¿Colombia: oportunidad o explotación de vida?

Venezuela ha sido una de las naciones de Latinoamérica que más inmigrantes ha albergado, en su mayoría provenientes de este continente Americano, de Europa, Medio Oriente y Asia, influenciando así la cultura, tradiciones, gastronomía, lo cual la distingue como un país con gran diversidad étnica. Estas migraciones se acentuaron durante el siglo XX, de distintos países del mundo, producto de las guerras vividas durante la II Guerra Mundial; por los gobiernos dictatoriales que sufrieron algunos países latinos, como Chile; y las guerras civiles que marcaron a otros como Colombia que obligó al desplazamiento de sus ciudadanos hacia Venezuela. No obstante, las condiciones políticas, sociales, económicas, así como el escenario geopolítico del mundo han cambiado contra Venezuela, caracterizados por un sistema que reprime a sus ciudadanos, utilizando métodos anti humanitarios como bloqueos económicos, aislamiento del país, hiperinflación inducida, una moneda (dólar) que domina nuestra economía, control de nuestros activos petroleros y de nuestro sistema monetario. Todos estos factores han generado una emergencia en el país cuya respuesta a nivel internacional ha pretendido ser "brindar ayuda humanitaria" y una invasión militar. Una manifestación que no se puede obviar es la migración de venezolanos a otros países, la cual es inducida, planificada, promovida y desarrollada por el gobierno de Donald Trump, como parte de su política internacional para desestabilizar al país por su inmenso potencial, sumado a las debilidades que ha tenido el gobierno en la resolución de los distintos problemas que afectan al país.

Según la ACNUR, unos 133 mil venezolanos han solicitado refugio en otros países entre 2014 y 2017, a ellos se agregan otros 363 mil que se han acogido a otras "alternativas legales", que son ofrecidas especialmente por países latinoamericanos. La mayoría de los venezolanos que han emigrado han tomado como destino a España, EE.UU., a los países latinos, especialmente los andinos y fronterizos. Cabe preguntarse, por ejemplo si ¿Colombia es una oportunidad o explotación de vida? O Perú, o Argentina, o Brasil, para un venezolano acostumbrado a ser amoroso, familiero, amigable, con gran sentido del humor, habituado a llegar a cualquier hora en el trabajo (sobre todo en la administración pública) argumentando cualquier pretexto; que puede ir a cualquier Inspectoría de Trabajo a solicitar reenganche y el pago de su salario atrasado, o vejaciones, abusos y atropellos de sus patronos, cosa que no puede hacer ni siquiera un ciudadano colombiano o latino porque no goza de seguridad laboral. Podrá evitar que sus hijos no consuman estupefacientes en una sociedad donde hasta los niños de edad escolar ya las conocen. En este país puede darse el lujo de escoger cualquier universidad sin pagar ni un bolívar, mientras que en Colombia solo una universidad es gratuita y en Chile aún los estudiantes protestan en la calle por el derecho a una educación gratuita. Para cualquier venezolano es muy normal ir a un centro de salud público sin pagar nada, cosa distinta sucede con el ciudadano colombiano que si no está asegurado tiene que pagar la consulta médica en cualquier centro de salud público. El venezolano está acostumbrado a vivir en paz y lucha por ella, que nunca ha vivido en guerra; mientras que los colombianos votan en contra de la paz, han sufrido la guerra, tienen bases militares gringas. La xenofobia que pudo haber vivido los migrantes colombianos en Venezuela no se compara con la que viven nuestros compatriotas en estos momentos en ese país, porque es impulsada por una ofensiva racial proveniente del imperio para dañar a Venezuela, además como una campaña antiinmigrante que dirige el imperio contra los ciudadanos del mundo que buscan sobrevivir más que una oportunidad de vida; por esta razón diariamente en Cúcuta matan a un venezolano; la misoginia es un aspecto muy normal en otros países de la región y ya vemos cómo asesinan mujeres venezolanas, producto de las políticas de Donald Trump y el Opus Dei.

