¿Por qué revivir en Guayana el zarismo de la IV con Justo Noguera?

A Ciudad Bolívar fui por unos días. Allá me trasladé con mis pareceres y parte de los míos a visitar gente de la familia. Ya bien sabía que el presidente Maduro había designado al gobernador recién electo, militar por cierto, cosa nada azarosa y casual, también Presidente de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG) y de la Siderúrgica del Orinoco, llamada ahora Alfredo Maneiro.

Es decir, de alguna manera volvimos a aquella situación cuando Leoni fundó aquella institución estatal que era casi un gobierno paralelo, no sólo con respecto a la gobernación de Bolívar sino hasta la presidencia de la República misma, para que manejase todo lo relacionado con las actividades mineras y lo conexo. Entonces se habló, quizás fue la primera vez que se hizo uso del vocablo para aplicarlo a un caso venezolano, del "zar" de Guayana para referirse a Guillermo Sucre Figarella. Era este un personaje como misterioso, de quien se hablaba sólo para referirse al enorme poder que se le había otorgado, tanto como el del presidente y a quien los periodistas que le entrevistaban, lo que conseguir no era nada fácil, había que gestionarlo con tiempo y suficientes soportes, siempre lo hacían a bordo de un avión que al personaje, "sumamente ocupado", trasladaban de un sitio a otro del inmenso territorio bajo su control. Era esta conducta como estudiada para agrandar su imagen ante quienes leyeran el reporte periodístico, como público y notorio que los gobernadores de Amazonas y Bolívar, por solo nombrar esos dos, debían rendir cuentas y hasta pleitesía a aquel callado y taciturno funcionario, quien gozaba del prestigio de buen gerente y visionario. Uno hasta ahora nunca supo por qué, pero los adecos lo comentaban y hasta afirmaban sin mostrar prueba alguna y pese aquellas empresas fueron lo mismo que ahora son. Un fuerte dolor de cabeza para quienes gobiernan, y para PDVSA, que según debe pagar su nómina, por lo mismo que han tomado la medida que convierte a Justo Noguera, en un como Sucre Figarella repotenciado. Quizás, por esto mismo, el presidente Maduro, al justificar su decisión sostuvo para que "despache junto a la clase obrera y que no haya un divorcio entre el desarrollo político y el desarrollo de la Guayana potencia". La misma idea, quizás, uno desconoce los insondables misterios de la mente humana, más si se trata de hombres importantes, que les llevó ponerle a la siderúrgica el nombre que ahora lleva. Desde tiempos remotos, de cuando era muy joven y comenzó a operar la siderúrgica, los venezolanos soñamos que alrededor de ella estaba el destino nacional y eso que el gobierno pregona, la "Venezuela Potencia". Todavía sigue el sonsonete para poner a soñar lo mismo a las nuevas generaciones. Puede que lo sea pero "¿cuándo llegará ese día?

Allá en Guayana, nadie entiende, como tampoco por acá, después de los discursos y ensayos descentralizadores de la IV República hasta ahora, como el de Chávez quien habló de una república protagónica, participativa y descentralización que debe ir más allá de gobernaciones y alcaldías para empoderar al pueblo, llegando hasta la Comuna, se produzcan cosas como esa que hace de Justo Noguera el nuevo zar de Guayana. ¿Qué garantías hay esa "clase obrera" llegue a dirigir con el solo nombramiento de Justo Noguera y entre los dos lo hagan por el bien del país?

No hace mucho, en los últimos años de Chávez, al señor Pedro León, en el área de la (FPO) Faja Petrolífera del Orinoco, le dieron un poder descomunal, tanto que los gobernantes mismos que allí le tuvieron le llamaron "zar" de oriente, que no es "sar"*, como decimos los orientales, que se disuelve fácil en el agua y menos una simple "concha de ajo". Ese enorme poder derivó como es habitual y hasta natural en una corrupción que en buena medida ha causado la espantosa crisis económica que afecta a Venezuela.

