Esta vez la
sorpresa no vino de una voz entre cajones, como las que el “24 años”
al bajo barítono lo hace resbalar en tiple, como alguna vez le sucedió
a un personaje internacional en Chile. No, en esta era de las decadencias
imperiales, hubo meditación desde el centro de poder de los cinco ángulos
y la voz, que sí fue una orden, salió por el quinto lado para
que rebotara primero desde Europa y se escuchara en Washington.
Silencio desde
allí para abajo después que la primera dama (ojo: la internacional)
alborotó plumíferos y plumeros, con la esperanza de comparar a Chávez
con el viejo Mubarak de Egipto. Ya el “candidato” de la Clinton
para el doce en Venezuela, Ravell, se estaba frotando las manos con
su testaferro político de Globovisión, para preparar su farsa. Pero
no se detuvo a pensar que el viejo Mubarak de Egipto fue el que torpedeó
todas las ayudas humanitarias que, desesperadamente, trataron
de llegar a la martirizada y arrinconada Palestina, y ese cruel servilismo
tenían que agradecerlo los que hoy le pusieron la mano peluda al Pentágono
a través de sus testaferros norteamericanos.
Los pueblos
árabes, más que nadie en el mundo, saben con cuanta maniobra política
el gobierno israelí mantuvo su alcabala controlada con su policía
de punto, el ya viejo Mubarak (una digresión: ¿no tendrá algún
parentesco con el Ministro de Defensa de Israel?). De aquellas maniobras,
están conscientes los matones de Tel Aviv. Pero a fuerza de propaganda
hicieron aparecer a su policía de punto como el demócrata del torbellino
que ellos crearon hasta que, por fin, los jóvenes cristianos que sí
saben de Jesucristo, quien se crió y educó allá, se sintieron acorralados
en sus actividades religiosas por saberlos aliados de Palestina.
Y que conste:
cuando hablamos de jóvenes cristianos hacemos deslinde de la actitud
anticristo que penetró en la fe católica dominada por la jerarquía.
Así mismo debe quedar claro que fue esa juventud cristiana la
que primero alzó su voz de protesta que hizo despertar al pueblo
egipcio, treinta años dormido sin que le dejaran ver la dimensión
del daño que ese policía de alcabala le estaba ocasionando a los mismos
compatriotas a quienes solo les faltaba lo de las siete plagas y la
llamada “guerra justa”.
En cuanto a
la comparación con Chávez, los judíos de aquellas tierras saben que
esos pueblos árabes están claros en que el hombre de Sabaneta, de
la Barinas zamorana, no es gallo embotao. Nadie, que no sea el pueblo,
antes engañado con las mismas argucias que hasta hace un mes el de
Egipto, puede sacarlo de Miraflores. El lo ha dicho hasta chillarle
en los oídos a los que pretenden hacer comparaciones sesgadas. No son
las voces agoreras las que harán peso contra la voluntad de un pueblo.
Por todo eso,
señora Clinton, con Chávez es mejor hablar. Evitar esos dardos comparativos,
si es que esa fue su intención cuando dijo que a Mubarak le protestaban
sus 30 años como gobernante y Rafael Poleo, de la CIA en Venezuela,
le “cogió” la palabra.
Patria, Socialismo o barbarie.