Estamos viviendo una de las diásporas de la región más notorias del siglo XXI, debido a la crisis económica y social. El éxodo lo encabeza la clase trabajadora, principalmente jóvenes profesionales, aunque también muchos sin concluir su carrera universitaria, en busca de mejores empleos y un futuro prometedor, por los bajos salarios, escasez de alimentos, de medicinas y ayudar a los suyos. No obstante, si bien es cierto que el salario en Venezuela no cubre las necesidades básicas, tampoco lo cubre el de Colombia para una familia compuesta por tres miembros. El salario mínimo de Colombia no alcanza los 800.000 pesos. Un venezolano profesional o no, sin hijos, que llega a esta tierra con la ambición de ayudar a sus padres, por lo general, lo explotan con un ingreso por debajo de éste. Suponiendo que éste sea el pago, debe cancelar servicios de arrendamiento, agua, luz, gas, cable, que puede sumar más de 550.000 pesos; los gastos de comida con medianos nutrientes (si solo consume dos, 150.000 pesos) y transporte (80.000 pesos), puede sumar cerca de 780.000 pesos y enviar a su familia aproximadamente 20 mil pesos, trabajando de lunes a lunes (si corre con suerte le dan un día libre), por más de ocho horas (sin pago de horas extras). Este es un ejemplo optimista, pues hay casos donde los venezolanos no se alimentan bien para poder enviar a sus familiares alimentos, medicinas y/o dinero. Si es una persona con hijos el cuadro es más deprimente, porque los gastos son mayores y la sobrevivencia es más dura.

Lo que se vive en Venezuela también es muy duro, por demás inhumano; pero por muy dura que esta realidad sea le digo a mis hermanos y hermanas compatriotas que es preferible sobrevivir aquí a subsistir en un país que te explota diariamente. Ningún venezolano merece ser vejado, maltratado y humillado por empresarios colombianos (salvo algunos que se han hecho sensibles por la causa de Venezuela y los han tratado como uno más); ni por el Estado colombiano que tiene ambiciones de atacarnos militarmente junto al imperio; ni dejarse engañar por ciertos grupos enemigos del país que se autodenominan "países amigos", cuando en realidad buscan, fabrican excusas, apoyan sanciones y reciben instrucciones de Trump contra el gobierno venezolano, para justificar una intervención, de lo contrario serán víctimas de las políticas terroristas que le impone. Tan extraña compasión de los presidentes enemigos de estos países hacia Venezuela (la cual nunca han tenido con sus coterráneos), solo tiene como propósito la recolección de argumentos para justificar una intervención por la fuerza por la falta de protección del gobierno venezolano a sus ciudadanos, producto de un Estado que somete a su pueblo al hambre, según ellos. Nunca, ningún país, ni Colombia, ni Ecuador, ni España, ni EE.UU., va a ofrecer a los venezolanos razones creíbles y nobles para permanecer en ese país, ni brindarles mayor protección a los nuestros por encima de los suyos; tampoco va a concientizar a ningún venezolano de defender contra toda forma de dominación a la Patria de Bolívar. Esta es nuestra Madre Patria, la de Miranda, Bolívar, Sucre, la de Manuela, quien siendo inmigrante defendió junto a su amado la causa de la Patria Libertaria. Es la tierra de los orígenes cargada de elementos naturales y físicos que son apetitos para cualquier nación del mundo. Antes de morir sobreviviendo busquemos las mejores oportunidades enfrentando las dificultades juntos en la tierra que ayudó a otras naciones a vivir sin esclavitudes, lleno de oportunidades de libertad y de justicia. Esta situación es coyuntural, no podemos salir corriendo de una crisis porque así como hemos vivido en la bonanza debemos defender nuestro país en esta crisis; solo se puede hacer en nuestro territorio, independientemente de nuestras posturas ideológicas. Venezuela nos necesita a todos, la Patria nos necesita a TODOS UNIDOS Y SOLO JUNTOS LO LOGRAREMOS.

 



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Esmeralda García Ramírez

Licenciada en Administración Articulista

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