¿Hacia un movimiento nacionalista en Venezuela?

Entre las cosas interesantes que ocurren, bajo el asedio belicista de los Estados Unidos y sus acólitos criollos contra Venezuela, observamos las largas colas para firmar contra la intervención extranjera, así como la encuesta de Hinterlaces que revela que un 76% de venezolanos estamos en desacuerdo con una invasión militar a nuestro país. Queremos pensar que, más allá del horror ante una guerra inminente, estamos en presencia de un nuevo impulso nacionalista, que nos colocaría en escenarios de acción importantes.

 Debemos preguntarnos si es factible, y deseable, convertir ese sentimiento “contra algo” (para-la-guerra-nada) en un sentimiento “a favor de algo". Este algo es la conformación de un movimiento nacionalista de nuevo cuño, actual, necesario, que puede contribuir significativamente a la superación de los antagonismos dominantes, más allá de las posiciones políticas dadas.

Al hablar de nacionalismo, no tenemos que pensar en esquemas meramente etnicistas, cerrados sobre sí, fundamentalistas. Mas bien, pensemos en un nacionalismo inédito, en creación permanente, que impacte en los modos como hacemos cotidianamente la economía, la política, la educación, la cultura. Se trata de buscar generar formas e instituciones que se parezcan a nosotros/as, y no lo contrario.

Este proceso de construcción constante de nacionalismo implica la apertura de espacios para reflexionar colectivamente, en las instituciones, en las comunidades, en los medios de comunicación, en todas partes. Implica leer con profundidad y compartir nuestra historia, nuestras formas culturales, nuestra psicología de pueblo, mediante diálogos, escritura, películas, etc. Implica plantarnos ante el interrogante de si somos auténticos herederos de nuestra historia, de nuestros libertadores, de proyectos históricos como el señalado por Don Simón Rodríguez, o si hemos de sucumbir a los encantos y seducción de los medios de difusión y su caterva de superhéroes. Pero debe ser un proceso reflexivo, de emociones y argumentos, no una imposición de unos sobre otros... Y no se trata de discusiones teóricas en sí, sino ligadas a la búsqueda diaria de soluciones ante los ingentes problemas de la vida cotidiana. Es un pensar para hacer ya, y un hacer ya, sustentado en pensares reflexivos.

Un proceso nacionalista que surja de reflexiones colectivas, de encuentros cara a cara o por mediación tecnológica, que toque lo histórico en lo cotidiano y lo cotidiano en lo histórico, será lo suficientemente fuerte y lo suficientemente abierto para dialogar sobre todo lo que está pendiente por hacer, sobre la economía que necesitamos, sobre la política que requerimos, para dialogar sobre las instituciones que más se parezcan a nosotros/as, a nivel nacional e internacional.

Generar un movimiento nacionalista, libertario, fuerte, puede contribuir a superar los fundamentalismos políticos, los antagonismos a priori, en una reflexión y acciones compartidas para redefinirnos y repensarnos como pueblo. Para ello, tenemos que avanzar en la generación de espacios de encuentro, inéditos, sorpresivos, con alta tolerancia y vocaciones dialógicas, más allá de partidos, de organizaciones y de miradas autorreferenciales.    

 

juliovaldez055@gmail.com



Esta nota ha sido leída aproximadamente 911 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter