Sindicatos y gobierno revolucionario

—Se ha fijao que ahora los sindicatos no tienen fuerza ni para levantar una pluma, mucho menos para armar un peón de rancho.

Qué bueno broma les pasó a esa gente. No tienen aliento ni pa’ soplá una vela.

—Así me he fijao.

¿Por qué será eso? ¿Qué les habrá pasao?

Antes por lo menos metían ruido, pero ahora nada.

—Mire camará, eso les pasa por estar aliándose con el difunto.

Usted recuerda como se los metió en el bolsillo y ellos solitos cayeron en la trampa. Porque pensaron que ese era de los mismos, lo mismo le pasó con el tarugo llamándolo obrero. ¿Cuándo chofer es obrero?

Cuando los sindicatos se aliaron al gobierno perdieron toda posibilidad de seguir existiendo. Fue la traición para con la clase obrera, porque el Estado es un empleador.

Pactaron y acordaron acabar con la clase obrera.

Ahora no levantan ni polvo.

Un sindicato no puede aliarse con el patrón porque éste se lo traga. Sindicato y gobierno son dos entes contrarios, contrapuestos. Esa es la verdad.

El muelero de Barinas les caía a coba y éstos pa’lante con el comandante. De ahí les viene todas las desgracias que están sufriendo, perdieron todo el poder que algún logran ganar.

Aquel los sobaba y éstos se regodeaban, era otra trampa más. Para acabar con las luchas obreras. Comunistas neoliberales es lo que son estos, aunque parezca una contradicción.

Fíjese que poco a poco han ido acabando con los sindicatos, ya les quitaron todo poder acción. Con la conversión monetaria los chavecos volvieron piltrafa los logros de los contratos laborales y, además, se le rieron en la cara.

Y quien protesta preso, allá tienen presos a varios tercera edad.

Las alianzas internacionales que tienen son de mentalidad medieval.

—¿Cómo es eso?

—A bueno, que esos tratan a la gente como si fuesen esclavos o siervos de la gleba.

A esos no les gustan los sindicatos porque disminuyen las ganancias y traen problemas. No hable usted de las condiciones de seguridad laboral, eso les molesta más que una piedra en el zapato.

Cuando le hablan de la seguridad industrial les da urticaria, y así los llaman comunistas. Será para los demás porque para su bolsillo es la ganancia.

Todas las luchas sindicales se vinieron abajo y van a desaparecer gracias al difunto y su legado. Están en pico de zamuro.

—Así es. Los tienen listo pa´ la parrilla y con salsa.

Los sindicatos se echaron la soga al cuello ellos mismos por estar riéndole la gracia al barines.

Porque él representaba a los obreros y no sé que ocho cuarto. Puras mentiras.

Lo que representaba era al capitalismo chino, que es un retroceso para las luchas obreras. Pagan miseria y en las peores condiciones de trabajo.

Todo pa’ ellos. No quieren aceptar las condiciones de trabajo que existen en ningún país, es lo que ellos dicen y más ná. Así son. Capitalismo medieval, aunque suene raro.

A los sindicatos les pusieron la trampa y cayeron mansitos. Ahora están dando pataleadas de ahogados.

Esas son las consecuencias de haberse encompinchao con el gobierno revolucionario, los tienen hundidos y ahogándose en sus propias contradicciones.

Los sindicatos están fritos. Se acabaron.

—Eso es lo que se vislumbra el fin de los sindicatos, gracias a la revolución bonita.

Les sale lápida de cemento o de lata porque mármol no hay.

—Así están las cosas por estos lados.

Tanto hablar del capitalismo y los mataron sus mismos partidarios de izquierda.

¿Cómo es que dice el dicho? Cachicamo trabaja pa’ lapa.

Y después estos vagabundos hablando del imperio y del capitalismo cuando aquí se han encargado ellos de acabar con la clase obrera y los sindicatos, para dejarle puerta franca a sus aliados.

La vida te da sorpresa, sorpresa te la vida. Ay Dios.

Agarren pa’ que no sean.

—Cayeron en la trampa y ahí están entrampados.

Así seguirán mientras no manden pa’l carrizo viejo a este gobierno y sigan pegados a la falda del mismo.

Lo dejo.

Y le dijo: Por ahora, apriete.



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Obed Delfín


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