¿Sindicalistas o conspiradores?

Si bien el periodista Vladimir Villegas, a quien reconocemos como un periodista serio y respetable, virtudes que le vienen de sus padres y de su pasada, pero no olvidada militancia comunista, asegura que la sentencia a 16 años de prisión dictada contra seis venezolanos que, según sus defensores, son Sindicalistas, es una violación a los derechos humanos y del derecho a la protesta, no tenemos razones para considerar al poeta Tarek William Saab, Fiscal General, un mentiroso que disfrute con el encarcelamiento de inocentes. No nos podemos imaginar que un poeta, sensible ante el dolor humano, sea capaz de usar la mentira con tanta alevosía para buscar cercenarle la libertad a alguien. A Tarek lo hemos visto con la sensibilidad del poeta defendiendo a las mascotas o a los animales callejeros, así como se preocupa por las personas que llevan la vida con la carga de una limitación y voltea su mirada para ver a las personas de la tercera edad, tan maltratadas por el mercantilismo que las abandona como desechos. Creo que Vladimir debe conocer bien al poeta, pues ambos han transitado juntos caminos en defensa de los presos políticos. Hacemos la observación porque el Fiscal argumenta que los sentenciados no aparecen ni siquiera registrados en el Seguro Social Obligatorio como trabajadores activos, requisito indispensable para cualquier asalariado, salvo que el patrono de estas personas evada sus obligaciones, lo que amerita la denuncia del propio periodista. Si alguien no es trabajador, no puede ser sindicalista. Como esa es una información de fácil acceso, le sugiero a mi ex camarada que la busque en la página del IVSS en Internet. Pudiera ser que los conspiradores, digo, si lo son, se aprovechen del afán antimadurista de Vladimir para meterle gato por liebre.

Tarek señala que estas personas están vinculadas a un militar desertor que se encuentra en Estados Unidos. Este personaje declaró desde el país del norte a favor de los presuntos sindicalistas. Una forma de aclarar que andan juntos en algo.

También vale la pena preguntarse por qué el gobierno detiene y acusa a estas personas sólo por protestar, pero no lo hace con una reconocida, combativa y antimadurista como la profesora Elsa Castillo, quien, por cierto, no puede participar en las elecciones primarias de la oposición por no tener dinero. Bien pudiese Vladimir condenar el salvajismo del capitalismo en este caso.

En uno de los programas conducidos por un periodista venezolano en Miami, una compatriota vociferó, insultó y descalificó al gobierno por criminalizar la protesta. No se explica dentro de la lógica que ella sí puede protestar libremente y el gobierno no la encarcela.

Vladimir debe hacer honor a su bien ganado prestigio y no pisar tan fácil las conchitas de mango.



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Pedro Salima


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