La ilusión del poder político por Juan Guaidó

Entramos en marzo, y Nicolás Maduro sigue gobernando Venezuela, Guaidó no ha sumado más reconocimientos diplomáticos de los que ya tenía cuando se autoproclamó presidente, el caballo de Troya de la ayuda humanitaria no entró en territorio soberano venezolano, Estados Unidos tiene menos apoyo que nunca para una intervención militar en suelo latinoamericano, y los vertiginosos acontecimientos no han logrado quebrar ni a las fuerzas armadas, ni al chavismo como bloque político.

De hecho, y aunque no ha sido muy comentado, la oposición venezolana más allá del movimiento violento Voluntad Popular, que representan Leopoldo López y Juan Guaidó, y de Primero Justicia, de Capriles, no se ha sumado al circo mediático y golpista de semanas recientes, y guarda un prudente silencio. Ni siquiera una sola de las cuatro gobernaciones que controla Acción Democrática (AD) de Ramos Allup ha reconocido a Guaidó, especialmente la del estado fronterizo de Táchira, que era una de las apuestas principales de Estados Unidos y sus aliados internos.

El bonus track llegó, antes de terminar febrero, con la reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y el veto, por parte de Rusia y China, a la resolución de Estados Unidos que buscaba el reconocimiento a la Asamblea Nacional en desacato de Guaidó como la única institución democráticamente electa de Venezuela.

Y así llegó marzo, y a pesar de que continúa la guerra política, económica y mediática, el golpe contra Venezuela iniciado el 23 de enero fue derrotado. Y Guaidó, aunque viaje en avión de las fuerzas armadas de Colombia, ha comprobado la máxima de Lenin de que salvo el poder, todo es ilusión. Sin poder político, de movilización, económico, o sobre las fuerzas armadas, sin ningún tipo de poder al interior de Venezuela, de nada sirve el apoyo de Colombia y Estados Unidos.

La batalla de Venezuela la ganó el chavismo sin ninguna duda, pero ahora para que la guerra termine de una vez por todas, se necesita la implicación de toda América Latina , el Caribe, y Mundo   

Si el problema es político, la solución sólo puede ser política, nunca militar,  hay que sumar al diálogo y la Paz



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Antonio J. Rodríguez L.


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