Entre el grupo de Lima y los oportunistas criollos no hay ninguna diferencia

 

¿Qué son y cuáles son los oportunistas criollos? ¿Usted ha escuchado decir de alguien que "esta es mi gran oportunidad"? Bien, esto, básicamente, es un oportunista, alguien que busca y aprovecha oportunidades para provecho personal, normalmente de tipo material, oportunidades de hacer dinero o de estar ahí donde se puede hacer dinero, mucho dinero con el mínimo esfuerzo. No sería una verdadera oportunidad si tuvieras que trabajar duro por él y por mucho tiempo; digamos que estas últimas serían otro tipo de oportunidades, de largo aliento, para gente curtida por generaciones en el trabajo. Pero no es el caso, hablamos de políticos mediocres, de burócratas, de corruptos ladrones de lo público y lo que no es público.

En nuestro país (y en casi todos los demás) los oportunistas están en la administración pública, representados por presidentes, ministros, alcaldes, diputados, gobernadores, concejales, magistrados.., funcionarios públicos de toda clase. Afortunadamente no todos los funcionarios públicos han sido tan oportunistas y corruptos como para que dejaran de realizar sus funciones profesionales específicas, muchos son técnicos y buenos, otros hasta son honestos. Y por otra parte, son representados por la llamada oposición. En este caso casi todos son oportunistas y tramposos, lo más honestos entre ellos podrían ser buenos profesionales en sus respectivos ramos de conocimientos, pero uno lo pone en duda cuando se prestan sin objeción al trabajo politiquero de buscar el dinero por la vía fácil, arguyendo siempre que lo hacen para servir al país. Muchos de ellos se han hecho ricos, sin ni siquiera haber llegado al poder en ninguna instancia burocrática, solo con los dólares esquilmados a los financistas de la contrarrevolución; se han auto socorridos con los dólares que reciben del gobierno Norteamericano y de otros gobiernos directamente, o a través intermediarios con cara de dignas ONGs.

El Grupo de Lima y todos los otros gobiernos de derecha del mundo no hacen ninguna diferencia con estos grupos de oportunistas nacionales; si hay alguna diferencia es de volúmenes de riesgos y ganancias, sobre todo de ganancias. Podríamos decir que moralmente los guía el mismo espíritu aventurero y en extremo egoísta mezquino[i] y despiadado.

La otra tapa del sándwich la hacen chinos, rusos y turcos, una combinación de capitalismos igualmente letales para el país. Lo primero que hay que decir es cómo puede el gobierno de Maduro ser amigo de un gobierno tan miserable como el gobierno turco, oportunista de más –que se alía, según convenga con los rusos o los norteamericanos en contra de Siria o de sus más personales intereses- y al mismo tiempo defender al gobernó sirio (si es que todavía lo hace). Pero igual, con el mismo espíritu, actúan los rusos y chinos, quizás con mucho más discreción que Recep Tayyip Erdogan, el villano perfecto, pero con la misma motivación capitalista "y sin la más remota posibilidad de regresar al mundo socialista" diría Putin.

En el medio estamos los pueblos, en el medio estamos los venezolanos trabajadores productores de riquezas ajenas, llevando palos de todos lados, de indiferencia, necesidades y en muchísimos casos, hambre. Y ¿Quién le da los mordiscos a este pan relleno? El capitalismo, que no tiene nacionalidad ni patria, que ni siquiera es humano, aunque su sangre sea la misma humanidad.

Estamos atrapados entre "carniceros y perros de la guerra", dice Giordani. Yo digo que la guerra es una solución, quizás igual de atroz que otras, para los oportunistas criollos, de los dos bandos, y para el capitalismo internacional. La carnicería de Maduro, como la llama Giordani, forma parte de esa solución desesperada –la guerra- cuando se advenga el final del gobierno. Otra es el fascismo, compartido con un gobierno de derecha, transitorio, para salvarles el pellejo a todos los responsables directos de esta debacle… Y si no reaccionamos hacia una revolución política inmediata, un cambio de gobierno y de rumbo político y económico radical, de control radical de la producción y de todos los procesos económicos vitales, ¡justo como si estuviéramos en guerra!, el final será inminente, fatal: habrá la misma hiperinflación por un tiempo largo pero dentro de una represión cruenta y un baño horroroso de sangre, dentro de una dictadura feroz, sea de este gobierno, sea del otro gobierno de derecha destinado para que lo sustituya. ¡No podemos permitir que Maduro le entregue el testigo a un gobierno de (más) derecha!; ¡hay que cambiar las cosas antes de que esto suceda! Convoquemos al chavismo para rectificar; hablemos con la verdad de cara a la realidad, a un pueblo que está perdiendo la fe en el gobierno, y en el socialismo, el cuál ha sido deshonrado por Maduro, Diosdado, los hermanos Rodríguez, Jaua, Isturiz y su vicariato servil. ¡Volvamos a la política! ¡Volvamos a Chávez!

Marcos Luna 04/01/2019

 


 

[i] El egoísmo mezquino. Nadie puede amar a otro si ante todo no se ama a sí mismo, el amor propio es un egoísmo saludable, sano, necesario. Pero un ser mezquino no da muestras de amarse a sí mismo, de poder recibir amor de los demás, no genera admiración o respeto, solo envidia y odio, es un ser miserable que no tiene derecho a acumular lo que no necesita para ser feliz, su felicidad está en ver a los demás tan miserables como él, en igualar al mundo a su nivel o por debajo de él. Marx dice que para igualar a la sociedad el derecho debe ser desigual; hay que "dar a cada quién según sus necesidades (tal y como fue el evangelio de Jesús), pero pedir o exigir de cada quién según sus capacidades", cada quién en su sitio haciendo lo mejor que sabe hacer, menos explotar a los demás hombres como esclavos.

 

 



Esta nota ha sido leída aproximadamente 1273 veces.



Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

Visite el perfil de Marcos Luna para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Marcos Luna

Marcos Luna

Más artículos de este autor