Luto Consciente por los venezolanos que nunca debieron haber muerto

Así fue la «marcha del silencio», la más emocionante de cuantas se han hecho en Colombia. La impresión que quedó de aquella tarde histórica, entre partidarios y enemigos, fue que la elección de Gaitán era imparable. También los conservadores lo sabían, por el grado de contaminación que había logrado la violencia en todo el país, por la ferocidad de la policía del régimen contra el liberalismo desarmado y por la política de tierra arrasada. La expresión más tenebrosa del estado de ánimo del país la vivieron aquel fin de semana los asistentes a la corrida de toros en la plaza de Bogotá, donde las graderías se lanzaron al ruedo indignadas por la mansedumbre del toro y la impotencia del torero para acabar de matarlo. La muchedumbre enardecida descuartizó vivo al toro. Numerosos periodistas y escritores que vivieron aquel horror o lo conocieron de oídas, lo interpretaron como el síntoma más aterrador de la rabia brutal que estaba padeciendo el país.

Gabriel García Márquez[1]

Es innegable que la actual polarización política que vive nuestro país, está atrapada en una lógica de violencia donde todos, lamentablemente, somos al mismo tiempo víctimas y victimarios, ya nadie se escapa de ello. Ojala no lleguemos, a los niveles en lo que llegó nuestra querida Colombia, que como sabemos le ha costado años para iniciar un proceso de paz, donde hoy día, a pesar de los avances que existen en este camino, todavía, por la complejidad del fenómeno, sigue siendo de pronósticos reservados.  

Esta violencia política, que si bien ha tenido su expresión concreta en la cantidad importantes de venezolanos injustamente fallecidos, sin mencionar la cantidad de heridos, personas privadas de libertad y daños materiales, ha ido carcomiendo progresivamente la tranquilidad y peor aún las posibilidades de ver en lo inmediato un futuro mejor para nuestro país.   

Pero, cuales son los elementos que caracterizan este fenómeno de la violencia en Venezuela:

  1. En primer lugar esta violencia tiene un sustrato que se fundamenta en la difícil crisis de carácter estructural y societal que viene afectando profundamente al pueblo venezolano, potenciada por los errores, incapacidades y omisiones que en materia de política económica viene instrumentando el gobierno de Nicolás Maduro.
  1. Por otra parte, quienes deberían hacer propuestas viables, creíbles, constitucionales y responsables para encontrar una ruta que nos permita salir de la crisis, por el contrario han venido estimulando la polarización política, cerrando toda posibilidad de carácter democrática como lo es: por un lado, la ilegal e ilegítima, convocatoria  a una Asamblea Nacional Constituyente y por el otro, el llamado a un plebiscito que no tiene cabida en el plano constitucional.
  1. Esta violencia tiene como esencia factores de orden cognitivo, que llevan irremediablemente a reducir la complejidad social, que se sustentan en estereotipos de carácter racista, sexista, de diferencias sociales, entre otros.
  1. Pero también, tiene en esencia factores afectivos donde afloran sentimientos de mucha rabia, odio, frustración que nos conduce peligrosamente a la deshumanización del ser humano, donde pareciera que los muertos existen si se identifican de cual o tal bando (MUD – Gobierno/PSUV).
  1. Otro aspecto importante es que este fenómeno de la violencia en nuestro país, es estimulado en el ámbito internacional (intereses económicos) por capitales transnacionales que mantienen vasos comunicantes con grupos y elites de poder que están hoy en pugna y que son y han sido funcionales al capital. Dichos intereses económicos, son expresión concreta de la profunda crisis del sistema capitalista mundial, lo que sin lugar a dudas ha conducido a importantes cambios en la geopolítica mundial y por ende a una nueva correlación de fuerzas, disputándose el control de las riquezas naturales  de nuestro país, ejemplo de ello es el Decreto que creo al Arco Minero del Orinoco (AMO) y la firma de los convenios con transnacionales mineras como la Gold Reserve, entre otras.

Por ello no es casual, el hecho de que estemos viviendo con más de quince meses en un permanente Estado de Excepción  y Emergencia Económica, donde sin ningún tipo de contrapeso y discusión amplia, profunda, democrática y plural, el Presidente de la República adquiere poderes supraconstitucional para decidir sobre el presupuesto nacional o cualquier otra materia económica, social  o de endeudamiento de la República. De igual modo, tenemos como ejemplo las recientes sentencias 155, 156, 157 y 158 del TSJ que evidencian, no solo la ruptura del orden constitucional sino también el carácter autoritario del Gobierno, que busca consumarse como tal, a través de la pretensión de destituir a la Fiscal General de la Republica por sus valientes declaraciones y acciones empeñadas, como se lo demanda la Constitución, en lograr el restablecimiento del orden constitucional, denunciando, entre otros aspectos, la instalación por parte del ejecutivo nacional de una espuria Asamblea Nacional Constituyente.

Ante este cuadro, que caminos debemos transitar para detener la espiral de violencia que como un virus destructivo, hoy, como nunca antes, amenaza el futuro y tranquilidad de nuestro país.

En primer lugar debemos reafirmar que los problemas de Venezuela, los resolvemos los venezolanos y venezolanas, por lo tanto rechazamos todo tipo de injerencia imperial extranjera.

En segundo lugar, la paz no puede ser vista como un fin en sí mismo o como una consigna vacía. Hoy en día, en nuestro país, lograr la paz pasa irremediablemente por dos aspectos importantes: el primero  es tener conciencia de que la misma es un valor fundamental de una sociedad que debe reconocerse como democrática, participativa, protagónica, multiétnica y pluricultural, tal como está establecido en nuestra vigente Constitución. El otro aspecto, es entender que la paz se logra si se respeta por toda la sociedad venezolana y en especial por los actores en pugna (PSUV-Gobierno y Dirigencia MUD) el orden constitucional, que no es más que el modelo de estado que está definido en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, por lo tanto la restitución (Artículo 333) de nuestra constitución y su cumplimiento, es un aspecto fundamental y determinante para lograr la paz en nuestro país.

Por todo lo anteriormente planteado, quienes NO nos sentidos representados, ni por la cúpula del PSUV-Gobierno, ni por la dirigencia de la MUD, desarrollemos acciones creativas, democráticas y constitucionales que obliguen a detener TODO TIPO DE VIOLENCIA, iniciando por demostrarles a ambos bandos en pugna, que los NO polarizados somos más y que exigimos detener la escalada de violencia y restituir la vigencia de nuestra Constitución (Articulo 333). En este sentido, a partir de este 5 de julio y hasta el 30 de julio, les  invitamos a participar en la campaña del luto consciente, que como iniciativa viene desarrollando la Plataforma Ciudadana en Defensa de la CRBV,  usando bien sea un brazalete, botón, cinta o ropa de color negro,  para denunciar que los fallecidos por la violencia política son venezolanos que nunca debieron haber muerto. Este luto consciente, también simboliza nuestra preocupación por la muerte de la democracia participativa y protagónica, en fin simboliza la muerte de la democracia en Venezuela.

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[1] Vivir para Contarla.

 



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Oly Millán Campos

Economista (UCV) y exministra del Ministerio para la Economía Popular (2006). Integrante de la Plataforma Ciudadana en Defensa de la CRBV y de la Plataforma Contra el Desfalco a la Nación

 omillancam@gmail.com      @angelicamcampos

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