En estos últimos días, mucha gente me ha preguntado ¿por qué los trabajadores son los que siempre terminan perdiendo con las devaluaciones, inflación o cualquier crisis económica, mientras que el Gobierno y los empresarios no salen tan afectados?

Que ¿por qué la repentina subida del dólar oficial y paralelo se dio un día después que el Gobierno se sentó con los empresarios en el Palacio de Miraflores y anunció el tan esperado crecimiento económico venezolano de los últimos meses, y ahora los trabajadores están más pobres que hace una semana y media atrás?

Esas son cosas que la gente de a pie no logra comprender, ¿Por qué sale y entra en la pobreza cada cierto, con o sin crecimiento económico?

Lo que yo puedo responderles a esos hermanos venezolanos es que debemos cambiar la perspectiva de ver las cosas. ¡Venezuela no tiene por qué tener ganadores y perdedores cada vez que el dólar paralelo y oficial aumenta! Tiene que haber formas automáticas para recuperar el poder adquisitivo de los trabajadores cada cierto tiempo. Pero, como les dije, primero tiene que haber un cambio en la forma de ver las cosas en nuestro país.

Lo cierto es que, la economía venezolana de finales de 2022, se presenta un poco difusa para todos los actores económicos. Cada uno la ve distinta. El gobierno la ve distinta, el empresario de otra forma, los trabajadores tienen otros lentes, y los banqueros también. Cada actor ve un orden en el discurrir de sus ideas sobre la realidad, pero al mismo tiempo, no logra descifrar o comprender el desorden económico en que nos encontramos como totalidad.

Para comprender ese desorden aparente, debemos primero ordenar nuestras mentes en función de cuál es el objetivo real que en lo económico queremos para nuestro país. ¿Queremos que sea una potencia? ¿Queremos que la inversión se múltiple para que genere más empleos y la gente tenga para vivir bien? O, queremos que los trabajadores regresen a tener un sueldo mínimo de 300 dólares mensuales?

¿Esos son sueños, ideas, o son realidades que se pueden alcanzar?

¡Ordenemos nuestras mentes! ¿Qué queremos realmente como país, como nación?

Claro que queremos un Gobierno que garantice que todos los actores económicos: empresarios, trabajadores y el mismo gobierno, ganen a la vez. Pero para alcanzarlo todos los actores deben comenzar a cambiar el método de ver el crecimiento y el desarrollo del país para el bien de todos. Donde todos salgamos ganando. Donde no solo el empresario con sus aumentos de precios garanticen sus niveles de ganancias y retorno del capital en sus inversiones, sino que también el trabajador sea bien remunerado y retribuido por sus aportes al sistema de producción y comercialización nacional.

Porque al final del cuento, la masa laboral son los mismos consumidores, los que consumen los bienes y servicios que los empresarios ofertan o lanzan al mercado después que los propios trabajadores dedican su esfuerzo físico e intelectual para producirlos.

Insisto, es preciso, y estamos a tiempo, de cambiar el chip de ver el crecimiento, desarrollo o el porvenir venezolano, por aquel donde todos ganemos.

Donde por fin el Gobierno y el empresariado se pongan de acuerdo para aumentar la producción de cualquier forma, pero que no olviden que la clase obrera, los profesionales, es decir, la mano de obra, es también una parte importante para multiplicar el capital y hacer crecer la economía.

En estos momentos no podemos pararnos sólo a contemplar los resultados de los indicadores económicos como un triunfo individual del gobierno o de los empresarios, sino considerar el bienestar material y económico como algo integral, donde también la población trabajadora lo disfrute, donde el empleado de a pie también salga ganador y no dude, o más bien salga confundido.