Esclavos de la tecnología

Se suponía que la revolución tecnológica nos traería progreso, felicidad, y sobretodo tiempo libre para dedicarle a las actividades creativas impulsando así el desarrollo integral del ser humano.

Se suponía que habría una mejor y más libre distribución del conocimiento y esto produciría ciudadanos más inteligentes con un pensamiento crítico profundo.

Por supuesto creíamos firmemente que a través de la tecnología, eliminaríamos los graves problemas que acosan a la humanidad, como la contaminación, el desastre climático, el hambre y la pobreza y soñábamos que todas y todos gozaríamos de una salud excepcional gracias a los avances tecnológicos.

Lamentablemente, la tecnología en manos de las elites globales nos ha traído todo lo contrario.

En las últimas décadas se han multiplicado las tecnologías de guerra, se invierte más en proyectos para destruirnos y destruir la naturaleza que en salud y bienestar social.

La manipulación genética nos ha regalado, entre otras cosas, las "semillas suicidas" que esclavizan a los campesinos y aumentan el uso de agroquímicos cada vez más tóxicos.

La tecnología también ha acabado con nuestra privacidad; la dictadura corporativa global avanza rápidamente hacia un estado global autoritario que ejerce control absoluto de toda la información comercial y privada y la utiliza para dominar, reprimir y aterrorizar a los pueblos.

El internet se ha vuelto, si no lo fue desde un principio, un instrumento alienante en manos de seres sin principios altamente corruptos y egoístas.

Hoy es normal observar a familias enteras, "compartiendo un momento", ya sea esperando la cena o el desayuno, sin siquiera mirarse a los ojos o entablar conversación, cada uno inmerso en su pantalla, o ver una reunión de amigos todos pegados a sus teléfonos apenas comunicándose entre ellos para comentar algo que alguien en alguna parte acaba de publicar.

Los jóvenes se desviven por conseguir sus "15 minutos de fama" inventando situaciones ridículas o manipulando sus realidades para volverlas más impactantes. Hoy esta realidad "virtual "se ha vuelto más real que la vida misma y puede ser medida en clics o likes, mientras va sembrando el miedo al rechazo, la división, el egoísmo y la competencia, inflando el ego falso de las personas.

Esta competencia en el campo virtual, termina afectando la seguridad en sí mismo y la autoestima de las personas, ya casi nadie puede vivir sin sus amigos virtuales, sin miles de "me gusta" y de seguidores. Ya casi nadie puede disfrutar de un buen libro, muchos ni siquiera pueden leer más de unos pocos caracteres, mucho menos sentarse en silencio a disfrutar de buena música.

Nos hemos vuelto adictos a la vida virtual, ficticia y casi pornográfica de unas redes que nos han vuelto víctima de nuestras propias debilidades.

Mientras la vida nos pasa por el lado sin que nos demos cuenta, seguimos pegados a las pantallas cada vez más dependientes y esclavizadas a su "maravillosa tecnología".



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Gustavo Corma


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