Los "Madereros" acabaron con todo

Los muchachos y los perros perijaneros distinguíamos de lejos cuando se acercaba un camión “maderero”. El ruido de los motores y los ejes de las “zorras” carreteando “rolas” de cedro, caoba, ceiba, roble, canalete, cabima, vera, jabillo, zapatero y hasta ébano, era inconfundible.

Venían de la “costa Apón”, del Terebambio de tío Cándido en su novela “Maderas Sangrientas”, del Guamito, también de Alturitas y del Santa Ana. Cuando traían madera de Río Negro, Santa Rosa y Yasa, la pasaban “por arriba” directo a Machiques o hacia aserraderos de La Villa, pero el destino principal era Maracaibo.

Andaban en caravana generalmente, con el mismo largo, peso y figura. Cargaban las mismas fallas mecánicas o cauchos “pelones”. Era frecuente encontrarlos accidentados por la “Choza de Chapinero” o en Quitasol. Con fallas de papeles y autorización administrativa, los guardias nacionales vivían detrás de ellos para incautar las cargas o “hacer macuare” matraqueándolos.

Algunos empresarios “madereros” tenían sus campamentos donde reunían grandes y valiosos “palos” de madera fina, transportadas hasta ellos mediante “mangas” construidas en el interior de la selva. No era fácil tener un camión “maderero”, eso “tenía su gente”, sin embargo, algunos catanejeros prestaban solo el transporte en ellos, mientras los permisos, contratación de trabajadores, grueros y la comercialización eran tarea de ricos empresarios “madereros”.

Se dice que los “madereros” acabaron con todo. A veces la fila de camiones era tan larga que los perros iban y venían ladrando a su lento paso. Esa tarea de desforestar Perijá acabó considerablemente el inmenso bosque que teníamos, sin compensación alguna. No conozco acerca de la existencia de planes de manejo para un aprovechamiento racional y sustentable de ese recurso natural, ni de inversiones que integraran un circuito industrial forestal de verdad.

El negocio de sacar y sacar madera y llevarla a Maracaibo nos dejó solo potreros, monte bajo y extinción de especies maderables. Los “madereros”, me refiero de nuevo a los empresarios, talaban en las vegas de los ríos y en el monte seco. Andaban “absolutos” en la floresta perijanera. Sus camiones “madereros” cruzaban calles y caminos explotando una riqueza que pertenecía a todos, sin darnos cuenta de ello, entretenidos como estuvimos de su “estrepitambre”, sin percatarnos del saqueo que hacían.

Aún queda tiempo para la Silvicultura en nuestros montes. Los pocos que quedan, todavía guardan carretos, balso, bakú y asmo. Terreno hay, para restaurar la actividad forestal en fundos y “materas”. Necesitamos madera para casas, muebles, puentes, corrales y hasta para prensar el queso. ¡Contemos a futuro los bosques comunitarios y privados! ¡Dejemos atrás, el paso ecocida de los “madereros”!


¡ORGULLOSAMENTE MONTUNO!

quefueprimo@gmail.com


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