Los adecos tienen la mala costumbre de reaccionar histéricamente cuando salen con las tablas en la cabeza porque la razón no los asiste. Resollando por la herida, el derrotado candidato de la MUD, como era de esperarse arremetió en una "carta pública" insolente contra una joven figura de la generación de oro de Chávez, quien con apenas treinta y cinco años está demostrando que es una promesa de estadista, dispuesto a escribir épicas páginas, precisamente en momentos difíciles cuando la patria exige a sus hijos el coraje para resistir y no dejarse doblegar por los enemigos de nuestra independencia política y económica. Por ello decimos, sin temor a equivocarnos que son tiempos de transición, retos y respuestas heroicas para recomponer el rumbo de la Republica que nos legaron los forjadores de la nacionalidad.
Entre las sartas de disparates e incoherencias, el derrotado candidato fascista intenta esconder la basura debajo de la alfombra, pues no tiene el valor de reconocer su responsabilidad en los daños de la conspiración apátrida. Hasta los Médanos de Coro saben que la escasez de producto es inducida por factores de la economía que hacen el juego a las potencias occidentales que buscan asaltar nuestras riquezas naturales. Igualmente, el demagogo quiso engatusarnos ofreciendo resolver con barita mágica los daños que ellos mismo ocasionaron con los planes desestabilizadores promovidos en los laboratorios de guerra sucia de los centros de poder de la derecha internacional. Y porque a buen entendedor pocas palabras bastan, respondemos que no vale la pena derrochar neuronas para contestarle a quienes lloriquean ante los reveses temporales porque no tienen guáramo para aceptar que cuando el pueblo dice que no, es porque no come cuento ni ofertas engañosas. Palabras mas palabreas menos, diremos Víctor Clark solo dispone de tiempo para trabajar, trabajar y resolver problemas, entonces que sea el tiempo que desmientan los infundios de quienes se niegan aceptar que Venezuela jamás les perdonara esos cuarenta años de saqueo y corrupción galopante.
Y porque la historia es implacable con quienes nos traicionan y se creen más listo cayéndonos a coba, entonces dejemos que los muertos entierren a sus muertes.
