Desde el 2015, con la firma del "Decreto Obama", en la que el presidente de los Estados Unidos asevera que "Venezuela era una amenaza inusual y extraordinaria" para la seguridad nacional de ese país, se dejó abierta la posibilidad de que a nuestra Nación se le aplicarán las medidas de invasión u ocupación que se llevaron a cabo en otras naciones a las que previamente se les calificó de igual manera.
A partir de allí, las ya viejas pretensiones de las altas esferas del poder estadounidense, empezaron a ejecutar las acciones para "allanar" el terreno y crear las condiciones apropiadas para justificar el envío de fuerzas militares que, bajo el cacareado pretexto de la "ayuda humanitaria", ocuparían los puntos clave de producción y comunicación del país. Toda una componenda para asegurarse el control de la producción petrolera del país con las mayores reservas certificadas de petróleo en el mundo y con un inmenso caudal de recursos minerales de alto valor estratégico, abundantes recursos hídricos y; entre otras fortalezas, una envidiable y apetecible posición geoestratégica.
Muchas veces el presidente Maduro y los representantes del chavismo han denunciado los planes de Estados Unidos y de algunos países "lacayos" por realizar una incursión armada en Venezuela y de tales señalamientos apenas se hacen algunos reflejos, muchas veces a modo de burla, en los medios de comunicación masiva en el país y en el exterior.
Quien fuera jefe del Comando Sur del ejército de Estados Unidos, había expresado su "preocupación" por la situación en Venezuela y dejaba claro que ellos podrían intervenir si se presentaba alguna "crisis humanitaria" que amenaza la vida de los venezolanos. Esa tesis se ha ido manteniendo en el tiempo y algunos apátridas se han encargado de darle piso y peso a la misma, al declarar reiteradamente a los cuatro vientos que en Venezuela se vive una real crisis humanitaria en aspectos como alimentos y medicinas que amerita de la actuación de los países del mundo. Muchos de ellos, abierta y descaradamente, han pedido la intervención militar directa para "salvar" al país.
Esos políticos inescrupulosos y otros personajes identificados con sectores económicos, no han escatimado esfuerzos por sentar las bases para la intervención de alguna potencia extranjera en Venezuela. Sus actos de traición a la Patria (tipificados en el Código Penal venezolano) no se limitan solo a la palabra; sino que algunos toman parte en los planes conspirativos preparados para el país. Sin embargo, algo sí es seguro: De todos esos proto héroes, ninguno tomaría parte directa en los enfrentamientos que se desarrollarían en el país en el caso de que la resonada invasión llegase a materializarse; porque son pura bulla, pura pantalla. El combate y la muerte serían algo desconocido para ellos.
Lo cierto es que la llegada de Donald Trump al gobierno no ha hecho sino acrecentar las posibilidades de invasión a nuestra Patria. Informaciones recientes daban cuenta de las solicitudes de este mandatario para la elaboración de planes para una intervención armada en Venezuela. Eso fue en 2017 y nada se supo al respecto, salvo altisonantes declaraciones que este diera a la prensa. Los funcionarios de alto rango de su administración, se dieron a la tarea de emprender una "cruzada" por el mundo, en la ONU, la OEA y en cuanta instancia o foro internacional les era posible, para tratar el tema de Venezuela como un asunto urgente de resolver; barajando en todas las opciones, la salida de Maduro del poder.
El "absurdo" ingreso de Colombia a la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, da piso sólido a la materialización de esta acción. Siete bases militares estadounidenses en ese país lo dejan todo claro. Algunos analistas han señalado a Colombia como el país que liderará las acciones militares contra Venezuela. Todo el mundo se da cuenta de ello; más en Venezuela, estos aspectos son tratados con banalidad y hasta ignorados por parte de muchas líneas editoriales en los medios de comunicación. Los resultados seguramente no habrán de hacerse esperar.
En todo caso, ante un escenario de tal magnitud, el golpe más fuerte será dado a la población venezolana; a los hijos de Venezuela que, ante la presencia de fuerzas extranjeras hostiles en nuestra tierra, sin temor a equivocarnos, asumirán el rol histórico de defenderla haciendo uso de las armas de la República; bien sea por estar activos en la FANB o por incorporarse a los distintos cuerpos de milicianos o voluntarios que de seguro habrían de activarse para reforzar las acciones armadas de las fuerzas patriotas ¡La historia tiene muchos ejemplos del coraje y de la valentía que tienen los venezolanos a la hora de defender su suelo!
Sin mencionar el hecho de que potencias como Rusia y China han manifestado reiteradamente su oposición a la acción armada contra Venezuela y su disposición a intervenir militarmente en su auxilio. Esto, en parte, es lo que ha contenido a las "águilas" de ejecutar su aberrante plan.
Lógicamente, los daños a las personas serían infinitamente mayores que el que sufrirían la infraestructura y demás bienes materiales ¡Los daños a las personas difícilmente tengan posibilidades de reparación! Los edificios, las casas y los puentes destruidos o afectados durante una eventual confrontación armada, podrían reconstruirse tal y como eran; pero a los muertos nadie podrá revivirlos. Y, en medio del apocalíptico panorama, los que más sufrirían serían los niños.
Por ello, ante una eventual agresión externa y su inevitable estela de dolor, destrucción y muerte se debe plantar firme un país entero; un pueblo aguerrido, alimentado de las más nobles glorias heredadas de Bolívar y todos los héroes nacionales. Guiado por un gobierno victorioso en mil batallas; con errores y desaciertos, pero fortalecido política, moral y militarmente. Todos con la firme convicción de que ¡a la Patria se le defiende! Y a una sola voz, a un solo pensamiento y a una única acción, los venezolanos responderemos a la invasión de las águilas: GRINGOS, GO HOME!