Ahora la presión es del gobierno: "Chávez, un periódico de ayer"

Si el presidente Maduro ha declarado que Venezuela está siendo presionada por el imperio, podemos decir ahora con propiedad que es cierto, pero que de ahí solo viene la mitad de esa presión, porque la otra mitad (de la presión sobre Venezuela) la ejerce el mismo gobierno sobre los habitantes del país, imponiendo un modelo de “prosperidad” exclusiva, solo para los que tienen más dinero. La revolución hacer rato que se terminó como ejercicio político en Miraflores y más allá. De la revolución de Chávez solo quedan las mentiras que repiten los mismos de siempre, como una letanía, cada vez que hay un día de fiesta nacional o en el programa de Diosdado Cabello.

En su discurso de fin de año el presidente nos alerta del pragmatismo capitalista, sin embargo lo hace consciente de que ese pragmatismo ha sido la opción de su gobierno en estos siete años para sostenerse en el poder sin necesidad de producir ideas propias. Ha entregado el manejo de nuestra economía y nuestros recursos en manos privadas y de particulares del mismo gobierno; ¡ha dejado que la economía de libre mercado fluya! Sigue relacionando el socialismo con las bolsas del Clap y las limosnas de los bonos; con unos “emprendimientos”, que no son otra cosa que alimentar el egoísmo y la mentalidad de empresario aspirante para esa parte de la población que recibe recompensas clientelares dentro de lo que ellos llaman la “poder popular” (a nosotros siempre nos pareció hipócrita, de Capriles Radonsky, que llamara a esta gente – a estos beneficiarios de créditos y de ventajas por parte del gobierno –, “enchufaos”, pero, a pesar de la aspereza de ese sentimiento, eso es lo que son, grupos de oportunistas “enchufadas al gobierno”, que reclaman, luego de cada ciclo electoral, sus pagos por ser “leales” a Maduro y a su roster de 20). El pragmatismo se denuncia a gritos para disimular el pragmatismo que se practica en silencio.

El gobierno apuesta a la fuerza de la mentira hecha palabra, apuesta al engaño de la propaganda, puesto que sus políticas reales son indefendibles en un discurso honesto. Sería ofensivo decirle al pueblo chavista que ahora el gobierno ya no es socialista y que nada tiene que ver con los sueños de independencia e igualdad de Chávez, porque sus ideales quedaron atrás, que ahora lo que manda es el libre mercado, el dólar, el euro, ¡consumismo o nada!, la competencia y la “prosperidad individual”, ¡ que gane el que pueda!… y que el resto (o sea, la inmensa mayoría de los habitantes) solo tendrá una bolsa con harina, arroz y pasta, tal y como alimentaría la FAO a los pueblos más pobres del mundo.

Ahora le toca al gobierno y a los reformistas presionar a la población para que se olvide del socialismo y de Chávez. Un poco es eso lo que hace Jaua reivindicando el “protagonismo” de Alberto Vollmer en todo este “cambio” político (aunque Vollmer dice que no es político; ¡ninguno lo es!)–económico. Es lo que ha venido haciendo desde siempre Jesús Farías, vendiendo las bondades del reformismo, y de eso que llaman el “etapismo”, es decir, que para hacer una revolución socialista y obrera hay que desarrollar las fuerzas productivas capitalistas primero, algo así como morir y volver a nacer. Es lo mismo que practica Castro Soteldo enmarañado con un bojote de ideas, para él incomprensibles, e inútiles para justificar un vulgar proceso de restitución y distribución (privatización) a los privados de las tierras y de las empresas públicas y de aquellas nombradas socialistas. El 2021 será el año de la máxima presión para convertir, “sin complejos”, a Venezuela otra vez en colonia y yacimiento proveedor de riquezas para los imperios –o de aquel que mejor se desempeñe en la guerra por fuentes energéticas y de agua potable y la gran guerra comercial mundial –.

Si el gobierno ahora se ha hecho publicista del capitalismo para ganar simpatías, hay mucha gente que está dispuesta a darle la razón, desde los renegados “de casa”, hasta la “clase media emprendedora”, es decir la capa más fascista de la población, pequeños propietarios, pequeños empresarios, empleados de las grandes empresas privadas y toda clase de aspirante a rico; anticomunistas de toda clase, desde los más ignorantes que solo conocen del comunismo aquello que ven en las películas de Hollywood y los documentales de la BBC, hasta los intelectuales de los llamados “tanques pensantes” desertores de la izquierda. Con este apoyo, los renegados del socialismo pueden presionar suficiente para que el chavismo desaparezca del ideario y del corazón de los pobladores del país (sean estos de la nacionalidad que sea); para que Chávez sea materia olvidada, otro periódico de ayer.

Ahora nos toca saber cuántos chavistas-socialistas, que no son reformistas y que entienden por qué no lo pueden ser, quedan en el país y están dispuestos a revindicar a Chávez, sin mezquindad, sin la petulancia del gobierno; capaces de reconocer que hubo una verdadera revolución en la emergencia política de Chávez, y una verdadera revolución en su propia persona, en su experiencia de vida y en su pensamiento. Porque vienen por Chávez, que significa un pueblo esperanzado y luchando, y vienen por el socialismo que significa esperanza, frente a la fatalidad capitalista.

...YO SOY CHAVISTA Y SOCIALISTA, Y NO CREO EN EL CAPITALISMO “NI TANTICO ASÍ”


Esta nota ha sido leída aproximadamente 2880 veces.



Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

Visite el perfil de Marcos Luna para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Marcos Luna

Marcos Luna

Más artículos de este autor