Desde los Caribes hasta Guaidó

La historia de Venezuela no comienza con la invasión de Cristóbal Colón, al servicio del reino de España, como se le vino inculcando a los venezolanos durante más de trescientos años. Venezuela era libre e independiente desde que, hace más de 4.000 años, los aborígenes Caribes y otras etnias navegaban libremente por sus mares, lagos y ríos. Los Guaicaipuros, Tamanacos y Paramaconis lucharon férreamente contra los invasores para mantener al pueblo libre y sin ataduras imperiales y su filosofía era el mantenimiento del equilibrio de la fauna y la flora existentes que era todo lo contrario a la de los invasores y depredadores. Nuestros ancestros aborígenes desarrollaban tecnologías para la construcción de viviendas, de embarcaciones, de diques, de canales para riego y dominaban el arte de navegar incluyendo la navegación astronómica. Tan libre e independiente era Venezuela que el mismo invasor Cristóbal Colón en sus escritos la definía de la siguiente manera: “En esta Tierra de Gracia hallé temperancia suavísima las tierras y arboles muy verdes y tan hermosos como en abril las huertas de Valencia: y la gente de allí de muy buena estatura. Y muchos traían piezas de oro al pescuezo y algunos atadas a los brazos algunas perlas. Grandes indicios son estos del Paraíso Terrenal”

Que lejos estaban de saber nuestros antepasados, que en aquellos navíos venía una tripulación compuesta de furibundos salvajes, (asesinos, ladrones, borrachos y violadores) que posteriormente decidieron apoderarse de sus riquezas.

Desgraciadamente, a partir de aquel nefasto agosto de 1.498, se impuso el mayor poder armamentista con que contaban los invasores y lograron doblegar el ímpetu y bravura de nuestra gente, para imponer en Venezuela las cruentas matanzas de los indígenas trayendo a la par de la espada, como estandarte, la cruz de la iglesia católica con el fin de inculcarles, por la fuerza, su religión.

Trescientos años duraría aquella ignominia, que fue descrita por el Libertador de la siguiente manera: “Semejantes actos afligen a los más endurecidos y excitan justa execración contra aquellos que los han perpetrado.. Son hechos abominables para deshonrar el género humano, que con tanta frecuencia se repitieron durante el descubrimiento.. La historia relata aquellos espantosos acontecimientos que el fraile Las Casas vio con sus propios ojos, esta nueva y hermosa porción del globo, poblada por nativos indios, regada después con la sangre de más de veinte millones de víctimas y vio también las más opulentas ciudades y los más fértiles campos, reducidos a hórridas soledades y a desiertos espantosos”

La iglesia católica y los potentados descendientes de los conquistadores se encargarían de solapar la historia real para enseñarnos que la llegada del imperio español solo fue un “encuentro entre dos culturas”, “el arribo de la civilización”, “el nacimiento de un nuevo mundo”, “el descubrimiento de una tierra ignota”, pero nunca divulgaron que su resultado fue la esclavitud, la aniquilación de las culturas, el genocidio de millones de indígenas, la explotación más cruel y la expoliación de las riquezas.

Hasta el 19 de abril de 1810 hubo una resistencia heroica de los pueblos para romper las cadenas opresoras del Imperio Español. Catuche, Guaicaipuro, Chacao, Naiguatá, Baruta, Catia, Queipa, Guaratari, Manaure, Mara, Maracay, Meregote, Murachí, Paramacay, Yavire, Paramaconi, Pariata, Terepaima, Yare, Tamanaco, Sorocaima, Prepocunate, El Negro Miguel, Andres Lopez del Rosario (Andresote), Rebelión de San Felipe, Rebelión de El Tocuyo, Juan Francisco de León, Comuneros de Mérida, Jose Leonardo Chirino, Manuel Gual, Jose María España, Sublevación de Maracaibo, Francisco de Miranda, Rebelión de los Mantuanos, todos ellos intentaron en vano, por diferentes medios, acabar con la oprobiosa dominación sin resultados positivos.

Para el 19 de abril de 1810 el pueblo ya manifiesta su rechazo a las imposiciones del rey de España y gracias a la intervención de líderes con mayor visión de futuro, con ideas netamente republicanas e inspirados en la Revolución Francesa, siete provincias de la Capitanía General de Venezuela firman el acta de la declaración de independencia de Venezuela el 5 de julio de 1811.

