Tragedia del profesorado universitario venezolano

Quien esto escribe es profesor -desde 1972- del glorioso Instituto Pedagógico de Barquisimeto (Venezuela) el cual, como se sabe, es una facultad o decanato de un raro y simplista apilamiento universitario que llaman Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL).
Entré a la Universidad Central de Venezuela (UCV) como estudiante de la Facultad de Humanidades y Educación en 1965. Amo a mi UCV. A finales de los '60 me licencié; luego hice estudios avanzados de filosofía bajo la égida pedagógica del profesor José Rafael Núñez Tenorio (valorado filósofo venezolano; 1933-1998). Hace ya como 30 años me doctoré en Ciencias Sociales, cuando brillaba el convenio de este Doctorado con la Universidad de París (La Sorbona).
En los '80 realicé estudios especiales de filosofía y politología en academias asiáticas.
Mi trabajo docente en el Pedagógico de Barquisimeto (en filosofía, pedagogía y sociología) ha sido para mí, una tarea existencial y también ininterrumpida. Hace tiempo que logré el estado de jubilado, pero jamás me he marginado de la producción intelectual y de la docencia.
Hoy en día tengo una edad avanzada y, en verdad, no disfruto de buena salud.
Hace días se me ocurrió llamar a 20 colegas de ese sector de jubilados de las universidades del país, el cual optó en algún momento de sus respectivas vidas profesionales, dedicarlas de manera exclusiva al hacer propio del alma máter. "Colocar -pues- todos los huevos de la cesta" de la universidad.
Solo a ese sector me dirigí en mis llamadas telefónicas e informáticas. Es decir, no incluí a aquellos compañeros que a lo largo de sus actividades académicas, alternaron (legítimamente, claro está) la vida universitaria con la actividad laboral libre, independiente (como no pocos médicos, abogados, ingenieros, etc.).
Bien. "¿Cómo estás haciendo para vivir con las miserables pensiones jubilatorias que te ofrece el gobiernillo Chávez-Maduro a tenor de la Universidad y el atropellado sistema nacional de Seguro Social?
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Debo decir que en 1998, cuando atendí una invitación académica que me hizo una universidad suramericana (y me preguntaron con formalidad, asuntos laborales), yo devengaba algo así como 3.000 dólares al mes. Quizá un tanto más. A la sazón, mi persona no era ministro o algo por el estilo; no. Era lo que sigo siendo... un profesor universitario en situación de jubilado, con título de Doctor o PhD y con la categoría académica de Titular (máxima).
Hoy en día, habida cuenta un gobierno que usa gruesamente el significante "revolucionario" como grito de guerra, no he de llegar a devengar 40 dólares al mes. Ello, tomando en consideración lo que ofrece el tal Ministerio de Educación Universitaria y la pensión del Seguro Social.
Las calificaciones profesionales de los colegas que contacté son de diamante puro... Mujeres de 60 años con doctorados en diferentes expresiones teóricas y tecnológicas de la física, la biología y la química. Hombres de 70 años con doctorados en ciencias computacionales. Mujeres y hombres que han navegado en disímiles relieves de las humanidades, logrando profundidad cognitiva y estética unida a la belleza. Doctores en Matemática, en Oceanografía, en Ciencias de la Salud, Ciencias Económicas... en fin... Puedo decir sin ambages que todos, ¡todos!, gozan de la plenitud que da la fusión propia del dominio profesional con la experiencia. Sus pulsiones laborales están lejos, muy lejos de las pantuflas, los chinchorros y los bostezos.
A esa legión de sabios, el gobiernillo les paga 40 dólares mensuales para que administren el hambre y la pléyade de dolencias propias de la edad avanzada.
Al rubro de las denigrantes pensiones jubilatorias hay que añadir la pérdida progresiva y sostenida que viene acusando todo el profesorado universitario venezolano en cuanto a los servicios de salud y de otros aspectos.
En diciembre pasado nos llega a través del correo electrónico el ofrecimiento de suministro de medicinas, para lo cual se hacía necesaria una torturante serie de diligencias. Las cumplí a cabalidad al lado de un nutrido grupo de jubilados. Todo en vano.
Hace un par de días acudí a las clínicas barquisimetanas “Acosta Ortiz” y “José Gregorio Hernández” en plan de recibir la asistencia odontológica que ofrece por Internet un adefesio corporativo que el gobiernillo pretenda que sea visto como “asegurador”. ¡Nada, nada! Falacia total.
Debo decir que los testimonios ofrecidos por los colegas, ante mi pregunta, fueron terribles.
El 80% de ellos confiesa que vive con dificultad. Tanto que en buena medida, ello está unido a la ayuda que los hijos envían desde el exterior. Hubo un caso que da cuenta que la situación se acerca a la indigencia. Curiosamente, no tuvo hijos ni formó familia... ¡Cómo se me parece al fracaso cubano!
Sé bien que el ya referido sector del profesorado universitario venezolano que tomó al pie de la letra el valor laboral denominado “dedicación exclusiva”, estando hoy en día en situación de jubilado, constituye lo que literalmente podríamos connotar como "legión de damnificados".
Ah... Pero la historia no ha muerto. La universidad autónoma, democrática, libre, plural, abierta, autónoma no ha muerto.
¡Viva el conocimiento! ¡Viva la pluralidad! ¡Viva la profesión de la docencia universitaria!
¡No al lumpen empoderado! ¡No al monopartidismo! ¡No a la caricatura universitaria del chavismo y del madurismo! ¡No a la dictadura !
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Las imágenes del lado izquierdo fueron tomadas de Pixabay.
Algunos sitios electrónicos visitados:
http://alexandermoreno-filosofia.blogspot.com/
https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Rafael_N%C3%BA%C3%B1ez_Tenorio
http://www.ucv.ve/



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