Palabras fraternas para Vladimir Villegas

Me recuerdo como joven comunista, flaco y tímido, provinciano, en un evento nacional en el teatro Cantaclaro de Caracas.

Recuerdo a otro Joven, más osado, de pie, señalando al presidio conformado por respetables dirigentes del del PCV. A distancia recuerdo a Jesús Farías, Pedro Ortega Díaz, Eduardo Gallegos Mancera, Olga Luzardo, Cheché Cortez, María León Jerónimo Carrera, Pedro Gutiérrez, Américo Díaz Núñez y otros que se escabullen de la Memoria.

El joven reclamaba más acción del partido en la calle. El reclamo era Franco, directo y rebelde de parte de Vladimir Villegas, "el hijo de Cruz» me aclaró el dirigente de la JC, Jesús Carmona. La aclaratoria me llevó a mis conocimientos de Cruz Villegas, una referencia de las luchas sindicales y de una permanente identificación con los jóvenes. Más tarde, en otro evento, conocí el reclamo, la rebeldía y el descontento de Mario Villegas, otro hijo de Cruz. No había otro Cruz tan querido en el PCV.

Con el paso del tiempo supe de Vladimir en la Causa R, cuando Andrés Velásquez nos deslumbró con su discurso. Nunca nos imaginamos que iba a terminar en el triste papel de hoy.

Hago este Preámbulo para intentar dejar claro que este artículo no es movido por la mala intención, ni por la confrontación, sino por el respeto que le tengo al hermano de Ernesto. Se puede decir que soy seguidor de sus programas como periodista. Tanto que transité por la rabieta y las mentadas de madre a la intolerancia cuando el sectarismo de algunos camaradas aniquilaron a «Par de calvos», el exitoso programa que hacía Vladimir con Pedro Carvajalino. Todavía creo que la presión contra Calvajalino para que no hiciera llave con Vladimir fue producto de la peligrosa mezcla de la intolerancia y la vil envidia.

Se terminó el Preámbulo, Vladimir. Me inquieta tu empeño en convencer a los demás que este CNE, el de hoy, rompe con el equilibrio institucional que debe prevalecer en ese organismo. Es aceptable la crítica, más por los errores de su Presidente. Pero Villegas entierra el pasado del CSE, cuando, entre otras barbaridades, en 1998, fuera del lapso para hacer cambios en las postulaciones, los adecos retiraron la candidatura del propio jefe de ese partido para apoyar al empresario Salas Romer. Alfaro Ucero no renunció a su candidatura, lo renunciaron, con el visto bueno del organismo electoral ¿Lo recuerdas?.

Me inquieta, camarada, que cuando entrevistas te a María Corina Machado no le preguntaste sobre sus llamados a la intervención extranjera en nuestro país, ni en torno a su apoyo a las medidas coercitivas contra Venezuela, ni sobre su empeño en sacar a Nicolás Maduro a la fuerza.

Denuncias las detenciones de dirigentes de Vente Venezuela, pero no te preguntas por qué ese partido no aparece registrado en el CNE. Vaya, compa, María Corina ha dicho que ha organizado el mejor aparato de defensa del voto que se haya conocido en este país. Bueno sería que le preguntases a Carlos Blanco y sus otros asesores por qué esa maravillosa organización no se usó para recoger firmas a fin de registrarse como partido político en el CNE. Se hubiese evitado la jocosa escena de Rosales con sus dos tarjetas y el lacito azul.

Me parece bien que condenes la toma de la Embajada de México en Quito, por parte del gobierno de Ecuador, pero parece que borraste de tu memoria que Enrique Capriles siendo Alcalde tomó a la brava la Embajada de Cuba en Venezuela. Acto tan facistoide como los pescozones que le dieron a Rodríguez Chacín, triste evento fascista alentado por Leopoldo López. ¿No es factible una Ley Antifascista para evitar esos desafueros?

No nos agrada tu insinuación entrelineas que el poeta Tarek William Saab obliga a los testigos a declarar contra los planes de conspiraciones.

Te recuerdo que la prensa se cansó de asegurar que las amenazas de golpes contra Chávez eran inventos del gobierno. Tú viviste el Golpe contra Chávez. Creo que evitas referirte a las amenazas de magnicidio contra el Presidente Nicolás Maduro. Quizás porque el chismoso Jaime Bayly delató en su programa el intento de matar al Jefe de Estado en Venezuela.

No veo que denuncies los diferentes incendios que se están dando en diversos sitios vulnerables. ¿No te parece sabotaje?

Otra cuestión es la libertad de expresión. Yo la defiendo, pero que Carla Angola repita una y otra vez que Maduro es un dictador asesino y que ya lo van a encanar por decisión de una corte internacional, no es una cuestión de libertad de expresión, sino de libertad de ser una enfermiza cobera. Me gustaría que en algunos de tus programas hicieras referencia al tipo de periodismo que hace

Vicky Dávila en Colombia. ¿Libertad de expresión o promoción del golpismo? Te dejo allí la pregunta.

Te escuché preguntar varias veces por el paradero de Tareck El Aissami. Lo detienen y entrevistas a un abogado que Lanza la hipótesis de que se trata de una pelea de grupos dentro del chavismo. Tú le das la razón a esa hipótesis. Me supongo que te sentiste señalado por el poeta cuando se refirió a los incrédulos de siempre. Tú postura en esa entrevista nos dice que para ti el gobierno siempre está bajo sospecha. Ese mismo trato no le diste al gobierno interino.

A lo mejor te estoy escribiendo bajo la influencia de aquel joven provinciano que aplaudía entusiasta cuando Jesús Frías nos animaba afirmando que dos cosas eran seguras en el mundo: que el sol siempre saldría y que el comunismo reinaría en el mundo.

Te invito a que intentes renovar tu amistad con Nicolás Maduro, sin necesidad de esa cursilería de «lo que diga Nicolás».

Saludos.



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Pedro Salima


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