Al momento de escribir estas líneas, el pueblo barinés y Venezuela toda se suma al llamado del Presidente Nicolás Maduro para movilizarse, para activarse y recabar propuestas para el fortalecimiento de la seguridad ciudadana y la promoción de una cultura de paz.
Nuestro Presidente Nicolás Maduro ha informado que el próximo 8 de febrero será lanzado el Plan Nacional de Pacificación, y destacó que 2014 tiene que ser el año en que el plan libere territorios en todas las comunidades. Porque la cultura de paz sirve para liberarnos de distintas opresiones.
Es la vida, ese cortísimo espacio de tiempo, ese pestañeo temporal en millones de años, el bien más preciado que tiene la humanidad. No lo es ningún objeto material ni otros dones. Por eso hemos de asegurarnos que este breve tránsito por el mundo se constituya en una feliz experiencia y quienes tenemos responsabilidades políticas hemos de asumir la protección de la vida como un sagrado deber.
Es la vida entonces, la vida feliz, un ideal político revolucionario supremo. Es la vida un contrasentido cuando es acechada por las tinieblas que la acercan a la muerte. Así la pobreza, la enfermedad, la opresión, la violencia, la explotación, el coloniaje, el racismo, la contaminación ambiental constituyen expresiones de la cultura de la muerte que un sistema siniestro, el capitalismo, quiere enseñorear en el mundo. Y para ello se valen de lo que se opone a la paz.
Es la guerra la expresión más terrible de la pretensión de unos para someter a otros mediante la supresión de la vida. Lamentablemente la historia de la humanidad está repleta de tenebrosos capítulos donde la muerte ha suprimido a millones de seres humanos con el fin de controlar recursos, tomar territorios e imponer la voluntad política de unos sobre otros.
Hoy, cuando el capitalismo entra en una fase superior de abyección humana, presenciamos horrorizados cómo las trasnacionales de la muerte convierten la guerra en un negocio que provee pingues beneficios económicos a las potencias militares guerreristas, como Estados Unidos e Israel. Y el vínculo tenebroso entre el complejo militar industrial y los centros financieros mundiales violan el derecho a la vida dejando tras de sí, una estela de muerte y desolación.
En Venezuela, la cultura de la guerra y la muerte oprimió tenazmente al pueblo. Lo humilló y lo vejó; lo llenó de hambre y enfermedad; lo contaminó e incluso, a través de sofisticadas maquinarias propagandísticas, pretendió alienarlo y convertirlo en victimario de sí mismo. Hasta que ese mismo pueblo abrió los ojos. Y llegó Chávez.
Fue, es y será el Comandante Hugo Chávez, un campeón en la batalla por la paz y la vida. Duros combates contra un enemigo visible, y otras veces soterrado, libró este hombre de paz para liberarnos, uno a uno, de los yugos que impuso la cultura de la muerte.
Así, con un esclarecimiento intelectual superlativo, pero sobre todo insuflado y potenciado del amor del pueblo que lo impelía hacia las conquistas sociales, Hugo Chávez nos lega una Patria que diariamente le gana la batalla a la muerte y paso a paso va dejando la semilla de la paz regada en los pueblos de Venezuela y el mundo.
No alcanzaría este espacio, ni todos los espacios, para enumerar los logros y victorias que cimentan la cultura de la paz y la vida de nuestra Revolución Bolivariana. Pero es indudable que el enemigo, con su cultura de guerra y muerte, acecha a nuestro pueblo. Para derrotarlo tenemos nuestra conciencia, nuestro amor y, sobre todo, nuestra unidad perfecta como pueblo organizado, movilizado y agitado. Y venceremos.
Por eso, cuando celebramos un encuentro por la paz y por la vida, también celebramos a Hugo Chávez y su legado infinito.
Barinas, 27 de Enero de 2014