Posteriormente larga y dura sería la lucha de nuestros libertadores para mantener esa independencia y soberanía. Francisco de Miranda, Simón Bolívar, Santiago Mariño, Antonio Jose de Sucre, Jose Antonio Páez, Rafael Urdaneta, Jose Félix Rivas y otros grandes patriotas, bregaron denodadamente al frente de los ejércitos venezolanos y tras múltiples derrotas y grandes victorias lograron la independencia de Venezuela el 24 de junio de 1821, después de haber liberado a la Nueva Granada el 7 de julio de 1819, lo que es hoy la República de Colombia, cosa que hay que recordarle a Duque actual Presidente colombiano. Pero esta epopeya no terminó en nuestra tierra sino que continuo hacia el sur liberando a Ecuador, Perú y creando a Bolivia.

Nuestro impertérrito pueblo ha vivido desde entonces dictaduras como la de Juan Vicente Gómez, quien se caracterizó por el nepotismo y el enriquecimiento, así como por la entrega de nuestro petróleo en concesiones a las grandes transnacionales, las cuales tenían gran influencia en el gobierno y en la vida nacional. Luego tocaría el turno a Marcos Pérez Jiménez, quien llegaría al poder apoyado por algunos civiles de Acción Democrática encabezados por Rómulo Betancourt el 18 de octubre de 1945. Fueron 10 años de lucha continua del pueblo hasta que el 23 de enero de 1958 fue defenestrado el dictador. En este crucial momento la Junta Patriótica no asumió el poder, lamentable error, dejándoselo en bandeja de plata a la oligarquía criolla.

Frescas estaban las heridas de nuestro pueblo, cuando de inmediato se enquista en el poder el nefasto Pacto de Punto Fijo, (AD, Copey, URD), partidos que desarrollaron campañas de terror a través, cuando no, de los viles medios de comunicación nacionales e internacionales.

Durante los cuarenta años que duró esa 4ta República, los movimientos populares sufrieron bestiales represiones, miles de estudiantes y trabajadores torturados, muertos y desaparecidos (Alberto Lovera, Toribio García…etc); partidos políticos inhabilitados, diputados presos violando su inmunidad, policías sanguinarias (Digepol, Sotopol…etc), nacionalización del hierro y petróleo chucutas, entrega de nuestros recursos a los EE.UU, entreguismo, deudas nacionales e internacionales, flagelo de la corrupción, ministros pillos, crisis financiera e inflación galopante, caracazo, masacres. Tenebrosa, descomunal y aberrante semejante actuación.

Finalmente, asciende al poder la Revolución Bolivariana con Hugo Chávez a la cabeza el 6 de diciembre de 1998, lo cual significó la caída estrepitosa del Pacto de Punto Fijo con su “democracia” representativa. Nace la era de la democracia participativa y protagónica representando la esperanza de cambios para el pueblo que había sido excluido de todo beneficio. Se emite una nueva Constitución derogando la moribunda de 1961, rescata nuestro petróleo, se rescata la autoestima del venezolano, se erradica el analfabetismo y se incentiva el estudio, se crean muchas universidades, se crean los sistemas de misiones: salud, vivienda, bienestar social, se reconstruye la Fuerza Armada, se crean los consejos comunales y paulatinamente se va transfiriendo poder político, social, económico y administrativo; es decir nace una nueva democracia para Venezuela.

Ahora bien, los que habían sido dueños y habían disfrutado de los cuantiosos recursos de la República durante tantos años, desde este mismo momento recurren a los métodos que siempre han utilizado, apoyados por los EEUU y han intentado, en vano, derrocar la Revolución Bolivariana. El fracaso de todas las intentonas golpistas y de sabotaje los ha debilitado pero ha envalentonado a los grupos más violentos, hasta el punto de que han tratado de vender la patria, por un mendrugo de pan, a los Estados Unidos de América, como lo ha hecho el cagatintas nalguitas Guaidó, después de “autoproclamarse de Presidente interino”, siempre reconocido, inexorablemente, por los gringos del norte, la rancia derecha que campea en el Cártel de Lima, la Comunidad Económica Europea y los pitiyankis “venezolanos”; que dios no los perdone.



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