Paraguay, ¿para quién?

 Al estudiar Teoría del Estado, nos vemos obligados a analizar los elementos de dominación; entre los cuales, según mi opinión, el más importante es el elemento ideológico, ya que éste permite una dominación voluntaria y en consecuencia la dominación puede ser larga y pacífica. Pero cuando falla el elemento ideológico, ya sea porque no caló o porque se hizo ineficaz, surge el elemento violencia para mantener el orden dominante o sencillamente para imponerlo. Estados Unidos de Norte América nos ha dominado ideológicamente por mucho tiempo inoculándonos su ideología por décadas a través de programas de televisión, las películas de cine, la música y casi cualquier otro medio de culturización, o mejor dicho, de transculturización  y cuando ha fallado la ideologización o ha sido ineficaz, Los Estados Unidos, ha impuesto dictadores plegados a las políticas del Departamento de Estado o ha promovido y financiado golpes de estados para instalar gobiernos títeres de ellos.

En este sentido, Estados Unidos sólo ha cambiado  los métodos y las formas, pero mantienen sus fines e intenciones. Ahora a los golpes de estado se les intenta dar una apariencia legal o constitucional, de modo de no utilizar, o utilizar poco, la fuerza armada, ya que en teoría, La Comunidad Internacional no acepta los golpes de estado (clásicos), y el empleo de las armas para derrocar a un gobierno de origen y naturaleza democrática, es “reprochado” mundialmente. Sin embargo, sea o no con empleo de las armas, el Golpe de Estado es Golpe de Estado y es imposible disfrazarlo. Esta modalidad de Golpe de Estado institucional se ensayó en América Latina con el derrocamiento del Presidente Manuel Zelaya en Honduras, donde conjugaron el elemento institucional, a través del Congreso y el Tribunal Supremo, aunado al elemento militar, para tomar por asalto la residencia presidencial, secuestrar al Presidente Zelaya y luego llevarlo para Costa Rica e impedirle el retorno a su país.

A pesar de la reacción internacional en contra de ese Golpe de Estado, los golpistas activaron la segunda fase del golpe y llamaron a elecciones para legitimar la tropelía cometida contra la democracia en Honduras. Lo grave de esto es que lograron su objetivo, sacar a un gobernante que no se le arrodillaba al imperio e instaurar un gobierno títere con la anuencia de la comunidad interamericana. El patrón se repite en Paraguay, ya sacaron al Presidente Lugo (otro Presidente que no se le arrodillaba al imperio); lo siguiente será llamar a elecciones; sin la participación de Lugo, para que  finalmente la comunidad interamericana acepte al nuevo gobierno, legitimando el golpe contra la democracia progresista paraguaya. La pregunta es: ¿caeremos de nuevo en la trampa?


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Juan Carlos Valdez G.


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