El presidente Chávez, entre los errores que cometió, porque hablando sensatamente, alguno tuvo que haber cometido, fue aquel de nombrar a Rafael Ramírez "zar" de la economía venezolana. Recordemos que no solo tuvo a PDVSA bajo su control gerencial sino también el Ministerio de Minas que debía vigilar, en el mejor sentido del término, a aquella empresa y las actividades relacionadas con ella. Pero también estaba bajo su tutela Finanzas y la economía toda, como decir en el argot del beisbol, "dueño del equipo y novio de la madrina". No es un secreto hoy que esa decisión y práctica tiene mucho que ver con el vendaval o tsunami que se nos vino encima. No voy a olvidar aquella frase de Maduro, según la cual, "unos técnicos petroleros nos hicieron creer que la bonanza petrolera – se refirió a la que llevó el petróleo a más de cien dólares el barril – duraría treinta o cuarenta años". Frase que se utiliza para justificar la posposición de la ancestral y lógica estrategia de reducir el rentismo petrolero.

Poner a un solo hombre, al margen de sus cualidades, como rectitud, honorabilidad, honestidad, talento a "cobrar y darse el vuelto", sin tener que rendir cuenta a nadie, en un estado discrecional, es por demás riesgoso y tentativo. Es más, nadie debería aceptar tamaña responsabilidad porque de alguna manera puede dañarle, incluso saliendo "beneficiado". Pero no es esa sola la deficiencia, hay otras muchas que tratarlas alargaría esto demasiado.

De las tantas cosas intrincadas del gobierno que uno no puede descifrar, aunque algunas las hemos venido haciendo, es esa maníaca práctica, ajena a lo que dice el discurso oficial desde años atrás, de la permeabilidad, empoderamiento popular, descentralización, es la tendencia a recargar a los de "confianza" de demasiado poder. Hay funcionarios que llegan a ser ministros hasta de cinco y seis áreas o para mejor decirlo ocupar cinco o seis ministerios. Para eso disimular, empezaron a crear vicepresidencias a montón para satisfacer a los distintos grupos. Que cada grupo tenga su parcela. Pero eso no es descentralizar, pues en esa misma medida que "se reparten la cochina", cada funcionario queda hecho un "zar".

Tanto es así, hay vicepresidentes, al mismo tiempo ministro de varias vainas o jefe de varios ministerios, como el caso de Elías Jaua que lo fue – hablo en pasado porque por lo mismo no recuerdo si lo sacaron de ese enredo – del "Motor Farmacéutico que parece haber nacido fundido y, llegado un momento, al propio ministro, se le olvidó el asunto o aquella responsabilidad. ¡Y no era para menos!

Allá en Guayana, tal como uno ha leído por Aporrea, se habla de una "mafia de la cabilla" y se nombran personas cómplices de ella. Y cuando uno analiza su origen se halla la causa en una concentración de poder, legalizado o no. Como también se habla de unas prácticas, que el gobierno debería averiguar, tomando en cuenta que "voz del pueblo es voz de Dios" y "cuando el río suena es porque piedras trae", donde envuelven hasta a los mismos trabajadores, esa "clase obrera" de Guayana de la cual Maduro espera mucho, a la que llegan a entregarle hasta 70 kilos de leche "de un solo taparazo" por persona y otros alimentos más conjuntamente para amortizar una deuda. Procedimiento por el cual podrían, de ser eso cierto, dejar sin esos productos a unos cuantos ciudadanos de la misma Guayana y de paso le darían un espaldarazo al bachaqueo. Lo más grave es que "la clase obrera" sin lko le satisfacen esa demanda llegan hasta paralizar sus labores.

El argumento según el cual se nombra a Justo Noguera Pietri para ocupar esos tres cargos al mismo tiempo, "no haya un divorcio entre el desarrollo político y el desarrollo de Guayana potencia", dado por el presidente, no parece tener sustento alguno. Es obvio, como ya hemos dicho y lo ha comprobado por demás la historia y las prácticas recientes, que tal concentración de poder tiende a facilitar muy malas prácticas. Se trata más bien de disminuir tanto poder personal y darle a quien corresponde, el movimiento popular y las instituciones pertinentes, el derecho a participar y ejercer protagonismo. Para que no exista "tal divorcio", se debe promover la injerencia de la gente y sobre todo los partidos, movimientos, grupos y gente de todas las tendencias que "teóricamente" promueven el cambio o están interesadas en el desarrollo del país. Es un anacronismo pensar que ese rol, que el presidente asigna a Justo Noguera, no pertenece al pueblo, que puede ejercerlo mediante su idónea representación. Otra cosa es cuando el poder se reparte, no con el pueblo, sino con los grupos o personas que, uno no sabe por qué, dicen o se creen ser sus representantes.

"Sar", expresión coloquial de uso entre los habitantes de la costa oriental venezolana para referirse a la sal común.



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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