disfraz, se les vio la piel cubierta de gusanos retozando en su podredumbre.

LA COMUNICACIÓN DEL PUEBLO

Si algo tuvo de hermoso ese día es que el pueblo no se la caló. Que a pesar del silencio informativo al que nos sometieron los grandes medios de comunicación social, a pesar de la hipocresía que reinaba en el ambiente, en la cual se vendía el discurso de la defensa de la libertad de expresión, pero se censuraban al mismo tiempo cualquiera de las manifestaciones populares, la gente consiguió la manera de comunicarse.

Las radios populares ocuparon el espacio de los canales de televisión nacional. Los teléfonos comenzaron a ser instrumentos subversivos que transmitían la información censurada por la gran prensa. Hasta los mensajitos de texto de los celulares incitaban a rebelarse en contra de la dictadura. Las pequeñas cámaras de video, hasta ahora utilizadas para grabar fiestas de cumpleaños y bodas, fueron los testigos mudos de la represión. Todo el que tenía una cámara fotográfica o una videograbadora tomó el lugar de los reporteros que se plegaron a la línea editorial de los dueños de los medios.

Y el pueblo encontró la manera de comunicarse, de hacerse escuchar o, mejor dicho, de escucharse a sí mismo.

GRACIAS A DIOS

Aunque parezca irónico, debemos darle gracias a Dios por este día. Dice un refrán muy antiguo que Dios escribe derecho con líneas torcidas, y es verdad.

A pesar de que es muy doloroso recordar el 12 de abril, a pesar del sufrimiento de la mayoría de las familias venezolanas en esa hora aciaga, es bueno que todo haya sucedido, que los disfrazados hayan sido desenmascarados y que quedara claro, ante los ojos del país y del mundo el cinismo que se escondía detrás de los que enarbolaron banderas que no son dignos de llevar.

Dolor inmenso por los muertos de ese día. Gloria al pueblo que supo exactamente lo que tenía que hacer, al pueblo que no necesitó líderes ni orientaciones mediáticas. Repulsión hacia los que todavía creen que nos pueden manipular.

mphelnacional@yahoo.com