Binóculo N° 341

Tambores de guerra: amar al opresor, odiar al oprimido

Malcolm X, el gran líder negro por los derechos civiles en Estados Unidos, dijo una vez "si no estáis prevenido ante los medios de comunicación te harán amar al opresor y odiar al oprimido".

Esos poderosos medios de comunicación que siempre estuvieron al servicio, no de la verdad, sino de los intereses de los dueños de todo. "Tú has los dibujos, que yo pondré la guerra", le escribió William Random Hearst, a uno de sus dibujantes, quien estaba en La Habana, para que enviara un material gráfico al periódico New York Journal, el cual ilustraría el conflicto entre Estados Unidos y España, por allá en 1898. Fue su intervención para que Estados Unidos entrara en guerra contra España apoyando la independencia de Cuba. Fueron los periódicos de Hearst los que acusaron a España de la voladura del barco Maine, y forzaron al presidente McKinley a emprender una guerra que facilitó a Estados Unidos el dominio del Canal de Panamá y provocó la pérdida de las últimas colonias españolas. Fue sin duda Hearst quien puso la guerra, cuando sus periodistas le consiguieron las fotos. Anticomunista furibundo, partidario de la caza de brujas, acusado de xenófobo y pronazi, se defendió siempre alegando que el hacía las noticias. "I make the news" era otra de sus frases favoritas, junto a aquella que asegura que "las noticias son lo que va en los periódicos en los huecos que deja la publicidad", sentencia que creó doctrina entre los gerentes y administradores de los medios actuales.

Ya para 1898, Hearst utilizó el escándalo, el amarillismo y la manipulación mediática para apoyar sus intereses comerciales y políticos. Uno de sus perversiones periodísticas más conocidas fue la campaña contra la Revolución Mexicana, apoyando primero el porfiriato y luego el régimen autoritario de Huerta, con la intención de preservar las enormes haciendas y propiedades que tenía en México.

Con ese poderoso y novísimo medio de comunicación de masas, se desarrolló la nefasta Doctrina Monroe de "América para los americanos" en el siglo XX, al que se añaden dos nuevos medios de comunicación: la poderosa radio y la televisión; que alguna vez bauticé como el Monstruo sagrado del siglo XX. Esa doctrina Monroe, fue complementada con la Doctrina Roosevelt: el Big stick, "habla suavemente y lleva un garrote, así llegarás lejos". Era la guinda de la Doctrina Monroe. Sobre ella se hicieron todos los desmanes yanquis en el mundo entero. Matanzas en la Primera y Segunda Guerra Mundial, golpes de Estados, Magnicidios, genocidios, hasta la perfección de la teoría funcionalista y la incorporación de la sicología a las teorías de la comunicación, tales como la Agenda Setting y la teoría de la Bala Mágica, también conocida como Aguja Hipodérmica (groseramente conductista).

Edward Berney (1891-1995), una de las mentes más maquiavélicas sobre las que yo haya leído en mi vida, refiriéndose al tema de la manipulación y el control del poder a través de ella, dijo: "la manipulación inteligente de las masas es un gobierno invisible, que es el verdadero poder gobernante en nuestro país". Se refería a Estados Unidos, en donde él, sobrino de Freud y asesor de presidentes sucesivos, generó proyectos de extrema importancia sobre control de las masas.

La aparición de la internet, los teléfonos celulares y las redes antisociales, llevaron toda esa perversión a otros niveles de control de las masas, como dijo Malcolm X, odiar a Kadafi, quien era el oprimido y convertir a Libia, el país socialmente más avanzado del mundo, en un no país, controlado por pandillas, mafias y empresas bucaneras, siempre al servicio del Big Brother. Y a través de los medios, convencer a las masas de que debía ser así. Como la desintegración de Irak, Afganistán, Panamá y cientos de ejemplos más.

La doctrina del Big Stick fue sustituida por una forma de represión mucho más brutal, mucho más cruel, mucho más mortífera y mucho más convincente. En los últimos 30 años, la receta de Estados Unidos para los países que desea destruir, pero apoderarse de sus riquezas, ha sido la misma. Se crea una oposición cuyo primer argumento es la muerte del pueblo por hambre, por lo que se pide ayuda humanitaria; y luego se crea un ejército de liberación, que, al no poder derrocar al gobierno, pide la invasión de una fuerza multinacional ordenada por la OEA, por la ONU o por la OTAN.

En Libia pidieron ayuda humanitaria, luego de que Estados Unidos y los países europeos le había robado 200 mil millones de dólares depositados allá en sus bancos. En el caso de Venezuela, Estados Unidos e Inglaterra le acaban de robar descaradamente, sin que ningún organismo internacional diga nada, 30 mil millones de dólares; y ahora ofrecen 20 millones de dólares en ayuda humanitaria.

Lo peor de toda esa realidad, es que hay venezolanos, que, por el odio a Nicolás Maduro, puedan estar de acuerdo con eso. Están justificando un baño de sangre, que, se sabrá cuando comienza, pero no se sabrá cuando terminará. Chávez lo dijo muchas veces: "somos un pueblo pacífico, pero armado". Las naciones tienen que resolver sus conflictos internos por sí mismos, sin injerencias ni imposiciones. Los tambores de la guerra nunca han favorecido a los más débiles. Estados Unidos ofrece ayuda humanitaria a una nación de la que solo quiere su petróleo, confesado por ellos mismos. Hay que preguntarse, porque no ayudar humanitariamente a sus connacionales que suman 50 millones, pobres de solemnidad, con casi un millón de personas que no tienen dónde vivir. Pero ese es el gran poder de los medios de comunicación, y ahora de las poderosas redes antisociales, hacen que amemos al opresor y odiemos al oprimido.



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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

 rafaelolmos101@gmail.com      @aureliano2327

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